El capitán de Globalia
De trabajar en el campo o como pintor, a presidir Globalia. El grupo de Juan José Hidalgo se ha convertido en el mayor del sector turístico al hacerse con Orizonia.
En los años 90 media España buscaba a Curro, ese personaje publicitario que aparecía por diferentes partes del mundo y que fue durante mucho tiempo el encargado de promocionar la agencia Halcón Viajes. Curro representaba a una incipiente clase media que se empezaba a permitir salir de vacaciones al menos una vez al año. Muchos de esos viajes, y de los que después les han seguido, se hicieron realidad gracias a alguna de las empresas que pertenecen al grupo Globalia, presidido por Juan José Hidalgo (Villanueva del Conde, Salamanca, 1941), que aunque hoy en día dirige el grupo turístico más importante de España, siempre se ha definido como una persona de pueblo, que además está orgullosa de serlo.
Este empresario no ha salido de ninguna universidad ni de ninguna renombrada escuela de negocios. Ha conseguido levantar su imperio a base del trabajo y la experencia conseguida tras muchos años de esfuerzo. Hidalgo empezó a trabajar muy joven para ayudar económicamente a su numerosa familia, para lo que tan pronto se dedicaba al campo como a atender el salón de baile de sus padres. Con 19 años emigró a Suiza y su lista de profesiones continuó aumentando: albañil, pintor de brocha gorda... Gracias a todos estos trabajos consiguió ahorrar algo de dinero para meter por primera vez la cabeza en el mundo de los viajes, aunque los primeros que organizó no fueron precisamente de placer, ya que el patriarca de Globalia se dedicó a transportar a emigrantes de vuelta a España.
Ya en casa de nuevo, su espíritu empresarial le llevó a comprar un autobús, que luego dio paso a una pequeña flota. Este trabajo le permitió más tarde aventurarse a crear Halcón Viajes, concebida en un principio como una pequeña agencia local. El negocio prosperó y algunos años después llegó la inversión en Air Europa, la primera compañía aérea que consiguió romper el monopolio de Iberia.
En conjunto, todas sus empresas (que además de la aerolínea y la agencia de viajes, incluyen otras como el turoperador Travelplan o la cadena de hoteles Be Live) forman Globalia, que cuenta actualmente con unos 25.000 trabajadores y una facturación de unos 4.000 millones de euros.
Este grupo se ha hecho esta misma semana con un nuevo miembro, el operador turístico Orizonia, cuya adquisición por parte del grupo Barceló no llegó a cuajar y que permitirá a Globalia convertirse en la mayor compañía del sector del turismo en España.
Pero además de al mundo de los viajes, Juan José Hidalgo también se dedicó durante algunos años a otro sector bastante diferente: el fútbol. Aficionado a este deporte, fue presidente de la Unión Deportiva Salamanca durante diez temporadas, tres de ellas con el equipo en primera división, y también fue el artífice de la conversión del club en sociedad anónima deportiva. Después, abandonó su cargo y sus inversiones en equipos de fútbol ya que, como él mismo ha reconocido en alguna ocasión, dirigir un club es una tarea complicada que se diferencia de la gestión de una empresa. Desde entonces el deporte ha quedado para Hidalgo relegado a una afición como cualquier otra, aunque su familia sigue manteniendo la relación con el conjunto almantino. Le gusta practicar el golf para relajarse y también pasa el tiempo libre jugando a las cartas.
A sus 71 años, su sucesión al frente de Globalia lleva tiempo siendo una de las grandes cuestiones que rodean a Pepe Hidalgo. Sus hijos (María José, Javier y Cristina) llevan tiempo involucrados en sus negocios y aunque se ha especulado mucho con que habrían apartado a su padre de la dirección de la compañía, él siempre ha defendido que sigue siendo la cabeza que está al frente del grupo y el que toma las decisiones, aunque el trabajo diario recaiga más en sus sucesores.
Tal vez por su experiencia en el mundo del fútbol, sabe que para que un equipo funcione solo puede haber un líder, un capitán, aunque es necesario que todos los jugadores asuman su papel.
El conjunto que dirige cuenta entre sus filas con alguien que se perfila como su principal sucesora: su primogénita, María José Hidalgo, directora general de Air Europa, que ha estado desde muy joven colaborando en las empresas de su padre. Desde comienzos de año, la hija del presidente de Globalia está tomando cada vez más las riendas de la compañía, prueba de ello es que ha trasladado su residencia de Nueva York a Madrid.
La mayor del clan Hidalgo sí que tuvo las oportunidades de las que no pudo disfrutar su padre. Fue a la universidad en Salamanca, donde se licenció en Empresariales y después pasó por la escuela de negocios Iese de la Universidad de Navarra. Aunque es charra de origen, como su familia, mantiene una relación muy estrecha con las Islas Baleares, donde ha colaborado con diversas instituciones. También le gusta dedicar tiempo a acciones humanitarias y trabaja frecuentemente para ayudar a ONGs, como Unicef.
En esta particular línea sucesoria siguen a María José Hidalgo sus hermanos Javier y Cristina. El único hijo varón de Hidalgo compró en febrero a su padre la operadora de telefonía móvil Pepephone y ocupa también el cargo de director general de Globalia. Por su parte, Cristina, la benjamina, se dedica a la dirección de marketing de la compañía.
No se sabe cuál será el ritmo que seguirá esta complicada sucesión, lo que está claro es que Juan José Hidalgo, ese empresario nato con intuición para los negocios, querrá llevar las riendas mientras pueda.