La tijera de Merkel trasquila ahora a Bruselas
Desde hace tres años, la canciller alemana, Angela Merkel, impone sus recetas de austeridad y recortes en toda la UE con el silencio cómplice de la Comisión Europea. Ni su presidente, José Manuel Barroso, ni el resto de miembros de la CE se han atrevido a cuestionar en público la estrategia de Berlín, a pesar de que numerosos economistas dudan de que la contención del gasto público a rajatabla sea la única solución para una crisis provocada por el endeudamiento privado.
El dogma alemán comienza a resquebrajarse. Y hasta el FMI se ha asustado ante la evidente falta de resultados en los países sometidos a su tratamiento. Pero antes de cambiar el rumbo, Merkel quiere dar otro tijeretazo.
La nueva víctima será su aliada más sumisa: Bruselas. Y para dejar claras sus intenciones, la canciller llega pasado mañana a la capital comunitaria con el objetivo declarado de trasquilar el presupuesto de la UE para 2014-2020.
Merkel se reunirá el miércoles en Bruselas con los presidentes de los grupos políticos del Parlamento Europeo para sentar las bases de un acuerdo presupuestario que refleje la austeridad imperante en toda la UE.
La capital comunitaria espera a la canciller en pie de guerra (dentro de sus límites burocráticos). Varios sindicatos de funcionarios (en el Consejo de la UE y en la Comisión) han notificado un preaviso de huelga a partir de hoy y hasta el 23 de noviembre ante los recortes en salarios y pensiones que se les avecinan.
Y el Parlamento Europeo que, por primera vez, gracias al Tratado de Lisboa, dispone de derecho de veto en la negociación del marco presupuestario, amenaza con utilizarlo si a Berlín se le va la mano con la tijera.
La ofensiva de Merkel, sin embargo, ya ha empezado a tener éxito. Chipre, país que ocupa la presidencia semestral de la UE, dio la semana pasada el primer tijeretazo, de 50.000 millones de euros, al proyecto de presupuestos presentado por la Comisión Europea (de casi un billón de euros para siete años).
Pero Alemania y otros socios (como Reino Unido o Suecia) no se conforman. Y frente a la aspiración de Bruselas de elevar el presupuesto anual hasta el 1,11% del PIB europeo (desde el 1,04% del marco presupuestario actual, que expira en 2013), Berlín pretende congelarlo o rebajarlo incluso por debajo del 1%. Eso supone doblar como mínimo el recorte anunciado por la propuesta chipriota.
Y si de algo sirve el precedente de la última negociación (en 2005), todo indica que los deseos de Merkel se cumplirán: hace siete años, la propuesta inicial de la Comisión se rebajó en 160.000 millones de euros. Y eso que entonces Merkel no podía invocar, como ahora, las necesidades de consolidación presupuestaria a nivel nacional para mantener congelado el gasto comunitario.
Bruselas considera un gravísimo error extender los recortes al presupuesto europeo. "Somos conscientes de la necesidad de ahorrar", señala un portavoz de la CE. "Pero el presupuesto la UE debe interpretarse como una inversión, no como un gasto".
En la misma línea se ha expresado el Parlamento Europeo, con una resolución aprobada por amplia mayoría en la que se destaca que el 94% del presupuesto comunitario se reinserte en los Estados miembros. Y en la que se recuerda que los 150.000 millones de euros de cada presupuesto anual solo suponen el 2% del total del gasto público en Europa.
Los argumentos de las dos instituciones parecen válidos. Pero varias capitales, además de Berlín, cuestionan el valor añadido de una hucha común que se destina casi en exclusiva al capítulo agrícola (40%) o a la financiación de infraestructuras (46%) que, según los críticos, no siempre redundan con claridad en el crecimiento de las regiones beneficiadas.
La posición más dura en ese sentido llegará, como siempre, desde Londres, Ámsterdam, Copenhague o Estocolmo, cuatro capitales que también podrían vetar los presupuestos si la tijera de Merkel no les parece suficiente.
El presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, empezará hoy mismo las consultas bilaterales con los 27 Gobiernos de la UE para intentar acercar posiciones. Y tanto Van Rompuy como la presidencia chipriota aspiran a alcanzar un principio de acuerdo en la cumbre extraordinaria del 22 y 23 de noviembre en Bruselas, con vistas a cerrar el pacto definitivo con el Parlamento Europeo antes de final de año.
Tanto Berlín como Bruselas tienen motivos para cumplir ese calendario. A Merkel le permitiría despejar cuanto antes el debate para que no se mezcle con la campaña de las elecciones legislativas en Alemania en septiembre de 2013. Y a las instituciones comunitarias tampoco les conviene prolongar el conflicto, porque se expondrían a llegar sin presupuestos a su propia cita electoral (primavera de 2014).
Ese interés común alienta las esperanzas de Chipre, país que solo lleva ocho años en la UE y que en su primera presidencia semestral podría encontrarse con el "regalo" de cerrar un acuerdo tan importante como los presupuestos del próximo septenio. Y Nicosia sabe que ese logro pasa por recortar más del 10% el billón de euros presupuestado por la CE, aunque sea a costa de limitar la ambición comunitaria durante otros siete años.
Tajo a las interconexiones
La inversión en grandes infraestructuras de interconexión entre países figuraba como una de las principales iniciativas del proyecto de presupuestos de la Comisión Europea para 2007-2013, con una dotación de hasta 50.000 millones de euros. Pero la presidencia semestral de la UE (Chipre) ya ha propuesto un recorte medio del 27% en esa partida. La inversión en carreteras o vías ferroviarias transfronterizas se reduciría un 30%, hasta los 22.000 millones. Y la de proyectos energéticos y de telecomunicaciones, un 23%, hasta 14.000 millones de euros en total. Y fuentes de la presidencia reconocen que todas esas cifras, como el resto del presupuesto "pueden reducirse aún más durante la negociación".
España contiene el golpe
Por primera vez desde su ingreso en la UE, España negociará unos presupuestos comunitarios sin la perspectiva de un saldo positivo durante todos los ejercicios (2014-2020). Por ese motivo, el Gobierno de Mariano Rajoy ha concentrado sus reivindicaciones no en la ampliación del presupuesto (que aumentaría la aportación anual española, que ya se acerca a los 20.000 millones de euros anuales), sino en los criterios de redistribución. Y de momento ha logrado su objetivo: la última propuesta toma en cuenta el impacto de la crisis para el reparto entre países y prevé fondos para las regiones en el segundo escalón de pobreza (Andalucía, Castilla-La Mancha y Murcia).
15% mas de gasto eurócrata
La Comisión Europea ha ofrecido como gesto de buena voluntad un ahorro en gastos de personal de 1.000 millones de euros hasta 2020 mediante una reducción del 5% en su plantilla y un aumento del horario laboral de 37,5 horas semanales a 40 horas. Tras esas medidas, Bruselas propone destinar durante siete años unos 51.000 millones de euros a gastos administrativos y otros 12.000 millones a las pensiones de los eurofuncionarios, en total un 15% más de gasto administrativo que en el presupuesto actual (2007-2013). Las negociaciones sobre esa partida aún no han entrado en detalle, pero es previsible un recorte importante sobre la propuesta. Los eurócratas amenazan con convocar huelgas esta misma semana.