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Tres emprendedores hablan del fracaso

Aprender de los errores de otro ayuda a la hora de emprender

Abarcar muchas cosas, tardar en empezar por pretender hacerlo perfecto y lanzar un producto sin antes haberlo testado son algunos de los fallos más habituales

Thinkstock

Muchos emprendedores están de acuerdo en que esta disciplina se aprende mediante la idea de ensayo y error. Esta palabra y cualquiera de sus sinónimos es temida en el entorno de los negocios; el fracaso frustra pero hacen falta voces que hablen de él para poder tomar nota y si es posible, no fallar.

Al comenzar una andadura empresarial se pueden tener muchas expectativas, pero hace falta distinguir entre idea y negocio. “Es muy fácil querer abarcar muchas cosas dentro de la empresa”, asegura Ruben Justo de Metrikea, una start-up que analiza datos en tiempo real en espacios offline. Antes de vender, comunicar o planear una estrategia, hay que centrarse en lo que se quiere transmitir, para después desarrollar todo el proyecto.

Este error es más común de lo que se piensa, pero hay más. La experiencia le ha dicho a Justo que muchas veces se busca hacer lo mejor, sin tener en cuenta que la competencia, sin hacerlo perfecto, puede adelantarse. Por eso hay que tener una máxima presente: “Lo ideal es enemigo de lo práctico”.

Parece una obviedad, pero para comenzar una aventura emprendedora, hay que tener ahorros. La motivación puede estar ahí, pero la ausencia de capital puede ser una traba muy importante. La perseverancia es un elemento clave, no se puede desistir a la primera.

“Es muy importante que los socios tengan perfiles complementarios. Un experto en marketing y otro en informática suman más que dos informáticos”

José Manuel Arnaiz, experto en el universo start-up que ha pertenecido a los equipos fundadores y directivos de importantes empresas de telefonía, afirma desde la experiencia: “Conozco pocos negocios que hayan dado su fruto rápidamente”.

También hace falta concienciarse del esfuerzo que requiere montar un negocio. Arraiz sostiene que “hay que ser realista, tanto en lo que puedes esperar del mercado como en el esfuerzo que vas a tener que hacer”.

Buscar la figura de un mentor que cuente la experiencia de tú a tú al futuro empresario, tanto con su cara amable como con su cara más negativa, es fundamental porque este es capaz de ayudar a ver fallos que uno puede haber pasado antes por alto. Como por ejemplo, no tener las ideas claras.

Ignacio Guillén de Oviceversa, start-up de reciente creación especializada en la reserva online de viajes de esquí, pone de manifiesto que “o se hace un planteamiento sencillo o la gente no va a comprar lo que se está vendiendo”.

Sobre el lanzamiento de productos, Rubén Justo se muestra abierto. Asegura que no tiene sentido sacar algo a la venta con una gran estrategia de mercadeo si antes no se hace un termómetro entre conocidos o se lanzan versiones beta (si es una start-up).

Y es que tanto Justo como Arraiz y Guillén coinciden en que es mejor fallar al principio y no después de hacer un gran lanzamiento, ya que las repercusiones pueden ser más catastróficas.

Que los socios de una empresa estén en un momento vital parecido y que busquen el mismo punto de partida es imprescindible, como también que haya perfiles variados.

“Es muy importante que los socios sean complementarios en sus perfiles. Dos socios con el mismo perfil normalmente son muy poco efectivos. Siempre es mejor un perfil, por ejemplo, de marketing y otro de informática que los dos informáticos”, apunta Justo.

Por último, pero no por ello menos importante, hay que sacar tiempo para uno mismo, no dejarse absorber por el trabajo y conciliar con actividades de ocio, familia o pareja es una de las claves para mantener el equilibrio emocional.

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