Objetivo: mejorar la competitividad
Europa muestra algunos signos de cierta recuperación, pero son aún muy débiles. La zona euro lleva acumulados cinco trimestres consecutivos en los que disminuye el PIB. Por tanto, el Consejo Europeo de Primavera que culmina hoy tiene una importancia capital de cara a evitar dudas sobre la capacidad para llevar a cabo las reformas necesarias en la Unión Europea. Los empresarios que formamos parte de BusinessEurope, organización que agrupa a las confederaciones empresariales de los principales países europeos, queremos hacer llegar nuestras propuestas y preocupaciones a los miembros del Consejo.
Han pasado ya cinco años desde que empezó la crisis financiera mundial y Europa no acaba de retomar la senda del crecimiento sostenible, aunque ya la segunda mitad de 2012 mostró una menor incertidumbre del mercado financiero, gracias a los compromisos del Banco Central Europeo en apoyo de la moneda única y también a la acción de los líderes europeos para reforzar su acuerdo acerca de las etapas iniciales de una unión bancaria. De todas formas, son necesarios resultados más concretos que los obtenidos hasta el momento.
Al mismo tiempo, se aprecian signos de mayor dinamismo en algunas economías en desarrollo, como China, mientras la actividad económica en Estados Unidos y Japón en 2012 creció o se mantuvo en niveles mayores que los de la UE, cuyo PIB sigue estando por debajo del nivel de 2008. Europa debe centrarse en medidas que incrementen su competitividad, generen confianza e impulsen la actividad económica. Si no, la divergencia en el crecimiento surgida el pasado año entre la UE y las principales economías puede convertirse en duradera. Pensemos que si se eliminara el 50% de la diferencia que existe entre los países de la zona euro y los de la OCDE con mejores prácticas respecto a la competitividad, el PIB de la eurozona podría incrementarse en un 3,75% en cinco años.
Para eso, debemos ser conscientes de que un mercado único integrado, y funcionando con eficiencia, constituye la base esencial para esa competitividad que nos permitiría acceder a los mercados mundiales mediante negociaciones con socios internacionales claves. Podrá hacerse si eliminamos los obstáculos a la actividad empresarial transfronteriza y mejoramos el funcionamiento de los mercados en todos los Estados miembros.
A estos hay que pedirles que sigan avanzando en las reformas estructurales durante todo el año 2013 y cumplir los compromisos contraídos en el marco del Semestre Europeo. La Comisión, por su parte, debe presentar unas recomendaciones específicas y ambiciosas para cada país, pero sin olvidar que las políticas de la UE deben apoyar a los Estados miembros en estos esfuerzos de reforma.
Es cierto que se han producido mejoras en el ámbito de la estabilidad financiera, pero en otros, como el de la productividad, el comercio o la competitividad, la evolución de las reformas es más lenta. Así, la consolidación fiscal debe ir acompañada de unas reformas que favorezcan el crecimiento. Además, los mercados laborales han de ser más flexibles para que faciliten la creación de empleo o el ajuste de la oferta de cualificaciones a la demanda de mano de obra. En este sentido, desde BusinessEurope hemos identificado cinco ámbitos clave para introducir reformas, que abarcan desde la fiscalidad, la innovación, el acceso a la financiación, el mercado laboral y el entorno empresarial, entre otros.
El progreso en las reformas estructurales ha contribuido a una mejora de la estabilidad financiera, mientras que la deuda pública anual en la UE ha descendido. Pero no podemos quedarnos ahí. Hay que continuar avanzando en la consolidación fiscal, y esta debería centrase, principalmente, en reducir el gasto público corriente protegiendo la inversión y no en aumentos de impuestos. Además, las reformas fiscales deberían desplazar la carga fiscal a sectores que no sean el trabajo y el capital, porque está demostrado que esto es lo que más perjudica al crecimiento y al empleo. Por otra parte, las cargas administrativas sobre empresas y trabajadores, tanto en el ámbito nacional como en el de la UE, deben ser las menores posibles. Para ello, la reglamentación debe buscar la apertura de los mercados a una mayor competencia, incluso mediante la culminación del mercado único en sectores tales como los servicios, la energía y la economía digital.
Las políticas de innovación tienen que estar más orientadas a las empresas. Se deben promover, de un lado, planes de estudio en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas en la educación primaria y secundaria; y de otro lado, la formación permanente, donde las universidades tengan un papel protagonista en la obtención de resultados de aprendizaje al más alto nivel. Hay que recordar que el gasto en investigación y desarrollo ha permanecido estancado en alrededor de un 2% en la UE, notablemente por debajo de EE U y Japón.
Otro aspecto fundamental es el acceso a la financiación. Para que las empresas puedan realizar las inversiones necesarias para impulsar la recuperación, la regulación de los servicios financieros debe buscar el equilibrio entre el aumento de la estabilidad financiera y la necesidad de asegurar el acceso de las empresas a financiación en condiciones razonables. Hay que avanzar en la puesta en marcha definitiva de la unión bancaria.
En materia laboral, los costes laborales deben ajustarse a la productividad. Además, unas reducciones específicas en las cuotas de la Seguridad Social a cargo de los empleadores, junto a unos acuerdos contractuales flexibles, son elementos ineludibles para fomentar la contratación. Además, en muchos Estados miembros todavía son necesarias más medidas que aseguren que la edad de jubilación evolucione de manera que refleje la mayor esperanza de vida.
En definitiva, los empresarios europeos, representados por BusinessEurope, pedimos que la UE y sus estados miembros refuercen su apoyo a las empresas si queremos fomentar e impulsar una nueva fase en la recuperación europea. Por eso, solicitamos que el Consejo Europeo y la Comisión reorienten la agenda de la UE hacia la competitividad y aseguren que se intensifica la aplicación de reformas estructurales para impulsar el crecimiento y la creación de empleo.
Juan Rosell es Presidente de CEOE