El teletrabajo, ¿acaba con la creatividad?
La presidenta de Yahoo ha hecho volver a la oficina a sus trabajadores. Quiere fomentar las iniciativas colectivas aunque perjudica la conciliación.
Lo que antes era una quimera hoy día es perfectamente posible: existen los medios técnicos para trabajar desde casa. La telefonía móvil, internet y los servicios en la nube han contribuido a que los llamados trabajadores de cuello blanco (profesionales, administrativos, oficinistas...) tengan acceso desde sus hogares o desde cualquier punto a todo lo que aporta una oficina, de la misma manera que los jefes tienen más mecanismos para comprobar el rendimiento de sus equipos. Desde archivos comunes a documentos restringidos, pasando por una comunicación fluida entre trabajador y superior en tiempo real, nada queda fuera del alcance de un par de clics. Salvo una cosa: el contacto y las relaciones con los compañeros de trabajo.
No es este un elemento menor. Los expertos coinciden en que los encuentros casuales entre empleados son fundamentales en el proceso creativo y en el diseño de iniciativas que sirvan a la compañía. Así lo cree también Marissa Mayer, consejera delegada de Yahoo, ex-Google y madre desde hace cinco meses.
La ejecutiva ha decidido recientemente que la plantilla de su compañía, pionera en el teletrabajo (se dedica, de hecho, a fomentar la conectividad), debe regresar a la oficina. Ella fue la primera en hacerlo: a las dos semanas de dar a luz a su bebé se incorporó al trabajo. Pero además se le ha instalado una miniguardería puerta con puerta con el despacho de su madre.
El problema es que no todos los trabajadores pueden hacer lo propio con sus hijos. De ahí el revuelo que ha levantado la iniciativa de Mayer, directiva por cuyos servicios Yahoo le pagará 117 millones de dólares en cinco años. "Necesitamos ser un solo Yahoo, y eso pasa por estar todos juntos en la oficina", reza el comunicado que envió la ejecutiva a sus empleados, según desveló el portal estadounidense All Things Digital. "Algunas de las mejores decisiones e ideas provienen de las discusiones del pasillo y la cafetería, de conocer gente nueva y de reuniones improvisadas. Rapidez y calidad a menudo se sacrifican cuando se trabaja desde casa", sigue el mensaje. "Claro que las conversaciones de café son insustituibles, pero la vida social de los empleados es muy importante para que tengan la motivación suficiente para trabajar", opina Ceferí Soler, profesor del departamento de dirección de personas de Esade. La conciliación, uno de los grandes debes del actual marco laboral en materia de igualdad, juega aquí un papel esencial.
El teletrabajo siempre se ha postulado como la gran esperanza en materia de conciliación laboral. Su implantación en este país es comparativamente baja. Solo un 8% de los españoles trabaja al menos un día desde casa, contra el 16% de Dinamarca o el 22,9% de EE UU (la media europea se queda en el 8,5%). Así lo recoge el Libro blanco del teletrabajo en España, elaborado por la Fundación Másfamilia en colaboración con varias empresas cotizadas, entre ellas Banco Santander, BBVA, Endesa, Microsoft o Iberdrola.
"El teletrabajo requiere un cambio fundamental: remunerar a los empleados por resultados, cosa que en algunos casos es muy complicado. En España no hay una cultura que vaya en esta dirección", indica Daniel Fernández Kraus, economista de IE Business School. "Yo soy partidario de la flexibilidad laboral, porque lo realmente importante son los resultados", añade en este sentido Soler.
Que la vuelta a las oficinas la haya propugnado la timonel de una compañía tecnológica, perteneciente a un sector conocido por mimar a sus empleados, ha causado cierto estupor en EE UU, país en el que el teletrabajo goza de mucha más implantación que en Europa. No hay que olvidar, ha señalado el columnista del Financial Times John Gapper, que Mayer procede de Google, una empresa que pone todo tipo de facilidades a sus empleados (mesas de ping-pong, barbería, sauna...) para que se queden todo el tiempo posible en el puesto de trabajo. Un modelo hasta ahora antagónico al de Yahoo. Las cosas son más complicadas en España. Los testimonios recogidos para este reportaje confirman que son las grandes compañías las que ofrecen más facilidades a los empleados (mayoritariamente mujeres) que solicitan medidas de flexibilidad laboral. Hay firmas, como Albenture (en España, Más Vida Red), que proporcionan a las empresas servicios que le faciliten la vida a los empleados. "Necesito un canguro urgentemente" o "tengo una reunión esta tarde y alguien tiene que ir a buscar al colegio a mi hijo" son el tipo de problemas que soluciona esta empresa, que trabaja, entre otros, para Repsol, Telefónica, Procter & Gamble o Grupo Pepsico. "La conciliación laboral es un asunto entre el trabajador y el jefe", insiste Soler. "En muchos trabajos no debería ser problemático llegar a un acuerdo", sostiene.
A medida que se reduce el tamaño de la compañía (y, sobre todo, las responsabilidades del cargo ocupado), las fórmulas de conciliación varían notablemente. La más frecuente en este país, recuerda Fernández, es la reducción de jornada, un lujo que no todos se pueden permitir. "Nuestras investigaciones constatan que hay una clara dualidad: los contratados indefinidos pueden optar a esta solución, mientras que quienes están trabajando temporalmente ni siquiera se plantean solicitarlo por miedo a no ser renovados", explica Fernández. Del mismo modo, hay empresas que evitan contratar o promocionar a mujeres jóvenes. "Las reducciones de jornada siempre suponen un coste para la compañía", explica el economista de IE Business School. Esto ocurre pese a que desde 1999 las empresas están obligadas a aceptar una reducción de jornada si se tiene al menos un hijo de seis años (en 2007 se subió el listón a los ocho años). Pero pocos se atreven a solicitar medidas de flexibilidad en la actual coyuntura. "La preocupación hoy es mantener no ya el salario intacto, sino el puesto de trabajo", argumenta Soler. La cuestión es que el teletrabajo interesa, y mucho, a los españoles. Al 57% le gustaría que su empresa les ofreciera esa opción, según el Libro blanco de la Fundación Másfamilia. Un sueño que hoy se antoja inalcanzable.