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A fondo

En qué se parece un Ferrari al hospital Rey Juan Carlos

Sociedades de capital riesgo parten como favoritas para hacerse con la gestión de los hospitales públicos que durante este año se van a sacar a concurso en Madrid (Infanta Leonor, Infanta Sofía, Infanta Cristina, Tajo, Sureste y Henares) y Castilla La-Mancha (Almansa y Villarobledo, en Albacete; y Tomelloso y Manzanares, en Ciudad Real). El grupo Capio, controlado por la firma de inversión CVC, la misma sociedad de capital riesgo dueña de los derechos de la Fórmula 1, que gestiona 28 hospitales en España, es a priori la compañía mejor posicionada para ganar los concursos si finalmente decide presentarse.

La empresa, presidida por Víctor Madera, ha sido injustamente tomada como diana sobre la que han lanzado dardos envenenados responsables políticos y sanitarios.

Es injusto tomarla con Capio por varias razones. La decisión de privatizar servicios hospitalarios no la toma Capio, parte de los gobiernos autonómicos. Los servicios que ofrecen los hospitales públicos que ya gestiona Capio no han recibido críticas de momento de sus principales clientes, que son los pacientes-contribuyentes. Y ya hay hospitales públicos, no sólo en Madrid, también en Andalucía, cuya gestión se adjudicó Capio en procesos similares a los que ponen ahora en marcha Ignacio González (presidente de la Comunidad de Madrid) y María Dolores Cospedal (presidenta de Castilla La Mancha), y que no han tenido la fuerte contestación que está recibiendo el proceso abierto en la capital española.

No obstante, existen factores que generan dudas razonables sobre la idoneidad o no de que Capio, u otra empresa controlada por capital riesgo, pase a gestionar un hospital público.

La primera y más lógica incertidumbre que genera la privatización de la gestión de centros sanitarios públicos es que no tenemos todavía en España la suficiente perspectiva temporal como para afirmar que es preferible la organización privada de un hospital público que la tradicional. El modelo que defienden grupos como Capio o Ribera Salud (controlado por Bankia y Sabadell) comenzó a desarrollarse a mediados de los años noventa. En un tema tan sensible como la sanidad, todavía es pronto para asegurar que se trata de un acierto o de una equivocación dejar en manos privadas la gestión de hospitales públicos.

También es comprensible que la naturaleza del propietario de Capio genere inquietud. CVC , presidida en España por Javier de Jaime, es una de las mayores sociedades de capital riesgo del mundo. En los genes de una firma como CVC está hacer negocio, básicamente, adquiriendo una compañía, mejorar sus cifras de negocio, hacerla crecer durante un periodo de entre cinco y diez años y venderla por un precio mucho más elevado del que pagó cuando la compró.

Es lo que CVC está haciendo, por ejemplo, con la Fórmula 1. En 2006 la firma de inversión se hizo con la mayoría de los derechos del circo dirigido por Bernie Ecclestone, por una cifra no comunicada. Durante estos años, aparentemente, el negocio de la Fórmula 1 ha aumentado, permitiendo que el pasado año CVC vendiera un 28,4% de su participación por 2.100 millones de dólares. Pero aunque en el fondo el negocio se parece, no es lo mismo pilotar un Ferrari que gestionar, como ya hace Capio,el hospital Rey Juan Carlos de Madrid.

Con Capio, CVC está tratando ahora de repetir lo que ya hizo hace unos años con los mismos mimbres. CVC se hizo en 1998 con Ibérica de Diagnóstico Cirugía (IDC), grupo hospitalario privado presidido por Víctor Madera.

En 2005 la sociedad de capital riesgo vendió IDC al grupo sueco Capio por 330 millones de euros. Javier de Jaime y Víctor Madera habían convertido IDC en la mayor empresa española privada del sector, con 12 hospitales, 26 centros sanitarios y una plantilla de 4.000 profesionales.

El 28 de febrero de 2011 CVC firmó, de nuevo, la compra de los centros hospitalarios. Acordó con Capio adquirir la división española por 900 millones de euros. Y es esta operación la que puede provocar inquietud respecto al futuro de los hospitales públicos que gestiona Capio.

Porque la compra de Capio genera una deuda que no es CVC quien la asume, sino la compañía Capio. Según las últimas cuentas depositadas por el grupo en el Registro Mercantil, Capio, y no CVC, tenía una deuda de 635,5 millones de euros a 30 de junio de 2011, más del doble de la que tenía seis meses antes (generada por la operación de compra de la sociedad de capital riesgo). Un mes después de que CVC comprara Capio, la empresa de hospitales firmó un contrato de financiación por importe de 755 millones.

Buena parte del negocio de Capio está asegurado por los contratos que mantiene con la Comunidad de Madrid, que paga a la empresa por la gestión de los hospitales públicos generando más del 70% de sus ingresos.

Si Capio sigue haciendo bien las cosas y Madrid tiene capacidad para seguir pagando religiosamente a Capio por la gestión de los hospitales, la compañía podrá ir devolviendo el préstamo de 755 millones.

Si algo falla, entraría dentro de la lógica empresarial del capital riesgo que CVC abandonara Capio, con una deuda inmensa. Si todo va bien, CVC venderá en el futuro el grupo de hospitales por una millonada a otra firma de inversión, o a un grupo industrial o lo sacará a Bolsa.

A los pacientes-contribuyentes españoles les conviene que algún día los inversores en fondos de CVC eleven sus fortunas gracias a Capio.

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