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Joaquín Rivero planta batalla a la mayor sociedad de capital riesgo del mundo

"Blackstone cree que con el dinero se resuelve todo"

Rivero ha demandado a Blackstone por la compra de deuda asociada a Gecina Cree que Metrovacesa venderá a Blackstone y Credit Agricole más de un 15% de Gecina

Joaquín Rivero, presidente de Bami, ayer en Madrid.
Joaquín Rivero, presidente de Bami, ayer en Madrid.Pablo Monge.

Cualquiera diría que esta vez, sí, Joaquín Rivero (Jerez, 1943) ha sido derrotado. Con varios frentes judiciales abiertos –demandado por la CNMV, por la inmobiliaria francesa Gecina, Metrovacesa, el Frob– y con empresas en concurso –Bami se declaró en concurso el pasado mes de junio con 627 millones de deuda y Alteco, propietaria del 16% de Gecina, lo hizo en octubre de 2012– cualquiera diría que el tiempo de Rivero ha pasado. Aquel en el que los cachorros del boom inmobiliario español (los Sanahuja, Luis Portillo, Díaz de Mera, los Soler) hacían piña bajo su presidencia a bordo de la que fuera una de las mayores inmobiliarias europeas, Metrovacesa. Y que por eso ahora Blackstone, la mayor sociedad de capital riesgo del mundo, aprovechando la debilidad financiera del zorro plateado del ladrillo español, se ha hecho con su participación en Gecina, valorada en 800 millones.

Pero no es la primera vez que Rivero se enfrenta a contrincantes mucho mayores. Ya lo hizo en los años noventa cuando adquirió Bami tomando la participación de Banco Central Hispano; o cuando, en el año 2000, a través de Bami, lanzó una opa sobre Zabálburu; o cuando frenó una opa hostil de los italianos Francesco Gaetano Caltagirone y Alfio Marchini sobre Metrovacesa; o cuando compró Gecina, por más de 5.000 millones; o cuando forzó a la familia Sanahuja a un reparto de Metrovacesa satisfactorio para sus intereses. “Yo no tengo títulos universitarios, mi formación es otra, más a la antigua: trabajo y ganar y luchar...”, comenta en una entrevista mantenida ayer con este diario, la primera en más de dos años. “Lucharé durante años si hace falta contra Blackstone”, advierte.

“No entiendo la forma de trabajar de esta sociedad, su falta de transparencia”, dice, “se cree que con el dinero se resuelve todo”. Blackstone –que el pasado mes de octubre vendió la empresa murciana de envases metálicos Mivisa por 1.200 millones de euros, que gestiona activos valorados en más de 100.000 millones– ha adquirido la participación de Joaquín Rivero, a través de Alteco, en Gecina de forma irregular, en opinión del empresario español.

La deuda de Alteco estaba garantizada con las mismas acciones que Alteco compró de Gecina, en 2005; a mediados de 2012 los bancos que prestaron a Rivero el dinero, más de 1.600 millones, para comprar el 16% de la inmobiliaria francesa se propusieron ejecutar las garantías y hacerse con los títulos de Gecina. Pero Rivero se adelantó y declaró en concurso de acreedores a Alteco, impidiéndose en teoría que las garantías fueran ejecutadas.

Es entonces cuando apareció Blackstone comprando la deuda de las entidades financieras. A pesar de que el juez del mercantil que declarara en concurso a Alteco impuso medidas cautelares sobre las acciones, Blackstone se ha hecho con la participación de Alteco en Gecina. Lo ha logrado vía Luxemburgo, donde están registradas las prendas de las acciones y donde una juez ha dictado que Blackstone debía ejecutar y quedarse con la participación de Rivero en Gecina, como así ha hecho hace dos semanas.

El presidente de Bami pone en duda el proceso legal en Luxemburgo. “La jueza designada es una juez de barrio... que una juez de un distrito de Luxemburgo se haga cargo de un caso de 1.500 millones de euros que ya está en los tribunales de Madrid y de París, me parece un poco arriesgado”, lamenta.

“Vamos a recurrir el fallo de Luxemburgo”, señala Rivero. “Blackstone se ha saltado la legislación española, la francesa y la europea”, sostiene. “Sólo quiero que Blackstone pague lo que diga la ley que debe pagar, como estaba acordado en el contrato de préstamo en caso de liquidación: venta de las acciones de Gecina a un volumen del 3% diario y a un precio mínimo de 92 euros por acción”.

“El precio al que Alteco pagó las acciones de Gecina fue de 128 euros”, subraya Rivero, “y la aguanté hasta que bajó a 39 euros; ahora Blackstone pretendía quedarse las acciones a unos 70 euros vulnerando lo que dicen los jueces mercantiles españoles, al final lo ha hecho por 91,23 euros”, explica.

“El juez español fijó una medida cautelar que sigue hoy vigente, las garantías no se pueden ejecutar, así que estamos a la espera de que el juez estime o no la continuidad de esa cautelar”, explica Rivero. “Hemos presentado un escrito en el juzgado solicitando que se cumplan las cautelares”, añade.

Antes de que Blackstone se hiciera con las acciones de Gecina vía Luxemburgo, Rivero había demandado ya a la sociedad estadounidense. El empresario jerezano afirma que Blackstone, aliada con Caisse de dépôt et placement du Québec, se hizo con la deuda de Alteco empleando “como testaferros a entidades financieras –Merrill Lynch, Bank of America, Bankia, Tiber Spain– para eludir posibles responsabilidades societarias, para que después sea una sociedad de Blackstone (Eliseo) la que se ha quedado con esas acciones, ¿cuánto ha pagado Blackstone por esa deuda? ¿dónde lo han pagado?”, se pregunta.

A mediados del pasado año Metrovacesa anunció la puesta a la venta de su 27% en Gecina. Rivero considera que la inmobiliaria española “venderá su deuda que corresponde a cerca de un 8% de esa participación a Blackstone, y otra participación similar a Credit Agricole, sin que lleguen a alcanzar el 30% a partir del cual deberían lanzar una opa”.

¿Logrará Rivero doblegar a Blackstone y provocar que la sociedad estadounidense pague más por Gecina? “A final de año hablamos”, dice.

“No siento rencor hacia los Sanahuja”

Quizá Joaquín Rivero no estaría hoy pleiteando contra Blackstone por retener acciones de Gecina si en 2006 la familia Sanahuja, entonces primer accionista de Metrovacesa, no iniciara una batalla por el control del grupo tratando de desbancar de la presidencia a Rivero.

Esa lucha en el seno de la mayor inmobiliaria española terminó con el reparto de la compañía. Los Sanahuja se quedaron con Metrovacesa, y Rivero con parte de Gecina, en muy resumidas cuentas. Sanahuja no pudo mantener más de unos meses su participación en Metrovacesa, dejando finalmente sus acciones en manos de la banca acreedora a cambio de reducir deuda. Su sociedad familiar, Sacresa, se declaró en concurso, uno de los mayores de la historia empresarial española, con más de 2.000 millones de deuda. En opinión de Rivero, se perdió la oportunidad de convertir a Metrovacesa en una de las grandes líderes del sector en Europa. “No siento ningún rencor hacia los Sanahuja, creo que se equivocaron, nada más”, dice ahora.

Metrovacesa lanzó una opa sobre Gecina en el año 2005 valorada en 5.500 millones de euros, la mayor operación inmobiliaria hasta entonces en Europa, estando presidida por Joaquín Rivero. Unos meses antes Colonial se había hecho con otra inmobiliaria francesa, SFL. Después Realia adquirió Siic de París y Testa, inmobiliaria de Sacyr, compró un rascacielos en París, torre Adriá. En la actualidad, las inmobiliarias españolas están replegándose del mercado francés. Metrovacesa, que aun mantiene el 27% de Gecina, ha puesto su participación a la venta; Colonial, que trata de ampliar capital por 1.000 millones, pretende vender el 20% del 53% que todavía retiene en SFL; los dueños de Realia, FCC y Bankia, tienen a la venta la inmobiliaria; y Testa vendió el pasado año la mayoría de su participación en el capital de la sociedad propietaria de la torre en París.

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