Zuckerberg, comprar para no quedarse fuera del baile
Cuando seas mayor comerás huevos afirma el refranero español, un festín del que Facebook ya se siente dispuesto a formar parte. La compra de WhatsApp por parte de la red social y el elevado importe de la operación dan muestra de las ganas que tiene Facebook por entrar a jugar en la liga de las grandes empresas tecnológicas y que para ello no le ha importado rascarse el bolsillo. La empresa fundada por Mark Zuckerberg abonará hasta 19.000 millones de dólares, unos 13.860 millones de euros, por la aplicación de mensajería instantánea.
Un importe por debajo de los 25.000 millones de dólares que pagó HP por Compaq en 2011, pero más elevado que cualquiera de las adquisiciones realizadas por Google (Motorola Mobility), Microsoft (Skype) o Apple, que no ha llegado nunca a abonar más de 1.000 millones de dólares por una empresa. Y una cifra 19 veces mayor que los 1.000 millones de dólares que abonó la red social por Instagram, que en su momento fueron considerados excesivos por el mercado.
Ahora, los 3.000 millones de dólares (2.300 millones de euros) que Facebook ofreció a Snapchat, y que los fundadores de la aplicación de mensajería instantánea, que permite el borrado automático de los archivos, rechazaron por considerarla insuficiente, se antojan poco más que una minucia.
Pero más allá de las grandes cifras, Facebook deberá ser capaz de rentabilizar la compra de una app que, según han asegurado tanto Zuckerberg como los fundadores de WhatsApp, seguirá sin tener publicidad y mantendrá su independencia. ¿Mantendrán el precio de un dólar (0,85 euros) que los clientes de la aplicación pagan cada año por el servicio?
Lo cierto es que pese a las dudas iniciales del mercado Facebook ha logrado rentabilizar su negocio móvil mediante la publicidad. La red social situó su beneficio por encima de los 1.000 millones de dólares en 2013 gracias a los ingresos por publicidad, en la que el móvil supone ya el 53%.
La utilización de los datos personales que guarda el servicio de mensajería instantánea es algo que preocupa y mucho tanto en el sector como entre los usuarios de la app. Las dos partes de la operación han insistido en que WhatsApp “mantendrá su autonomía y que operará con independencia”, pero lo cierto es que el mensaje suena similar al lanzado por Facebook tras adquirir Instagram, pese a que meses después optó por cambiar la política de privacidad para integrar los datos de la app de fotos en la red social, provocando fuertes críticas por parte de los usuarios. Y es que la base de datos de WhatsApp (número de teléfono, contactos, grupos, cuentas bancarias o imágenes) se antoja cuanto menos atractiva para una red social que no quiere perder el paso frente a otras plataformas y apps y que para ello no duda en tirar de la chequera.
La compra de WhatsApp se considera, desde el sector, como un intento de Facebook por mantenerse trendy, es decir, seguir gustando al público más joven que se ha ido decantando y ha optado por otras aplicaciones como Snapchat, con mayor presencia de imágenes y vídeos, y que ha reducido su exposición a la red social. Además, afianza la presencia de Facebook en mercados como Europa y América Latina, donde WhatsApp tiene una mayor presencia, pese al crecimiento de otras apps como Line, Wechat o Telegram.
Pero la adquisición ofrece también otro mensaje: Facebook está necesitando salir fuera para lograr lanzar nuevos productos. Los últimos proyectos que ha sacado adelante Facebook no han tenido el éxito esperado. Así sucedió con Facebook Phone, el terminal Android que lanzó en 2013 junto a HTC, que tenía preinstalada la aplicación Facebook Home y que no llegó a lanzarse en el mercado británico. Pero también con Poke, su imitación de Snapchat, o con su servicio de correo electrónico, que llegó a ser definido por Zuckerberg en 2010 como un “e-mail killer”.