La I+D y la cosecha de los ladrillos

Las que se consideran peores noticias de la crisis vienen sistemáticamente de la mano de los datos de paro, que se acercan a los seis millones de trabajadores, hasta superar la cuarta parte de la población activa. Son cifras nefastas que no solo impactan directamente en el funcionamiento de la economía, sino también en la maquinaria del consumo y, por ende, en el Estado de bienestar. A pesar del pesimismo, la tesis general es que con la recuperación del empleo se retomará el resuello. De hecho, y como empiezan a destacar en su discurso diversas autoridades económicas, bastaría con que el llamado ladrillo se reactive para la recuperación.

Es un grave error. Y esperemos no volver a caer en tan conocido abismo. Porque la economía española debe fijar sus nuevos cimientos en un sustentáculo mucho más firme que plantar pilares, aunque estos sean de hormigón. El futuro está en la investigación, en la innovación, el desarrollo, el talento, la imaginación y la tecnología. De todo eso hay de sobra. Sin embargo, no es lo que indican los últimos datos de inversión en I+D en España. Por eso es el momento de reenfocar los esfuerzos hacia una economía que, lejos de hundir sus raíces en el suelo, lo haga en el cielo. Lo contrario será volver a plantar ladrillos. Y ya sabemos qué cosecha dan.