Tiritas, 60 años de parches para las heridas en los botiquines de todos
Cura sana, culito de rana”. Un beso de mamá sobre la herida, una tirita y mágicamente, el corte deja de escocer. Se olvida el raspón. Y si el apósito tiene dibujos, se convierte casi en una condecoración militar al mejor herido de guerra en el parque. Las tiritas cumplen en 2014 nada menos que 60 años vinculadas al botiquín español como un imprescindible. “Pocos inventos en la historia han conseguido tantas curas instantáneas como Tiritas. Y pocos han estado tan vinculados a la infancia con tanta intensidad emocional”, destacan en Hartmann.
Desde su planta de Mataró (Barcelona), el laboratorio farmacéutico de origen alemán fabrica y distribuye 600 millones de unidades anuales para abastecer al mercado nacional e internacional. La fábrica española es “centro de competencia mundial, innovación y desarrollo”, según detallan desde la compañía, pese a que la creación de este popular apósito no fuera española.
El inventor de la tirita (que en sus inicios no se llamaba así) fue Earle Dickson, un trabajador de la empresa estadounidense Johnson & Johnson que quiso aliviar y mejorar las curas de los cortes que sufría su mujer cocinando. Su combinación de esparadrapo, gasa y desinfectante atrajo el interés de la compañía, que empezó a producirlos.
A España llegaron de la mano del empresario Gerard Coll en 1934 bajo la marca Esparapractic Unitex, fabricados por los laboratorios Unitex. La marca Tiritas no llegó hasta 20 años después, también bajo la propiedad de Unitex, en 1954. Dos años después, aparecen las tiritas con motivos infantiles, todo un éxito porque según reconoce Michael Jospe, profesor de la California School of Professional Psychology y autor de The Placebo Effect in Healing (El efecto del placebo en la curación), “aunque no haya ninguna razón médica que lo justifique, las tiritas tienen un efecto placebo mayor cuando presentan diseños con dibujos”. Por esta razón, la marca ha decidido celebrar su 60 cumpleaños con las mágicas Tiritas Doraemon, el popular gato cósmico azul televisivo.
En 1984, Tiritas deja de ser un nombre propio para convertirse en un genérico, en un nombre común que denomina a la “tira adhesiva por una cara, en cuyo centro tiene un apósito esterilizado que se coloca sobre heridas pequeñas para protegerlas”, según su introducción en el diccionario por la Real Academia Española. En 1988, el laboratorio alemán Hartmann compra Unitex, que traslada a Barcelona su sede.
La central de Barcelona es la única planta del grupo “cuyo centro de investigación y desarrollo de productos se encuentra junto a la fábrica”, destacan desde la compañía. Además, esta sede es la única productora de apósitos para todo el grupo Hartmann, que cuenta con más de 35 filiales y exporta sus productos a más de 50 países.
Para asegurar el crecimiento de la compañía, tanto en tiritas como en el resto de apósitos sanitarios que fabrican, el grupo comunicó el pasado mes de marzo que invertirá tres millones de euros en su planta de Mataró (Barcelona) con el fin de aumentar la productividad un 30%. El centro de competencia mundial que la multinacional alemana tiene instalado es la única instalación del grupo dedicada al adhesivado de productos y exporta el 90% de su producción. El objetivo de la empresa es generar un crecimiento anual de un 6%. Los tres millones invertidos se han destinado a una cuarta línea de producción dedicada al producto Cosmopor, uno de los apósitos posoperatorios más vendidos. Con esta nueva línea de producción contratarán a 20 técnicos más para la planta, que emplea a 140 personas.