Fuerteventura, playas de lujo durante todo el año
En la isla majorera aún es posible darse un baño sin nadie a la vista
No es la más famosa de las islas canarias ni la más volcánica de ellas y ni mucho menos la más visitada. Y sin embargo, estos tres factores le otorgan a Fuerteventura una personalidad inconfundible. La isla majorera es sinónimo de playas de arena blanca y de tranquilidad. Su relativa poca exposición al turismo (pese a ser la segunda mayor ínsula en extensión del archipiélago, las visitas no se empezaron a hacer notar hasta hace poco más de una década) le otorga ese carácter salvaje tan apreciado por quienes buscan tranquilidad. No resulta complicado poder darse un baño en el mar sin nadie a la vista, algo impensable en la mayoría de destinos turísticos.
Un indicador del estado salvaje de Fuerteventura: más del 90% de su territorio está protegido y solo 5 de sus 152 playas tienen bandera azul. Distintivo este que, además de la calidad medioambiental, reconoce sus instalaciones (puesto de vigilancia, acceso para minusválidos, etcétera).
La gama cromática de la costa varía notablemente en función de la parte de la isla que se visite. En la punta norte se puede pasar, en unos 20 minutos de trayecto en coche, del agua turquesa y los kilométricos arenales blancos de Corralejo, rodeados de las enormes dunas del parque natural del mismo nombre, a las piscinas naturales de aspecto volcánico de El Cotillo. Los acantilados de la costa oeste contrastan con Bahía Calma y Jandía, en el istmo que marca el extremo sur de la isla. Ese es el lugar reservado para los hoteles resorts: pese a estar algo apartado, sus tranquilas e inacabables playas de arena se convierten en el refugio de miles de turistas al año.
El peculiar clima subtropical canario, que en el caso de Fuerteventura se traduce en una temperatura media de 270C, unido a los fuertes y constantes vientos que azotan sobre todo la parte norte y sur de la isla, la convierten en un escenario ideal para practicar deportes como el kitesurf y el windsurf. En la playa de Pájara, en Jandía (sus 130 km de extensión hacen de ella la más larga de las Canarias), se celebra desde hace casi 30 años la única prueba europea del campeonato del mundo de este último deporte. El submarinismo, muy beneficiado por la transparencia de las aguas y su poca profundidad, es otro de los atractivos que brinda la costa majorera.
El interior de la isla ofrece la posibilidad de hacer excursiones para alternar con el disfrute de la playa. El conjunto de montañas que la recorre de norte a sur cuenta con infinidad de recorridos marcados para hacer senderismo o ciclismo. No es raro, de hecho, encontrarse al_gún equipo ciclista entrenando en sus duras y empinadas cuestas.
A 400 metros de altura se encuentra Betancuria, la antigua capital de las Canarias, que recibe su nombre del explorador francés (Jean de Bethencourt) enviado en 1402 por la Corona de Castilla para conquistar la isla. Una visita merece también la Casa de los Coroneles, un fuerte militar del siglo XIX emplazado en La Oliva y, si se dispone de tiempo, la deshabitada Isla de Lobos, cerca de Corralejo. Para los más místicos, la montaña de Tindaya, un símbolo para indígenas y artistas.
En Fuerteventura hay que dejarse llevar por la tranquilidad que se respira. No hay ruidos ni prisas y hasta la agradable temperatura (la manga corta manda hasta en diciembre) invita a tomárselo todo con calma.
Guía
Cómo irEl aeropuerto internacional de Fuerteventura, en Puerto del Rosario, conecta con las principales ciudades europeas. Ryanair opera vuelos desde Madrid y Barcelona. Iberia, Air Europa y Vueling también viajan hasta la isla.Dónde dormirEl hotel Barceló Corralejo Bay (cuatro estrellas) es una buena opción en caso de no viajar con niños (es un only adults). La calma que aporta la ausencia de los más pequeños, especialmente patente en sus piscinas exteriores y terrazas, se puede redondear con su completo spa y su sala de masajes. Ubicado junto al pueblo y a dos minutos de la playa, desde su terraza se divisan las islas de Lobos y Lanzarote.Dónde comerDestaca, por su privilegiada situación, el restaurante Mirador de Sotavento. Los comensales gozarán desde su terraza de espectaculares vistas de Costa Calma, especialmente cuando empieza a caer el sol. Su cocina alterna platos tradicionales con recetas europeas. Entre las especialidades de la casa destacan los arroces caldosos.