Los ocho errores más comunes del inversor
Invertir correctamente tiene que ver con planificación, disciplina y largo plazo
Invertir no es cualquier cosa, se trata de poner en juego el dinero que en ocasiones ha costado tantos esfuerzos reunir, o peor aún, los ahorros de toda una vida. De acuerdo con el último informe de Deutsche Bank sobre los errores más comunes del inversor, “cuando un inversor pierde el 10% del valor invertido, experimenta un efecto psicológico más fuerte que cuando esta se revaloriza un 10%”.
Santiago Daniel, Director de Productos de Inversión del Centro de Inversiones de Deutsche Bank, explica que el diferente efecto psicológico de las pérdidas y las ganancias, las conductas gregarias, la aversión al riesgo, y el pánico, inciden en la toma de decisiones del inversor.
“Que se desengañe quien crea que invertir es como apostar en un casino, o que para ganar dinero sólo hay que saber donde está la información. La mejor fórmula para evitar poner en jaque nuestro bienestar futuro (el objetivo final del ahorro y la inversión) es elaborar un plan adecuado y cumplirlo. De la misma forma que no existen dietas milagrosas para adelgazar, invertir correctamente tiene que ver con planificación, disciplina y largo plazo”, dice Santiago Daniel.
Para Deutsche Bank, los errores más comunes del inversor son:
Warren Buffet exhorta a “dejar de intentar predecir la dirección de los mercados, la economía, los tipos de interés o las elecciones”. La clave para una inversión inteligente es haber definido correctamente desde el inicio los objetivos, el perfil de riesgo, los plazos, y una estrategia y distribución de cartera adecuados. Es preciso desconfiar de las emociones y no permitir que ni el pánico ni la avaricia desvíen el plan de inversión.
El disgusto por las pérdidas es grande, pero la esperanza de recuperar hace al inversor persistir en el error. Las pérdidas y ganancias de parte de la cartera (que estará adecuadamente diversificada) deben evaluarse con una óptica más amplia, preguntándose por ejemplo: ¿Estoy teniendo pérdidas en una parte de la inversión a largo plazo de la que ya preveía volatilidad alta? Entonces, si encaja en mi plan, puedo mantener esta inversión. Si no es así, debe revisarse la cartera. En las inversiones, el pasado no importa, sólo el futuro. El precio de compra es irrelevante a la hora de tomar posteriores decisiones de inversión.
Se analizan los activos uno a uno y no la cartera de forma agregada. Los inversores miden tan sólo las pérdidas que se producen en el momento de vender, como si éstas no existiesen hasta entonces. Además, las evalúan en euros, no en porcentaje sobre la cartera, cuando lo que se debe evaluar es el conjunto de la inversión.
“Rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras”. Es casi una letanía. Y los inversores persisten en fijarse en que algún determinado fondo o valor han subido un 20% en un año. Pero, ¿qué pasó el año anterior? ¿y los cinco años anteriores? En el caso de los fondos y las acciones, se debe evaluar el volumen gestionado por el fondo, la trayectoria y coherencia de los resultados, el cuartil en el que se sitúa, su ranking, perspectivas de su sector, información del equipo gestor….
Los inversores tienden a promediar a la baja el precio de adquisición a base de ir comprando más y más un activo que no deja de caer. El razonamiento que subyace es que de esta forma se beneficiarán cuando el activo vuelva a subir. Pero, ¿quién nos garantiza que este activo, en efecto, subirá? El valor puede dispararse y triplicar el dinero, o por el contrario perderlo todo. Por ello Deutsche Bank sugiere mantener la distribución de la cartera en la proporción que haya sido fijada y ser constantes en las inversiones.
Es un error común pensar que una buena empresa tenga que ser, necesariamente, una buena inversión. El funcionamiento de la bolsa está sometido a muchas variables. Puede ser que, en el momento de comprar, la empresa esté sobrevalorada y se produzca un ajuste. Pueden producirse accidentes, pueden surgir competidores inesperados. Es apropiado mantener presente que la diversificación es la mejor fórmula para mitigar riesgos.
Es errónea también la estrategia de “comprar cuando sube” y “vender cuando cae”. De hecho, se ha comprobado cómo los inversores tienden a invertir de forma agresiva en renta variable cuando la bolsa lleva tiempo subiendo, y pasándose de forma masiva a la renta fija cuando la bolsa baja. El resultado es haber comprado cara la renta variable, venderla barata, e invertir en renta fija cuando menos rentabilidad ofrece.
Los inversores fallan al creerse más inteligentes que el mercado, o cuando intentan predecir el movimiento a corto plazo del mercado porque no es posible saber qué harán las bolsas el año que viene. En cambio, a largo plazo es posible conocer algunas tendencias, al suponer que en 20 años la renta variable puede haber batido a la renta fija. Deutsche Bank aconseja al inversor utilizar ese conocimiento, para construir una cartera ajustada a sus necesidades y al perfil de riesgo.