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La UE, del revés

El euro canta victoria y se toma un año sabático

Dentro de dos semanas, el 1 de enero, el euro cumplirá 14 años de vida. Y a tan corta edad, ya se vanagloria de haber superado su primera crisis existencial. O, al menos, así lo aseguran sus actuales tutores. Hasta el punto de que la Unión Monetaria cree que puede permitirse una pausa en las reformas mientras da tiempo a que su principal socio, Alemania, resuelve la cita electoral de septiembre de 2013.

"Lo peor de la crisis de la eurozona ha pasado", certificó el pasado jueves el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, en el arranque de la octava y última cumbre europea de 2012 (incluidas una informal y otra restringida de los socios de la moneda única).

Las palabras de Van Rompuy reflejan el sentir mayoritario de unas autoridades comunitarias y nacionales que, tras esquivar el abismo de la desintegración, no dudan en colocarse ya las medallas por el deber cumplido. Y con alborozo desdeñan cualquier advertencia sobre los riesgos de cantar victoria de forma prematura.

Bruselas prefiere saborear sus éxitos, aunque no sean definitivos, antes que dejarse seducir por "el glamour intelectual del pesimismo", como describe el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, la actitud de quienes critican la gestión comunitaria desde un punto de vista pro europeo.

El nuevo humor reinante en la capital de la UE se percibe incluso en los gestos. Tras la cumbre de la semana pasada, Van Rompuy y Barroso caminaron con beatífica parsimonia por el claustro del Consejo Europeo hasta la sala prensa. En citas anteriores, los dos presidentes salían desbocados al encuentro de unos periodistas sedientos de un titular que rematara al euro... o lo salvara para siempre.

Algunos datos corroboran el optimismo. Los índices adelantados de actividad económica en diciembre y los de confianza empresarial en noviembre han repuntado ligeramente. Y en septiembre se detuvo la hemorragia de capital europeo que venían sufriendo los países de la periferia, en particular España.

Pero los zarpazos de la crisis continúan. Y los pronósticos para 2013 auguran una nueva recesión y otro récord de desempleo, con 20 millones de parados en la zona euro (desde los 18,7 millones actuales).

Van Rompuy reconoce que el veredicto favorable al euro no es definitivo, pero está convencido de que "el duro trabajo que hemos hecho empieza a dar resultados". Para Barroso, lo más significativo es que, a pesar de las apariencias, en los cuatro años de crisis de la zona euro "no se ha dado ni un paso atrás en la integración y todos los acuerdos han sido a favor de más Europa". Por el camino han quedado los nein de la canciller Angela Merkel, tan tozudos como infructuosos.

La realidad y el pragmatismo del resto derrotó su no a los préstamos para Grecia; su no a la creación de un fondo de rescate; su no a la transferencia de la supervisión financiera al Banco Central Europeo (BCE)...

Todas esas medidas se han ido adoptando (las últimas, la semana pasada), aunque algunas con retraso y otras un tanto mutiladas. Tampoco han faltado pasos en falso, como la amenaza de expulsar a Grecia de la zona euro, que alentó las dudas sobre la irreversibilidad del euro y castigó la prima de riesgo de países como España.

"Durante estos años se nos ha acusado de ir siempre por detrás de los acontecimientos", señaló recientemente el comisario europeo de Economía, Olli Rehn. "Ahora podemos decir que quienes van con retraso son quienes pronostican la salida de Grecia del euro o especulan para ganar con ella".

Las tornas empezaron a cambiar a partir de agosto, cuando el presidente del BCE, Mario Draghi, anunció un plan ilimitado de compra de deuda para los países que suscriban un plan de ajuste con el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) o fondo de rescate. La oferta ha calmado los mercados, aunque nadie ha llegado a aprovecharla ni siquiera el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, a quien parecía claramente destinada.

La duda ahora es si la calma chicha de la última cumbre del año se repetirá en la primera de 2013 (prevista para el 7 y 8 de febrero) o anticipa una nueva tormenta, que podría desencadenarse si alguna agencia de calificación rebaja a bono basura la calidad crediticia de España.

La UE apuesta por la primera hipótesis. Y forzada por el calendario electoral de Angela Merkel, afronta un año casi sabático en el que se limitará a preparar las reformas futuras. Las más importantes, la puesta en marcha definitiva de la supervisión financiera (encargada al BCE); la definición de las normas sobre la retroactividad de la recapitalización bancaria a través del MEDE, o el diseño de un fondo eu¬ropeo de reestructuración bancaria. De modo que ¡feliz, y tal vez aburrido, 2013!

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