La Franquicia (I): una forma de internacionalización que potencia tu marca
Hace unos años participamos en un prestigioso foro sobre gestión de despachos de abogados en el que, en el marco de una ponencia, se trató la franquiciación de los servicios jurídicos. La mayoría de los asistentes concluyeron que "eso es imposible". Como sabemos, "lo imposible" dura hasta que alguien lo hace posible.
La percepción juega un importante papel en la internacionalización. Cuando sabemos de una empresa que crea franquicias, la percepción que tenemos de ella es que se trata de una empresa fuerte, poderosa y valiente. Hay un elemento que quizás se nos escapa pero que es la clave: si alguien renuncia a su propia marca para adoptar la de otro es que cree en ella por encima de todo y eso fortalece la marca en la mente del cliente.
Crear una franquicia en un país que no es el propio es una oportunidad para fortalecer la marca. También para demostrar al mercado local que nuestra marca es potente y apreciada fuera de sus fronteras porque otros quieren adoptarla renunciando a la propia. La adopción de la franquicia como forma de internacionalización aporta una doble ventaja psicológica para posicionar la empresa en la mente del cliente tanto local como internacional.
Otro de los factores positivos de la franquiciación de la marca es que minimiza los riesgos. Hay que tener en cuenta que la distancia física que representa la internacionalización puede entrañar riesgos. Si no se puede desplazar personal propio que reproduzca íntegramente la filosofía y la manera de trabajar de la empresa, es fácil que se desvirtúen o bien que se adopten otras que ya no responden a las propias.
La franquicia asegura en buena parte que la filosofía de la marca, la manera de trabajar de la empresa, siga intacta allá a dónde vaya. Desde el punto de vista económico, la franquicia ofrece también ventajas. Para empezar, la inversión de implantación se reduce sensiblemente puesto que es el franquiciado, en general, quien aporta las infraestructuras tanto inmobiliarias como de recursos humanos. Además, puesto que la empresa "cede" su marca, el franquiciado paga unos cánones que la ayudan a costear su inversión en comunicación y marketing.
Hay que desterrar viejos fantasmas. Cualquier empresa que cree firmemente en sus valores, en los servicios que ofrece, y sabe que su sistema de trabajo funciona, puede franquiciarse. No es necesario ser un gigante en el mercado. Sí es necesario creer que se puede llegar a ser y adoptar todas aquellas medidas y decisiones que lo potencien.
En un próximo artículo hablaremos de los requisitos necesarios para adoptar esta forma de internacionalización.
Más información en Dominguez & Guiu (Barton® a partir de 2013)