Casi al límite, el Senado de EE UU se acerca a un acuerdo sobre el techo de deuda
Demócratas y republicanos en el Senado se acercaron hoy un poco más a un acuerdo para desbloquear temporalmente el presupuesto y elevar el techo de deuda que mantiene vivo el riesgo de la suspensión de pagos antes de que termine esta semana.
Tanto el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, como el de la minoría republicana, Mitch McConnell, dijeron hoy que son “optimistas” y confían en que los avances logrados en privado puedan desembocar en el anuncio de un plan de consenso mañana mismo.
Reid aseguró que hoy se ha realizado “un tremendo progreso” para alcanzar un acuerdo, aunque, admitió, “no se está ahí aún”, al tiempo que avisó de que no todas las posturas estarán contentas con el resultado final.
“Si tenemos suerte, quizá mañana será un buen día”, dijo Reid en el Senado, en un guiño sobre la posibilidad de un acuerdo que pondría toda la presión para acabar con la parálisis en la Cámara de Representantes, que controlan los republicanos.
El republicano McConnell dijo a su vez que se han alcanzado “progresos sustanciales” y se ha avanzado hacia un acuerdo.
Los líderes de ambos partidos en el Senado discutieron hoy un plan que, según el diario Washington Post, desbloquearía las asignaciones presupuestarias hasta el 15 enero y acabar así, por el momento, con el cierre parcial de la administración pública.
Ese mismo acuerdo aumentaría el techo de endeudamiento de Estados Unidos, actualmente en los 16,7 billones de dólares, para que se puedan financiar las operaciones del Tesoro hasta mediados de febrero, lo que daría más tiempo para negociar planes de reducción de déficit a largo plazo.
La cercanía de un acuerdo en la Cámara Alta hizo que la Casa Blanca cancelara esta tarde una reunión entre el presidente estadounidense, Barack Obama, con los representantes de ambos partidos en el Congreso para dar más tiempo a las negociaciones.
Obama tenía previsto sentarse a dialogar hoy con Reid, McConnell y con los líderes de la Cámara Baja; el de la mayoría republicana, John Boehner, y de la minoría demócrata, Nancy Pelosi.
Antes de que ese encuentro fuera cancelado para no interrumpir las conversaciones en el Capitolio, el presidente Obama advirtió de que el acuerdo en el Congreso se debe dar “esta semana”, ya que en caso contrario el país se enfrenta a una “devastadora” suspensión de pagos al no poder aumentar el límite para endeudarse.
Desde una cocina que provee comida a los necesitados y en la que trabajan como voluntarios funcionarios afectados por el “cierre”, el presidente reconoció que “ha habido progresos” y que las partes han aceptado que no se va a poder superar “todas las diferencias de una vez”.
Con la garantía de que la administración pública funcionará de nuevo hasta en 15 de enero, los dos partidos mayoritarios en Estados Unidos podrían sentarse a negociar un plan presupuestario y de reducción del déficit a largo plazo que se ha resistido durante más de cuatro años.
Para ello, se creará un comité presupuestario bicameral que deberá presentar sus resultados antes del 13 de diciembre.
El Congreso tendría hasta mediados de enero para afinar una estrategia fiscal y de gasto que sustituya a los recortes automáticos, que comenzaron a ejecutarse en marzo de este año y que desencadenarán una segunda ronda de reducción del gasto a comienzos de 2014.
Según la ley presupuestaria actual, los recortes automáticos rebajarían las asignaciones presupuestarias previstas en 19.000 millones de dólares hasta los 967.000 millones de dólares para el ejercicio fiscal.
Los demócratas han intentado sustituir los recortes automáticos con ahorros mejor distribuidos y compaginarlos con una aumento de los ingresos fiscales, mientras que algunos republicanos quieren que se mantengan los recortes, siempre que recaigan con más peso sobre el gasto social.
No obstante, el acuerdo no es una garantía de que de nuevo el Congreso se vuelva a ver ante la eventualidad de una suspensión de pagos o de un estancamiento de los mecanismos legislativos, especialmente por la imposibilidad de que demócratas y republicanos concilien posturas en la Cámara de Representantes.