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Editorial

Las revueltas aguas de la inversión vuelven al cauce

España estuvo al borde mismo del abismo financiero entre los meses de mayo y julio, desde que precipitó, seguramente por impericia del Gobierno, la quiebra de Bankia hasta que el BCE estableció un mecanismo reglado de socorro a los países con problemas. Es indicativo que en esos meses la Bolsa española entró en una barrena peligrosa que la llevó a registrar lo que puede considerarse ya como mínimos cíclicos, con el selectivo Ibex 35 en los 5.956 puntos. La viabilidad de España estaba en ese momento en cuestión, y tras haber solicitado el rescate bancario, los mercados estaban convencidos, y así reaccionaban, a que el país sería rescatado.

Pero desde ese momento, desde que Europa estableció un mecanismo permanente y suficientemente poderoso para rescatar países; desde que el presidente del BCE anunció que haría "lo que hubiese que hacer para asegurar la irreversibilidad del euro, y, créanme, será suficiente"; desde que Francfurt fijó un programa de socorro financiero a los países que lo solicitasen, aunque con contrapartidas estrictas; desde ese momento, la Bolsa, pese a que sigue siendo la única de Europa que pierde terreno, ha recuperado un 40% en su índice más importante. Lo peor, por tanto, ha pasado: la quiebra está descartada, y los mercados han recuperado, con la cautela debida, el crédito en España.

Evidentemente, aunque la determinación de las autoridades europeas ha sido muy importante, por desesperadamente lenta que sea, han jugado un papel muy notable las políticas practicadas por el Ejecutivo. El presidente, Mariano Rajoy decía el viernes en el balance de su primer año que "si nos hubiésemos cruzado de brazos, el déficit fiscal de España habría llegado este año al 11,5%, algo que sería insostenible e infinanciable".

Las reformas llevadas a cabo por el gabinete Rajoy desde el primer día, desde hace ahora un año, se han encaminado a cambiar el rumbo a la economía y a sentar las bases del crecimiento económico. Con el sacrificio de la ciudadanía, la batería de cambios en la legislación laboral, la recapitalización bancaria, los ajustes en los servicios esenciales pero de gastos desmesurados, España ha podido cambiar la percepción que de ella tenían sus financiadores. Con octubre van dos meses de entrada neta de capitales, tras varios trimestres ininterrumpidos previos de salidas por desconfianza, y es la señal luminosa más firme de que se ha recuperado crédito.

Por todo ello, y a falta de que la economía culmine el ajuste y logre la estabilización, las bases para la inversión financiera de largo plazo han cambiado, y bien podría ser 2013, pese a empezar en martes y tener guarismos tan esquivos para los supersticiosos, el primero de recuperación de las alzas en las Bolsas, tras acumular varios ejercicios de pérdidas. No obstante, bien puede considerarse que el primero de recuperación bursátil ha sido el último cuatrimestre de 2012, con un alza del 39,35%, desde los mínimos de 5.956 para el Ibex y los 8.300 puntos del jueves.

Aunque 2013 seguirá siendo un año recesivo, bien podrían consolidarse acontecimientos positivos en el segundo semestre, y, como es tradicional, la Bolsa lo anticipará. Si realmente las aguas han vuelto a su cauce, también en el complicado mundo de la inversión, los mercados lo comunicarán con cotizaciones crecientes en la renta variable y tipos nominales más cómodos en las emisiones de renta fija, tanto corporativa como soberana.

Faltan aún por determinar demasiados detalles bien importantes, como el recurso al mecanismo de rescate del BCE para garantizar una financiación más barata para Estado, banca, empresas y particulares. Falta por conocer si no habrá episodios en otros países europeos que puedan perjudicar la buena evolución de España. Pero si los acontecimientos no aportaran deterioros adicionales de las variables, las empresas españolas están bien situadas en los mercados en los que operan, al menos las cotizadas, como para registrar jugosas revalorizaciones. De hecho, sus precios siguen más elajados que en ningún otro mercado de los máximos marcados antes de la crisis. Además, la deuda, donde se han alojado los mayores temores, si mejoran los indicadores de financiación, por vía de rescate o sin él, es también un activo con gran recorrido de revaloirización.

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