El automóvil exige inversión a los concesionarios ante el repunte de la demanda
La vuelta a números negros de la red de concesionarios españoles se ha convertido en un arma de doble filo para los propios dueños de estos establecimientos. Según explican desde la patronal del sector de concesionarios en España Faconauto, las marcas de automóviles ya están pidiendo a sus tiendas “nuevos estándares, que implican nuevas inversiones cuando aún no se han enjugado las pérdidas acumuladas en cuatro años de malos resultados”.
“Nos preocupa mucho que se estén lanzando las campanas al vuelo con el repunte de las ventas de coches porque las marcas ya están exigiendo a las redes más espacio de exposición, nuevas maneras de colocar los vehículos, cambios en la iluminación”, asegura Blas Vives, secretario general de Faconauto. Las primeras que están pujando por estos nuevos estándares, según Vives, son “las marcas premium” pero el directivo está convencido de que “detrás vendrán las enseñas generalistas”.
Estas modificaciones pueden suponer de media “un gasto de un millón de euros por concesionario” en el caso de las de alta gama y “entre 600.000 y 700.000 euros para un establecimiento de marca generalista”, apunta Vives. Los departamentos de desarrollo de la red de estas compañías estarían “presionando ya para que estos cambios estén en funcionamiento para 2017”, señala el secretario.
Un 1% de rentabilidad para 2014
A falta del cierre definitivo de datos de 2013, el informe de la consultora SnapOn para Ganvam (patronal de vendedores de coches) del tercer trimestre señala que los concesionarios cerraron a septiembre de 2013 con una rentabilidad negativa del 0,3%. Este dato, siendo aún malo, suponía una “mejora sustancial” puesto que el primer trimestre del año acabó “con unas pérdidas que suponían el 1,5% de la facturación total del negocio”, afirma el informe de SnapOn. Es el principio del fin de las pérdidas, que suman cuatro años consecutivos en los concesionarios españoles.
En este sentido, la consultora estima en su estudio que la red cerraría 2013 en equilibro de cuentas. Así, la previsión de SnapOn para este año 2014 es que las redes de distribución cierren con una rentabilidad del 1% sobre facturación. Y todo gracias “al empuje que introdujo en el mercado el funcionamiento de los planes PIVE”.
Pero desde la consultora también son claros: “el concesionario medio en España apunta a una mejora gradual, ayudado por las medidas de estímulo a las ventas de vehículos” pero sus datos económicos están aún “lejos de las cifras positivas experimentadas antes de la crisis”. “Harían falta tres años de beneficio económico para los concesionarios para que enjugaran las pérdidas, pagaran las deudas constituidas para aguantar y recuperaran músculo financiero”, detalla Vives, que pide a las marcas “sentido común”. “Aún estamos saliendo de la crisis”, señala.
El secretario general hace hincapie que, en los últimos meses, las marcas “han sido más sensibles y más rápidos a la hora de pagar a los concesionarios el dinero que adelantan por el plan PIVE y otras iniciativas comerciales”, de modo que se alivie un poco su carga financiera. “El primer estándar que debería preocupar a las marcas en sus concesionarios y por cuyo cumplimiento deberían velar es por su solvencia financiera”, recalca Vives, que asegura que los establecimientos “o invierten en comprar coches para los clientes o invierten en infraestructuras y exposiciones. No hay dinero para las dos cosas”.
El secretario general de Faconauto se muestra en contra de ese tipo de inversiones en metros expositivos que sólo revierten en convertir los concesionarios en “templos de culto al coche”. “En lo que se debería invertir es en el cliente”, dice.
“El cliente ya sabe que va a tener el mejor servicio y la mejor atención posventa y está buscando la relación calidad-precio más óptima”, cuenta. “No va a ser posible trasladar los costes de esas instalaciones faraónicas al precio de los coches porque el cliente no los va a pagar”, afirma el secretario. Vives señala también los efectos contraproducentes de estos gastos “que hacen desconfiar al comprador sobre si se les está dando la mejor oferta posible”.