La Marca España estrena su propio sello
Fruto de ese anhelo nació el Alto Comisionado del Gobierno para la Marca España, cuyo objetivo es, según el propio organismo, “promover medidas para mejorar la imagen exterior de nuestro país y afianzar una imagen de España como potencia económica y política entre los primeros países del mundo”. Unos esfuerzos que llegarán por fin a las calles de todo el mundo en forma de sello con valor postal de 92 céntimos.
La imprenta de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre ya trabaja en una tirada inicial de 300.000 unidades, cuyos primeros resultados fueron presentados ayer (pese a que están en circulación desde el martes).
En el primero de los siete sellos que conformarán la serie se representa únicamente el logotipo de la Marca España: ambas palabras y el escudo nacional bajo un fondo amarillo y rojo. Los otros seis efectos postales, que todavía no han visto la luz, irán apareciendo en estafetas y kioskos de forma progresiva hasta el próximo 13 de junio. “Cada uno de ellos difundirá diversos aspectos que definen y diferencian nuestro país, y que se han asociado a cada un a de las letras de la palabra España”, apuntó durante el acto de presentación Javier Cuesta Nin, presidente de Correos. “Definen, afianzan y explicitan los valores y el orgullo de lo español en su más amplio sentido”, añadió.
Así, habrá un sello en el que se verá una E de Empresarial, que “destaca la actividad que realizan nuestras compañías al otro lado de la frontera”, apuntan desde el Comisionado. Otro apostará por la S de Sol, en referencia a la posición de España como tercer destino turístico mundial; y un tercero en el que mandará la P de Patrimonio, tanto material como inmaterial. La serie se completa con estampas dedicadas a la A de Arte; la Ñ como signo distintivo del idioma español, y la A de Avance, “como concepto que refleja la progresión de las empresas españolas en I+D+i en ámbitos tan variados como la medicina, la nanotecnología, las telecomunicaciones, las infraestructuras o la industria”.
En un guiño a los “20 millones de aficionados a la filatelia de todo el mundo”, según informa Correos, todos ellos están diseñados de tal forma que al ponerlos juntos no solo se lee la palabra en cuestión, sino que juega con los colores de la bandera nacional al encajar todas las unidades para unificar la serie.
Sus creadores se han permitido una licencia adicional en la elaboración de estos sellos. Por primera vez llevan una marca de agua, similar a la que se imprime en los billetes para garantizar su validez, en forma de letra Ñ. La grafía, ubicada en la esquina inferior derecha de la estampa, está inscrita en relieve, que resulta difícil de ver pero se aprecia al tacto. Un distintivo que Correos utilizará a partir de ahora en todos los sellos.
El Alto Comisionado de la Marca España, Carlos Espinosa de los Monteros, defendió ayer el carácter inclusivo del organismo que preside. “Cuando hablamos de España nos referimos a un proyecto en el que sumamos e integramos a todos quienes tienen algún interés en que nuestro país vaya mejor. Teóricamente deberían ser todos los españoles los que compartieran este valor, pero hay algunos reacios y otros más entusiastas”. En declaraciones posteriores a los periodistas negó que se refiriera a los catalanes. Aludía, dijo, “a los más tibios”.
El ocaso de los cartones de Bingo
En la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre se imprimen los billetes y monedas de curso legal... y muchas otras cosas. “Tenemos una lista de unos 150 productos”, señala un encargado de la imprenta. Ahí entran etiquetados y precintos de tabaco y alcohol, documentos como el DNI o el pasaporte y diplomas universitarios, entre otros. También son responsables de los billetes de Lotería Nacional y de cartones de Bingo, supervisados por la Agencia Tributaria y entregados luego a las comunidades autónomas para que los distribuyan entre los centros de juego autorizados. Se imprimen, cuenta un operario, de acuerdo a patrones desarrollados por ordenador que aseguran que jugando un mismo cartón 15 veces al menos se cante línea una vez.
Pero, a diferencia de otros juegos, al Bingo no le ha hecho bien la crisis. “Aquí hemos llegado a imprimir 3.000 millones de cartones anuales. Ahora no pasamos de las 500. Es un juego de viejos y ahora está de capa caída”, apunta.