El temor a los estímulos extremos
La economía mundial sigue luchando por coger velocidad. El Fondo Monetario Internacional (FMI) recomienda estímulos... o quizá austeridad.
En el Reino Unido, el prestamista oficial está cansado de lo que él ve como austeridad. Olivier Blanchard, economista jefe del fondo, reclama «un replanteamiento de la política fiscal». Pero en Japón, el fondo advierte de que la agresividad de los estímulos «conllevan riesgos importantes» y demanda, con irónicamente, lo que el Reino Unido ya tiene, «un plan de consolidación fiscal a medio plazo».
El planteamiento del FMI respecto al Reino Unido no parece astuto. El gobierno británico ya ha relajado su política de austeridad: está en camino de incumplir los objetivos de déficit que estableció pero no ha anunciado un endurecimiento futuro. Una política fiscal difícilmente puede denominarse dura. El déficit que se alcance, probablemente del 8% del PIB, será de lejos el mayor de las grandes economías europeas. Y el déficit por cuenta corriente del 3% significa que los consumidores británicos están proporcionando una demanda estimulante para los socios comerciales del Reino Unido. Quizá en lugar de criticar la política británica, el FMI debería aplaudir sus estímulos.
Mientras, el fondo se preocupa porque Japón se embarca en estímulos extremos. «Una recuperación inducida por los estímulos podría tener una vida corta, y las perspectivas de la deuda empeorarían», dice el FMI, con acierto. Los estímulos fiscales se han sucedido en Japón, impulsando temporalmente el crecimiento y la deuda. El FMI parece aprobar los estímulos monetarios adicionales de Japón. Pero es bueno algo de escepticismo. La nueva política ha reducido el valor del yen pero el impacto sobre crédito, crecimiento e inflación son inciertos.
¿Qué debería recomendar el FMI en Japón? Los obstáculos estructurales son importantes. No es fácil estimular el gasto en una población que envejece e inclinada al ahorro. Una mayor inmigración ayudaría, pero no es la tarea del fondo.
Japón puede ser un caso extremo, pero recuerda que los gobiernos no solo han de centrarse en las políticas monetarias y fiscales.