A los loteros también les toca el Gordo
El premio Gordo de Navidad puede suponer un cambio de vida radical para los premiados, pero también para las administraciones que lo venden
Despedirse del trabajo, pagar de golpe la hipoteca o lanzarse a viajar por el mundo son algunas de las historias sobre los ganadores del Gordo de la Lotería de Navidad que demuestran cómo un premio de ese tamaño supone un cambio radical para los afortunados, aunque no son los únicos que ven alterada su vida: también los loteros que lo venden ven como sus ventas se disparan.
“Me quedé sin lotería a partir del 1 de diciembre, ya he tenido que pedir siete u ocho veces que me manden más”, asegura a Europa Press Javier Gutiérrez, de la Administración número 12 de Alcalá de Henares (Madrid), que el año pasado repartió el Gordo.
El hecho de vender un premio importante de la Lotería de Navidad supone un verdadero talismán para las administraciones, que ven, al menos durante los primeros años, cómo sus ventas crecen por los clientes que, por superstición o cualquier otro motivo, buscan a las administraciones que han repartido más millones con la esperanza de repetir suerte, según aseguran loteros que han repartido el Gordo en los últimos años.
“Vendo como tres o cuatro de lo que vendía, viene mucha gente de fuera a comprar”, reconoce María Pilar Azagra, de la Administración de Grañén (Huesca), que vendió el primer premio en 2011. Como en el caso del lotero de Alcalá de Henares, a estas alturas ya le queda poca lotería por vender, “series sueltas y poco más, muy poquita”.
Sin embargo, el efecto que tiene el Gordo en los loteros apenas se puede comparar con el impacto que supone para una persona ganarlo. Algunos de los administradores de Loterías han conservado la relación con las personas a las que vendieron el premio Gordo y recuerdan cómo les ha cambiado la vida. Es el caso de Antonio Muñoz, de la Administración 7 de Cerdanyola del Vallé (Barcelona), que en 2010 repartió 276 millones de euros.
Recuerda que este año ha vuelto a la administración a comprar lotería una mujer a la que en 2010 le vendió cinco décimos que luego fueron premiados con el Gordo. Cuatro eran para su familia y el otro para ella, aunque antes de que se celebrara el sorteo decidió regalárselo a una vecina, que estaba en silla de ruedas y no tenía medios para cambiarse de la casa en la que estaba en alquiler, sin ascensor.
El número fue premiado con el Gordo “y la vecina por fin pudo cambiarse a un piso con ascensor”, recuerda Muñoz. Este año la mujer que regaló el décimo “ha vuelto a estar iluminada” y ha provocado un pequeño revuelo en el pueblo al afirmar que sabe qué número va a tocar. “ Está viniendo todo el mundo a buscar ese número”, reconoce el lotero.
Retirarse, el sueño de muchos
Ese mismo año el dueño de una pequeña empresa de la zona decidió comprar en la misma administración lotería de Navidad para él y para los empleados de su compañía. Tras ganar el Gordo, decidió dejar de trabajar y vender la empresa a sus propios trabajadores. “Ahora está retirado y todavía compra lotería aquí de vez en cuando”, señala el lotero.
Otros a los que el premio Gordo dio un vuelco a su situación laboral fueron los trabajadores de la fábrica Cametal de Alcalá de Henares, que se encontraba en concurso de acreedores cuando el premio cayó en 2012 entre la plantilla, que llevaba cinco meses sin cobrar. “Algunos han dejado de trabajar y han invertido su dinero en otras cosas”, comenta Javier, el lotero que vendió el premio.
Tapar agujeros, pagar la hipoteca o ayudar a la familia son los planes de los que más hablan los afortunados en ese momento en el que las cámaras de televisión les retratan frente a la administración tras haberse enterado de que han ganado el Gordo. “Entonces prometen muchas cosas, pero luego nada, ni un ramo de flores”, recuerda con humor Mercedes, de la Administración 146 de Madrid, que repartió el premio en 2009.
En general, cuando se les pregunta, los loteros son reacios a contar las historias de los ganadores. Loterías tampoco facilita su identidad. “La mayoría de la gente no dice que le toca, no nos enteramos de muchas cosas”, reconoce Mercedes. Los ganadores prefieren mantener oculta su identidad, aunque según comentan los loteros la lluvia de millones que viene tras la Lotería de Navidad se deja notar en la geografía de los pueblos en los que cae, aparecen coches nuevos o casas levantadas en poco tiempo.
Ahora, a pocos días del sorteo, los propietarios de las administraciones apuran hasta el último momento para vender toda la lotería que les queda. El lotero que repartió el Gordo en 2010 en Cerdanyola del Vallé (Barcelona) recuerda el caso extremo de una chica ese año. “Normalmente tenemos que devolver la lotería el día 21 hasta las ocho de la noche, pero ese año nos pasaron una circular diciendo que con internet podíamos alargarlo”, rememora.
Cuando ya tenían los cierres a medio bajar, “se asomó una chica y preguntó cuánto valía la lotería. Le dije que 20 euros y le pareció caro porque estaba en el paro, pero me dijo que iba a subir a casa y si tenía 20 euros bajaba lo compraba”, recuerda. Finalmente, la chica bajó y se hizo con un décímo que valía un premio Gordo. “Si hubiéramos devuelto todo no hubiéramos tenido lotería. Lo compró en el último momento”.