Emprendedores sociales, algo más que empresarios
Todos los emprendedores que montan un negocio tienen el objetivo de crear riqueza y trabajo. Pero hay algunos que adquieren además un papel que va mucho más allá, el de producir un servicio que ofrezca una solución a ciertos problemas de la sociedad. Hablamos de los emprendedores sociales, cuya labor y tiempo deben estar enfocados a mejorar el entorno al mismo tiempo de ser rentables en el ámbito económico, algo que resulta realmente complicado. Es aquí donde entran en juego instituciones como Ashoka, una organización internacional que cuenta con más de 3.000 emprendedores sociales en un total de 72 países, entre ellos España, donde ha dado apoyo por el momento a 22 de ellos.
Ashoka identifica al emprendedor y le da ayuda económica durante tres años para que cubra todos los gastos generados y pueda dedicarse a tiempo completo a desarrollar su idea. La organización hace también de consultoría estratégica, además de propiciar el contacto con otros emprendedores y con determinadas empresas. Estas últimas, conscientes del impacto que está teniendo este tipo de emprendimiento, han querido aportar su grano de arena a la causa con patrocinios. Entre ellas se cuentan BBVA, Fundación Once, Grupo Vips o Fundación Botín.
Estos proyectos se atreven con todos los sectores económicos, desde el reciclaje hasta las tecnologías de la información. Y siempre persiguen beneficiar a algún colectivo excluido. Un ingeniero en telecomunicaciones, una licenciada en químicas, una mujer superviviente a la violencia machista y una química agrícola son algunos de los muchos emprendedores sociales españoles que han podido materializar sus innovadoras ideas.
Comunicación para salvar vidas
De mujer maltratada a empleada de cara al público
Ana Bella sobrevivió a la violencia de género y creó en 2006 la fundación que lleva su nombre con el objetivo de ayudar a mujeres que hayan pasado por lo mismo. Y nada mejor para ello que encontrarles trabajo en talleres propios de confección y distribución de moda. Apoyada por entidades como La Caixa o el Banco Santander, ayuda a cerca de 1.200 mujeres cada año.
Esta sevillana de 41 años aspira a que las víctimas de la violencia se conviertan en agentes de cambio en la sociedad y por lo tanto, también en las empresas en las que trabajen. “Somos supervivientes y queremos ser visibles”, explica Ana.
La principal ayuda ha venido de la mano de Danone, que ha contratado a muchas de ellas como embajadoras de su firma (azafatas). “No queremos estar escondidas, hemos sobrevivido y queremos demostrar nuestras ganas y nuestro potencial”, concluye Ana.
Andrés Martínez, leonés y licenciado en ingeniería de telecomunicaciones, dirige Enlace Hispano Americano de Salud (EHAS), una fundación que trabaja para mejorar la atención sanitaria en las regiones rurales de países en vías de desarrollo. Pero además ha sido capaz de desarrollar redes inalámbricas de larga distancia que permiten una comunicación continua y directa entre el personal, los centros sanitarios y los médicos profesionales de centros muy alejados entre sí. Andrés está consiguiendo vender sus productos e ideas a los ministerios de salud de estos países. Es tal la efectividad demostrada que son los propios departamentos sanitarios de los Estados quienes se están ofreciendo para invertir en su proyecto, que cuenta además con la colaboración de la Universidad Politécnica de Madrid y la Universidad Rey Juan Carlos.
La idea surgió cuando Andrés llegó a la selva de Perú y vio una gran deficiencia en los sistemas de salud, debido en gran medida a la falta de sistemas de comunicación adecuados. “Si los enfermos y el personal auxiliar de las áreas más remotas no pueden ponerse en contacto con los médicos especializados, se pierde un tiempo que puede ser vital”, explica. Su infraestructura permite intercambiar en tiempo real datos de vigilancia epidemiológica en materia de prevención de enfermedades y posibilita también la formación virtual del personal técnico de las zonas aisladas. “De esta forma, es mucho más rápido y eficaz el envío y la obtención de información sobre los enfermos, así como la coordinación del traslado de los pacientes más graves”.
Una prioridad ha sido ayudar a reducir la mortalidad materna. “Hemos lanzado una mochila equipada con un ecógrafo portátil alimentado por el sol y un artilugio con el que poder analizar la sangre. Esto facilita mucho el trabajo”.
Estas innovaciones se han implantado en 170 centros de salud y han mejorado la atención médica de más de 150.000 personas, pudiendo detectar a tiempo el 85% de las emergencias en las zonas en las que se trabaja.
Pintura contra la malaria
Pilar Mateo también ha logrado sacar rentabilidad y rendimiento social de su proyecto. “Se puede decir que vacunamos las casas”, comenta. Esta valenciana de 54 años y licenciada en químicas está al frente de la organización Pilar Mateo, Ciencia y Conocimiento en Acción. Su objetivo: erradicar enfermedades endémicas en el tercer mundo.
Pilar ha creado Inesfly 5A IGR, una tecnología basada en la microencapsulación de biopolímeros que logra detener el crecimiento de los insectos que transmiten enfermedades como el chagas, la malaria o el dengue. Esa sustancia se mezcla con una pintura especial, que es aplicada en las casas . Y ha funcionado: de este modo se consigue eliminar los insectos que se alojan y se reproducen en las paredes. “En Bolivia hemos pintado más de 300.000 viviendas y la pintura se está probando en otras zonas de América Latina y de África”, explica Pilar. “En Ghana estamos construyendo una fábrica de 10.000 m2 para producir el producto, y emplearemos a gente de allí”, añade.
La micro encapsulación, que también puede utilizarse contra otros parásitos e insectos, no ha pasado inadvertida entre las grandes multinacionales. Pilar vende su producto a compañías interesadas en combatir las plagas en el sector agrícola, a varias empresas veterinarias y a ciudades de países como India, China o EE UU para combatir las plagas de cucarachas en las alcantarillas. Otro ejemplo más de que una idea lucrativa puede mejorar de paso la vida de muchas personas.
Alimentos de calidad que cuidan el medio ambiente
Son tres socios. Beatriz Fadón, Alfonso Ábalos y Nicholas Sharpe están contribuyendo a la protección del medio ambiente a la vez que al crecimiento de su empresa. Red Calea es una agrupación comprometida con los valores de la agroecología en el norte de Extremadura. Trabajan con los agricultores de la zona ayudándoles en sus proyectos, crean puestos de trabajo y al mismo tiempo ofrecen productos sanos y de calidad, tanto a clientes particulares como a grupos de consumo y tiendas distribuidoras. Además, la empresa ofrece formación, estudios agroambientales, asesoramiento en obras de ingeniería y actividades de educación agroecológica para los más pequeños.
A raíz del proyecto, ha sido creado el colectivo Extremadura Sana, que integra a 50 empresas y asociaciones del sector de la producción ecológica y la asistencia técnica en agroecología.