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Cuenta atrás para las subastas

¿Y si es cierto que se desinfla el interés por NCG y Catalunya Banc?

Santander y BBVA ya han logrado llevarse a gran parte de sus mejores clientes y negocio

Las subastas de Novagalicia (NCG) y de Catalunya Banc no pueden quedarse desiertas. Si no hay interés por su adquisición no se llevarán a cabo. Este es el mensaje que el Gobierno ha trasladado a los bancos potencialmente interesados en presentar una oferta vinculante antes del verano.

Si no hay interés por parte de Santander, BBVA y Caixabank las subastas no se convocarían, algo que volvería a suponer un nuevo y gran fiasco para el Gobierno. Hay que tener en cuenta que el FROB ya convocó dos subastas en el caso de Catalunya Banc, y ambas terminaron en fracaso.

Para hacer atractivas estas subastas el Gobierno ha decidido dar su brazo a torcer y donde dije digo, digo Diego: habrá ayudas públicas para ambas operaciones, que vendrán bien vía activación de los créditos fiscales, bien a través de un esquema de protección de activos (EPA). O ambas fórmulas.

Pero lo que parecía una respuesta a las exigencias de la banca para participar en estos procesos ha dado un vuelco que puede trastocar nuevamente los planes del Gobierno.

Inicialmente BBVA, que ya adquirió Unnim el pasado año por un euro con lo que ha duplicado su cuota de mercado en Cataluña, estaría más interesado en la firma gallega. Mientras que Santander, que aún no ha adquirido nada en este proceso de reestructuración, preferiría expandirse por el mercado catalán, razón por la que optaría sobre todo por Catalunya Banc.

Caixabank también ha confirmado que está interesada en ofertar por las dos marcas nacionalizadas, pero parece que su interés es secundario. En este proceso ya ha adquirido tres marcas: Caixa Girona, una caja muy pequeña, Banca Cívica, más grande y por la que no recibió ayudas, y Banco de Valencia, cuyas aportaciones públicas cubrieron incluso su falta en la anterior operación.

Pero el interés inicial que motivó a estas entidades en reclamar la subasta de estas firmas intervenidas hace ya más de un año y medio se ha desinflado.

La tardanza en convocar unas subastas con ayudas públicas tras la limpieza de sus balances y de haber iniciado su reestructuración han deteriorado tanto a estas entidades que han perdido una parte de su atractivo para sus posibles interesados. Una parte significativa de su negocio y de sus clientes han pasado a los bancos sanos, que se han convertido en las entidades refugio de estos usuarios bancarios.

La fuga de clientes ha sido tan elevada en Bankia, Novagalicia y Catalunya Banc sobre todo, pero también en el resto de las entidades con ayudas como BMN, Liberbank, Ceiss y Caja3, que lo que hace un año y medio era un potencial de crecimiento para la gran banca se ha convertido ahora en un potencial dolor de cabeza.

Santander y BBVA han logrado exprimir a estas entidades nacionalizadas y consideran que les han podido sacar ya casi todo su jugo. En este año y medio ambos bancos han logrado llevarse alrededor de 60.000 millones de euros en depósitos de las antiguas cajas. BBVA y Santander han captado cada uno aproximadamente unos 30.000 millones de euros provenientes de las entidades que ahora van a ser subastadas.

De ahí que ahora Caixabank, BBVA y Santander muestren poco interés por hacerse con este tesoro devaluado. De esta forma, solo las ayudas públicas se han convertido en la golosina para atraer a estos bancos.

Este trío de ases de la banca española pretende que el Gobierno solucione en septiembre, justo con el inicio de las subastas, el conflicto de los activos fiscales diferidos. Pretenden que se computen como capital desde el momento en el que se adquiera una de las firmas en subasta.

Basilea III, que entra en vigor en enero, no permite que los créditos fiscales computen como capital como hasta ahora. Y en el caso de estas subastas el impacto de su compra afectaría directamente al core capital del banco adquiriente, con lo que tendría inmediatamente que reponer este deterioro en su solvencia, lo que supondría llevar a cabo una ampliación de capital.

Es por ello que la banca se ha plantado y ha dicho o se resuelve este problema y se permite que se computen estos créditos fiscales, por lo menos los que están activados en balance, como capital como ocurre en varios países de Europa o no puja.

El Gobierno ha dicho que sí, pero antes debe consultar con la Autoridad Bancaria Europea (EBA) la fórmula fiscal que se aplique (el Estado avalaría esos activos fiscales diferidos) no dañe a las arcas del Estado ni por la parte de déficit, que parece que no, ni por la parte de la deuda. Y ahí está el balón.

Los bancos, además, reclaman ayudas públicas bajo el paraguas de un Epa. Sin ambas vías no hay subastas. O eso dicen.

 

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