Sobrevivir a cuatro relevos generacionales
La distribuidora de combustibles Babé y Cía cumple 125 años en manos de la misma familia fundadora luego de superar cuatro sucesiones y tres cambios de negocio
Las estadísticas dicen que pocas empresas familiares consiguen sobrevivir a su fundador y que aún son menos las que pasan a sus nietos.
Pero la experiencia de Babé y Cía demuestra que no es imposible.
Mientras que los conflictos entre parientes han puesto en apuros a firmas como L’Oréal, Eulen, Galletas Gullón y Llongueras, esta distribuidora de combustibles cumplió en mayo 125 años de operaciones sin haber dejado nunca de pertenecer a la misma familia, que aún hoy posee el 100% del capital social.
El mérito es doble porque a lo largo de ese tiempo ha debido lidiar con dos guerras, tres cambios de modelo de negocio y hasta cuatro relevos generacionales.
En sus inicios, la compañía refinaba petróleo que traía de EE UU
“Es un ejemplo de excelencia en gobierno corporativo”, comenta Jaume Llopis, profesor de la escuela de negocios IESE y consejero externo de la empresa desde 2009. “Si el grupo ha cumplido 125 años a pesar de todas las vicisitudes, ha sido porque ha sabido ir adaptando su estrategia a los cambios del mercado”, explica.
Babé y Cía fue en sus inicios, en 1887, una refinería de petróleo, la primera que se instaló en Galicia y una de las primeras de España.
Evaristo Babé y Geli, alcalde de La Coruña, y otros cinco socios constituyeron la sociedad, que importaba el crudo de Estados Unidos a bordo de un bergantín goleta y lo destilaba en la antigua playa de Guixar; toda una aventura para la época, ya que en aquel entonces el petróleo solo servía para encender las farolas (no existía el alumbrado eléctrico) y el uso de vehículos a motor todavía no se había extendido.
La empresa se mantuvo en esta actividad hasta 1927, cuando la dictadura de Primo de Rivera expropió todas las refinerías en favor de la compañía estatal Campsa. En compensación, Babé recibió la distribución exclusiva del combustible en Pontevedra y Orense.
Por primera vez en más de un siglo, la dirección recae en una mujer
En los años siguientes, la antigüedad de los camiones y las dificultades para conseguir repuestos a causa de la Guerra Civil y la posguerra estuvieron a punto de ocasionar la quiebra de la sociedad, situación de la que no se repondría del todo hasta los sesenta, cuando el inicio de la industrialización de España favoreció su modernización.
Las reglas de juego volvieron a cambiar en 1992 con la liberalización del mercado, condición para la entrada del país en la UE. El fin del monopolio obligó a Babé a presentarse a concursos para ganar contratos más pequeños con Cepsa, que heredó el negocio de Campsa en Galicia.
El grupo sorteó esta nueva situación negociando con Cepsa acuerdos de no exclusividad que le permitieron ampliar su cartera de clientes y prestar servicios de transporte a otras petroleras como Galp, Shell y BP en Asturias, Castilla y León, País Vasco y Navarra.
La expansión de la actividad llevó a Babé a establecer bases para sus camiones en La Coruña, Gijón, Bilbao, Valladolid y Burgos. De este modo, pasó a tener presencia en todo el noroeste peninsular.
En 2003 asumen el control los bisnietos de Babé y Geli, quienes deciden diversificar el negocio transportando otras mercancías además de hidrocarburos. Con ese fin, cuatro de las seis ramas familiares que inicialmente eran accionistas de Babé aportan fondos para constituir el holding Bencina Inversiones, que agrupa a las nuevas unidades.
En alianza con terceros, con los que invierte a partes iguales, la sociedad crea empresas para el transporte de contenedores (Transportes Portuarios Gallegos y su filial portuguesa Luso Galaicos), bloques de granito (Lavigrani), productos en frío para Mercadona (Frío Pandión) y otros productos (Cigasa).
Además, en 2005 compra Trasnosa, una división del operador logístico Transmol especializada en el transporte de asfaltos, lo cual permite al grupo sumar a su oferta de transporte de hidrocarburos ligeros el de pesados.
Pero quizá la decisión más trascendente de la actual administración ha sido la de profesionalizar la gestión con la incorporación al consejo de administración de tres profesionales independientes y el establecimiento en 2010 de un protocolo que regula la relación entre la familia y la empresa. “Ha sido firmado ante notario, por lo que se trata de un documento público y oficial”, destaca Llopis.
“El protocolo contempla mi sucesión y ha creado un consejo de familia que asegura su cumplimiento”, subraya Javier González-Babé Ozores, actual presidente del grupo y promotor de la idea.
Por si fuera poco, la dirección ejecutiva de la empresa, que durante más de un siglo había recaído siempre en el varón de mayor edad, se encomendó por primera vez a una mujer, Cristina González-Babé Mateos, sobrina de Javier y tataranieta de Evaristo.
Cristina, que dejó su carrera en el mundo financiero para ocuparse del día a día del negocio familiar, ha lanzado el Reto Babé 2025, un plan que define cómo quiere que sea la compañía ese año. Ella lo tiene claro. “Mi ilusión es que seamos líderes en todo el noroeste de España, un poco más grandes y sólidos, y que prestemos servicios de transporte internacional”.
Caso de estudio en las cátedras de IESE
La trayectoria de Babé es caso de estudio en IESE porque, según Jaume Llopis, profesor de la escuela de negocios, reúne cinco cualidades fundamentales para el éxito de una empresa familiar: espíritu emprendedor, capacidad de adaptación a los cambios del mercado, transmisión de los valores de la familia propietaria de una generación a otra, gobernanza corporativa y preparación de la sucesión.
“Pese a estar en quiebra, el grupo fue capaz de adaptar su modelo de negocio a las circunstancias y hacer sacrificios si la situación lo exigía”, señala.
Así, cuando ha sido preciso, los accionistas han renunciado al cobro de dividendos y los trabajadores a sus sueldos con tal de asegurar la continuidad de la empresa.
Datos básicos
Facturación
La diversificación de negocios y clientes ha permitido a la compañía seguir creciendo a pesar de la caída de los fletes y el alza del coste del petróleo. En los últimos cinco años, la facturación del grupo, sumando las siete empresas que lo componen, ha aumentado un 46%, al pasar de los 17,3 millones de euros de 2009 a los 25,4 que prevé ingresar este año. Solo Babé y Cía, la empresa matriz, aportará al total de este año 11,5 millones.
Flota
La sociedad mueve a diario unos 200 camiones en su zona de influencia, que es el cuadrante noroeste de la Península (Lisboa, Madrid, Irún y La Coruña). De estos, 75 son propios y el resto de autónomos. El grupo también dispone de 106 cisternas, 100 plataformas para contenedores, 10 para transporte de granito y 7 furgones de frío.
Empleados
La plantilla se ha mantenido en los últimos cinco años en el orden de los 112 trabajadores, de los que actualmente 16 son administrativos y 96, choferes.
Clientes
Babé y cía transporta combustible de Cepsa, Galp, BP y Disa, que gestiona las gasolineras de Shell. Trasnosa, por su parte, presta servicios a Repsol y Probisa.
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