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Operaciones conjuntas con “naciones aliadas”

EE UU inicia ataques aéreos contra el Estado Islámico en Siria

El presidente estadounidense, Barack Obama, después de que el Senado aprobara su plan de entrenamiento y entrega de armas a rebeldes sirios para combatir al Estado Islámico.
El presidente estadounidense, Barack Obama, después de que el Senado aprobara su plan de entrenamiento y entrega de armas a rebeldes sirios para combatir al Estado Islámico.OLIVIER DOULIERY/POOL (EFE)

Estados Unidos y “naciones aliadas” iniciaron hoy la ofensiva de ataques aéreos contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI) en Siria, anunciada hace dos semanas por el presidente estadounidense, Barack Obama, informó el Departamento de Defensa del país norteamericano.

“Fuerzas de Estados Unidos y de naciones aliadas han comenzado los ataques contra el EI en Siria usando una combinación de cazas, bombarderos y misiles Tomahawk”, anunció en Twitter el portavoz del Pentágono, el contralmirante John Kirby.

El Mando Central de Estados Unidos tomó la decisión de iniciar los bombardeos sobre el EI en Siria este lunes tras recibir la autorización de Obama, explicó Kirby en un breve comunicado en el que no detalló más información sobre los ataques “dado que la operación está en marcha”.

El portavoz no precisó quienes son las “naciones aliadas” que participan en los ataques junto a EE.UU. ni tampoco el lugar geográfico donde se están efectuando.

Fuentes oficiales informaron a la CNN de que los bombardeos se han producido en uno de los fuertes del EI en Siria, la ciudad de Raqqa, y que todas las naciones que colaboran con Estados Unidos en estos ataques son árabes.

Con el inicio de los ataques en Siria ya están en marcha todas las operaciones de la ofensiva contra el EI anunciada por Obama en un solemne discurso a la nación el pasado 10 de septiembre.

El presidente estadounidense se había resistido hasta este mes de septiembre a atacar en Siria, donde hace un año se negó a intervenir contra el régimen sirio por su uso de armas químicas.

El avance en los últimos meses del EI, un grupo fortalecido en la guerra civil Siria, y la brutalidad de sus decapitaciones de occidentales televisadas han obligado a Obama a lanzar una nueva operación militar en Oriente Medio tras una década de guerras en Irak y Afganistán heredadas de George W. Bush.

Obama insiste en que esta operación será diferente de esas contiendas porque en ningún caso implicará el despliegue de tropas terrestres estadounidenses sobre el terreno, pero enfrenta el escepticismo de quienes creen, incluso dentro del Pentágono, que es imposible vencer al EI sin combates en tierra.

Desde el anuncio de la ofensiva el 10 de septiembre, la Administración Obama y el Congreso de Estados Unidos han ido dando pasos para materializar la estrategia dibujada por el presidente.

El día 15, Estados Unidos lanzó el primer ataque contra el EI cerca de Bagdad en el marco de la ampliación de su ofensiva en Irak con el envío de 475 militares más, una cifra que completa un total de más de 1.600 desde el inicio de los ataques aéreos en ese país el 8 de agosto.

Hasta entonces la ofensiva estadounidense contra el EI en Irak se había limitado a posiciones de los yihadistas en el norte del país para proteger a su personal o por razones humanitarias.

Tres días después, el Congreso estadounidense autorizó el armamento de los rebeldes sirios que luchan contra el Estado Islámico, un “elemento clave” para Obama en su estrategia para frenar al grupo yihadista.

El Estado Islámico, fortalecido en la guerra civil de Siria, no solo ha ganado poder y terreno en los últimos meses, sino también visibilidad. Sus avances en Irak y las brutales decapitaciones televisadas de occidentales han conmocionado al mundo y presentado a este grupo como una amenaza más temible aún que Al Qaeda.

Estados Unidos continúa construyendo una coalición lo más amplia posible de países para vencer a los yihadistas porque una de las líneas rojas de Obama es que EE.UU., a diferencia de lo ocurrido en los años de George W.Bush, no actúe en solitario.

La otra línea roja es que no haya tropas de combate terrestres ni en Irak ni en Siria, por lo que el presidente estadounidense insiste en que esta operación no será un nuevo Irak ni un nuevo Afganistán, las guerras que heredó de Bush.

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