EE UU impone a Toyota la mayor multa de la historia a una automovilística
En un acuerdo sin precedentes con el Gobierno estadounidense, Toyota admitió hoy que en 2009 y 2010 mintió y ocultó graves defectos en sus vehículos, por lo que pagará una multa de 1.200 millones de dólares (862 millones de euros), la mayor impuesta en la historia de Estados Unidos a un fabricante de automóviles.
El fiscal general de Estados Unidos, Eric Holder, anunció hoy en Washington el acuerdo, junto al secretario de Transporte, Anthony Foxx, con duras palabras hacia Toyota.
“En pocas palabras, la conducta de Toyota fue vergonzosa. Mostró una descarada falta de respeto por los sistemas y leyes creados para vigilar la seguridad de los consumidores. Según admitió la propia compañía, protegió su marca antes que a sus propios clientes”, dijo Holder.
“En vez de revelar rápidamente y corregir los problemas de seguridad que conocía, Toyota realizó declaraciones públicas engañosas y proporcionó datos inexactos a miembros del Congreso”, añadió el fiscal general.
El acuerdo alcanzado entre las autoridades federales y Toyota supone que la compañía japonesa admite “totalmente” su responsabilidad y pagará 1.200 millones de dólares (unos 862 millones de euros), la mayor multa criminal en la historia de Estados Unidos a un fabricante de automóviles.
A cambio, las autoridades estadounidenses “postergarán el proceso judicial y posteriormente desestimarán su caso siempre y cuando Toyota realice el pago monetario que se le exige, cumpla los términos del acuerdo y siga cooperando con el Gobierno”, explicó Toyota.
La compañía japonesa dijo que registrará el pago los 1.200 millones de dólares como pérdidas tras impuestos en el año fiscal que termina el 31 de marzo.
“Es apropiado dado el tamaño del engaño realizado por Toyota en este caso”, explicó Holder.
El acuerdo entre Toyota y Washington se produce cuando General Motors (GM), el principal fabricante de automóviles de Estados Unidos, está siendo investigado por un caso similar.
En las últimas semanas, GM ha llamado a revisión 1,6 millones de vehículos afectados por un defecto en el sistema de encendido que puede haber causado centenares de muertes.
Pero este aviso para la revisión se produce unos 10 años después de que el fabricante recibiese las primeras informaciones sobre el problema.
Toyota, en un comunicado atribuido a su director de Asuntos Jurídicos en Norteamérica, Christopher Reynolds, se mostró arrepentido por lo sucedido, aunque el portavoz de la compañía no aludió a lo dicho por Holder respecto al reconocimiento de que engañó y ocultó datos a las autoridades.
“Llegar a este acuerdo, aunque ha sido difícil, es un gran paso para dejar atrás este desgraciado capítulo”, dijo Reynolds.
“Hemos realizado cambios fundamentales en todas nuestras operaciones globales para ser una compañía más receptiva, escuchar mejor las necesidades de nuestros clientes y tomar acciones de forma proactiva para servirles”, añadió.
Toyota enumeró las acciones que ha emprendido desde 2009 para mejorar su respuesta ante nuevas llamadas a revisión y evitar que se repitan los hechos de hace cuatro años.
Los problemas para Toyota se iniciaron en septiembre de 2009, tras meses de denuncias públicas de los consumidores, cuando la empresa llamó a revisión a casi 4 millones de vehículos en Estados Unidos al advertir que la alfombrilla situada en el lado del conductor interfería con los pedales y aceleraba los vehículos.
La presión pública, alimentada por la publicación de la llamada al 911 que un conductor realizó mientras su vehículo aceleraba de forma descontrolada y que terminó con la muerte de varios de los ocupantes, obligó a Toyota a realizar otras revisiones masivas.
En enero de 2010, Toyota suspendió la venta y producción de ocho modelos de automóviles por los problemas con la alfombrilla y el mal diseño del pedal del acelerador, una medida sin precedentes en la historia del automóvil.
Poco después, las autoridades estadounidenses anunciaron una investigación sobre los problemas en los frenos del Toyota Prius 2010, mientras las ventas de sus automóviles se desplomaba en Norteamérica.
En abril de ese año, la Administración Nacional para la Seguridad en la Carretera de Estados Unidos (NHTSA) impuso al fabricante una multa de 16,3 millones de dólares (unos 11,7 millones de euros), la mayor posible, por ocultar los defectos durante meses.
El entonces titular del Departamento de Transporte, Ray LaHood, dijo tener “las pruebas de que Toyota no cumplió con sus obligaciones. Lo que es peor, a sabiendas durante meses ocultaron a las autoridades de EEUU un peligroso defecto y no actuaron para proteger millones de conductores”.