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La suntuosa hacienda se convertirá en un parque público

A Madrid le toca El Gordo: el Ayuntamiento 'hereda' la misteriosa Quinta Torre Arias

La condesa de Torre Arias, Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno de Seebacher, Grande de España, y propietaria de una de las mayores fortunas del país, falleció el pasado mes de octubre sin herederos. El Ayuntamiento de Madrid será el nuevo propietario de una suntuosa finca que la condesa poseía en la capital.

Un cartera entrega la correspondencia en la fachada principal de La Quinta Torre Arias
Un cartera entrega la correspondencia en la fachada principal de La Quinta Torre AriasPablo Monge

Una condesa anónima que fallece sin descendencia. Una herencia multimillonaria. Una finca misteriosa, fundada hace cuatro siglos, que alberga un palacete caído en el olvido. Parecen los mimbres de un best seller firmado por Carlos Ruiz Zafón, pero se trata de una historia real, que tiene un especial beneficiario: el Ayuntamiento de Madrid.

El pasado 1 de octubre de 2012 -el mismo día que el Estado nacionalizaba buena parte de las cajas de ahorros y la economía española se despeñaba por la senda de la recesión- fallecía en Madrid, a los 88 años de edad, Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno y Seebacher, condesa de Torre Arias y marquesa de Santa Marta y de la Torre de Esteban Hambrán.

La condesa, a pesar de acumular una de las mayores fortunas del país, era una auténtica desconocida para el gran público. Una persona anónima, que llevaba una vida austera y alejada de la sociedad. La única foto pública conocida es la del día de su boda, en 1949.

El valor del patrimonio que acumulaba es difícil de calcular. Se trata de fincas, palacios y edificios diseminados por toda España. Algunas estimaciones hablan de 500 millones de euros, pero la cifra podría ser muy superior.

Su principal activo en Madrid era la Quinta Torre Arias: una finca de 13,45 hectáreas, ubicada en el último tramo de la calle de Alcalá. La hacienda, fundada en el siglo XVI, cuenta con un palacete que ha mantenido su estructura y ubicación original, aunque en el siglo XIX vivió una importante transformación.

La finca fue pasando por las manos de diversos nobles -el conde de Villamor, el duque de Medinaceli, el marqués de Bédmar-, hasta acabar en manos de los condes de Torre Arias: Tatiana y Julio Peláez Avendaño. La pareja nunca tuvo descendencia y en los últimos años tampoco tuvieron relación con parientes próximos.

El convenio de Tierno Galván

En 1985, siendo alcalde de Madrid el profesor Enrique Tierno Galván, se gestó el acuerdo entre el Ayuntamiento y los condes por el que estos se comprometían a que la propiedad de la Quinta Torre Arias pasara a manos del municipio de Madrid cuando falleciera el matrimonio. A cambio, se recalificaron varias hectáreas de terreno anexas a la finca, para que pudieran ser aprovechadas para construir de viviendas y edificios de oficinas.

El conde murió hace 10 años y hace unos meses, la condesa. Así, 25 años después de la firma del convenio (suscrito poco tiempo después del fallecimiento de Tierno Galván), Ana Botella va a recibir una de las pocas noticias positivas en sus convulsos meses de mandato como alcaldesa de la capital de España.

"El Ayuntamiento va a tomar posesión de esta propiedad de forma inmediata", explica Isabel Pinilla, directora general de Gestión Urbanística. "Ya hemos inscrito la finca a nombre de la ciudad de Madrid y es cuestión de días que podamos acceder al recinto". Mientras tanto, la gestión de la propiedad corre a cargo de la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, heredera universal de la fortuna de la condesa.

Pinilla aclara que la propiedad de la Quinta Torre Arias pasará al municipio en virtud del convenio de 1986, no porque el Ayuntamiento sea beneficiario de la multimillonaria herencia de los condes de Torres Arias. "En ese convenio se especificaba muy claramente que la propiedad pasaría al Ayuntamiento, con la condición de que el espacio se empleara como parque público y para servicios a la ciudad".

En cuanto al uso que se dará a la Quinta, desde el consistorio apuntan a que los jardines se abrirán al público, como ya ocurriera con la Quinta de la Fuente del Berro (en el barrio de Salamanca) o la Quinta de Los Molinos y la de El Capricho (ambas situadas en las inmediaciones del barrio de Canillejas). En todos estos casos, se trata de propiedades vinculadas a la nobleza que han acabado convertidas en parques públicos.

Pinilla explica que los jardines "probablemente" quedarán adscritos a la concejalía de Medio Ambiente, mientras que será la dirección general de Patrimonio quien se hará cargo del palacete.

De acuerdo con algunas informaciones, el delegado de Las Artes, Fernando Villalonga, ha planteado la posibilidad de que el palacete pueda ser empleado para alojar a personalidades extranjeras de visita oficial en Madrid, tal y como ocurre con el Palacio de El Pardo.

Lo que no está aún definido es si la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno mantendrá algún tipo de vinculación con la que fuera durante generaciones casa de recreo de los condes de Torres Arias. El vicepresidente de la misma, Teodoro Sánchez-Ávila Sánchez-Migallón, asegura que aún no está definido este aspecto, aunque no lo descarta por completo.

La Fundación se constituyó en abril de 2012 y tiene por objeto "la promoción y financiación de toda clase de cursos para jóvenes [...] entre los que tendrán especial relieve los destinados al cuidado y estudios de la naturaleza", según consta en el BOE. También se dedicará a la constitución de premios "para el fomento de la investigación de las ciencias" y la concesión de becas de estudios para postgrados universitarios".

Respecto a las propiedades que han quedado bajo el paraguas de la Fundación, poco se sabe. Durante la última década, la condesa fue transfiriendo la mayoría de los activos a la sociedad Inversiones Tirema SL, en la que constaba como administradora única, siendo su administrador Teodoro Sánchez-Migallón.Esta sociedad, controlada ahora por la Fundación, tiene un patrimonio neto de 346 millones de euros, según consta en las cuentas anuales de 2011, depositadas en el Registro Mercantil de Madrid. De esta cantidad, 222 millones de euros son "inversiones inmobiliarias" y otros 76 millones de euros "inversiones financieras a corto plazo".

Las propiedades de la condesa

Inversiones Tirema SL es propietaria tres parcelas anexas a la Quinta Torre Arias (fruto del convenio con el Ayuntamiento), con una extensión conjunta de 85.848 metros cuadrados. La sociedad también posee varios edificios en el centro de Madrid (en el Paseo del General Martínez Campos, donde residió la condesa los últimos años de su vida; en la calle Daoíz, en la calle Alfonso XII). De acuerdo con algunas informaciones, también posee terrenos anexos al Palacio de la Zarzuela.

Fuera de la capital, la condesa tenía propiedades conocidas en Extremadura y Ávila. En Cáceres, la Fundación posee el Palacio de los Golfines, una joya arquitectónica edificada en el siglo XV y en el que estuvo alojada en varias ocasiones la reina Isabel la Católica. También es propietaria de 4.500 hectáreas de terreno, de las que 800 forman parte de la finca ocupada por el hotel Fontecruz Palacio de los Arenales.

Una pedrea de 6,1 millones de euros

El convenio de 1986 entre el Ayuntamiento y la condesa de Torre Arias fue revisado en 2011. En virtud del nuevo pacto, la condesa cedió otra parcela al municipio, de 5.300 metros cuadrados. En octubre se intentó vender por 6,1 millones, pero no hubo comprador.

8,5 hectáreas para oficinas, fincas y varios edificios en el centro

La Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno y Seebacher, heredera universal de la fortuna de la condesa de Torre Arias, va a convertirse en una de las instituciones más ricas y poderosas de España. Tan sólo la Fundación Botín, la Fundación Juan March o la Fundación Rafael del Pino le podrían llegar a hacer sombra.La mayor parte de las propiedades que pertenecieron a Tatiana Pérez de Guzmán han ido pasando en los últimos años a la sociedad unipersonal Inversiones Tirema SL, donde figuraba como accionista única la condesa. Ahora es su administrador de toda la vida, Teodoro Sánchez-Ávila, quien gestiona la Fundación y la sociedad.En Madrid, Inversiones Tirema es la propietaria de tres parécelas que ocupan una extensión de 84.948 metros cuadrados en un enclave muy atractivo: a tan sólo 6 kilómetros del aeropuerto, y teniendo por vecinos a la multinacionales estadounidenses 3M y American Express y el hotel Meliá Avenida de América. El valor de mercado de estos terrenos podría superar fácilmente los 100 millones de euros.Además, Inversiones Tirema es propietaria de un edificio señorial en el Paseo del General Martínez Campos (vecino del Britsh Council y el Museo Sorolla), de otro en la calle Daoíz (junto a la plaza del Dos de Mayo) y otro junto a la Plaza de la Independencia (Puerta de Alcalá).

Una Grande de España alejada de los focos

Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno y Seebacher, condesa de Torre Arias y Grande de España, nació en San Sebastián en 1923, en el seno de una de las familias aristocráticas más adineradas de España. Siendo niña, compartió juegos con la Duquesa de Alba, Cayetana Fitz-James Stuart, pero sus destinos no pudieron ser más dispares. Frente a la exposición pública constante y buscada de la segunda, la condesa de Torre Arias mantuvo una vida completamente alejada de los focos.En 1936, poco después del comienzo de la Guerra Civil, su abuelo fue asesinado en Madrid. Durante la contienda, su único hermano (llamado a ser el conde de Torre Arias) murió, con 20 años, en el frente de Cataluña. Estos dos acontecimientos marcaron la adolescencia de Tatiana, y le empujaron a llevar una vida al margen de la sociedad.La única foto que se conoce es la publicada en ABC el día de su boda, el 1 de julio de 1949. La celebración tuvo lugar en la Quinta Torre Arias, y al evento acudió Carmen Franco, única hija del dictador.Durante muchos años Tatiana vivió en la Quinta, aunque no en el palacete principal, sino en una casa más pequeña construida en el siglo XIX. Sin embargo, tras la muerte de su marido, en 2003, la condesa trasladó su residencia a una casa señorial en el Paseo de Martínez Campos. Entre los vecinos del barrio, nadie conocía a los propietarios de la Quinta. A su entierro tan solo acudieron empleados, su fiel administrador, Teodoro Sánchez-Ávila, y la condesa viuda de Romanones.

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