Navantia retrasa hasta dos años la entrega del primer submarino S-80
El aplazamiento de las entregas “probablemente” obligue a Defensa a pagar 30 millones para prolongar la vida de su flota actual
Navantia ha anunciado este miércoles un nuevo retraso en el programa del submarino S-80 por dificultades técnicas que pueden suponer una demora de hasta dos años para la llegada del primer submarino a la Armada española, que podría no ser entregado hasta 2017, y que “probablemente” obligue a Defensa a prolongar la vida operativa de su flota actual.
Según ha informado la compañía en un comunicado, se han detectado en una revisión técnica “algunas desviaciones relacionadas con el balance de pesos del submarino”, que requieren nuevas pruebas para valorar el alcance de estas desviaciones y “los posibles trabajos de ingeniería requeridos para corregirlo”.
El proceso podría retrasar la fecha de entrega “entre 12 y 24 meses” más allá de 2015, cuando hasta ahora se preveía que se entregara el primero de los submarinos a la Armada. Fuentes de Navantia han explicado a Europa Press que el último calendario previsto antes de estas nuevas dificultades establecía que los cuatro submarinos que la Armada piensa adquirir se entregarían en 2015, 2016, 2018 y 2019.
Con todo, estas fuentes han precisado que el aplazamiento de las dos primeras entregas puede no afectar a las dos siguientes, una vez se resuelvan las dificultades detectadas.
Pero este retraso puede provocar que el Ministerio de Defensa tenga que seguir prolongando la vida de su flota de submarinos S-70 más allá de lo inicialmente previsto, para conseguir una transición adecuada.
En concreto, fuentes del Departamento que dirige Pedro Morenés han indicado a Europa Press que “probablemente” tenga que someterse al submarino 'Tramontana' a otra gran carena, la revisión completa que permitiría alargar su vida operativa cinco años.
La gran carena, que haría Navantia, costaría unos 30 millones de euros, un desembolso que está pendiente de autorización por el Ministerio de Hacienda. Esta revisión consiste en desarmar el sumergible y volverlo a montar, cambiando todos los elementos y equipos que se encuentren en mal estado.
Los submarinos S-70 comenzaron a llegar a la Armada española en la primera mitad de los años 80. De los cuatro que constituían la flota, el 'Siroco' fue dado de baja el año pasado y el 'Galerna' dejará de estar operativo en 2016.
De esta manera, si no se aprobara la gran carena del 'Tramontana' este año, la Armada se quedaría a partir de 2016 sólo con el 'Mistral', que está en estas fechas en proceso de revisión completa y que se espera que sea entregado el próximo mes de septiembre para otros cinco años de servicio, que alargarían su vida hasta 2018. La gran carena del 'Tramontana' le permitiría estar operativo hasta el año 2020.
La complicada situación de la flota de submarinos de la Armada contrasta con la de los últimos años del siglo XX y primeros del XXI, cuando llegó a contar con ocho submarinos: los cuatro de la serie S-0 y los de la anterior serie S-60, que se dieron de baja entre 2003 y 2006.
Soluciones
En el comunicado, Navantia ha explicado que se están analizando “con detalle” los datos obtenidos en la revisión para “conocer exactamente el alcance de los mismos y el posible impacto en el desarrollo del programa”. Para ello, contará con el asesoramiento de “un socio tecnológico, cuyo diagnóstico será fundamental para evaluar las posibles soluciones”.
La compañía ha recalcado que los retrasos “son comunes en estos proyectos en todo el mundo y entran dentro de la normalidad”. El S-80, ha insistido, es “un submarino de la siguiente generación”, que se enfrenta “soluciones tecnológicas inéditas”, por lo que “no se pueden descartar problemas técnicos durante la construcción y pruebas del primer submarino”.
“Se trata de un diseño nacional que supone un gran reto tecnológico para dotarnos de independencia industrial en un sector estratégico y, al mismo tiempo, colocarnos en una situación competitiva en el mercado de exportación”, ha añadido, antes de asegurar que confía en “la capacidad para finalizar el programa con éxito” y recalcar que “lo importante no son los problemas que puedan aparecer, sino la capacidad de la empresa para resolverlos movilizando los recursos necesarios”.