Un Presupuesto en busca del autorrescate
El Gobierno diseña las cuentas más restrictivas del siglo, pero a la vez las más intervencionistas con la economía.
Año 2013: sexto de la crisis, año tres del ajuste fiscal y, si todo sale como rezan las previsiones, año cero de la estabilización de la economía, y quizás año uno del rescate a manos de los socios europeos. Como el de 2012, el Presupuesto del próximo ejercicio está condicionado a la gracia de la actividad económica, que por vez primera en casi un lustro podría estabilizarse en los últimos trimestres del ejercicio. Por lo demás, no se trata de unas cuentas que den carrete al devenir de la economía y al comportamiento ordinario de los ingresos y los gastos públicos, sino que tienen una vocación explícita de intervenir en ella. Son exageradamente intervencionistas, aunque lo hagan cediendo terreno habitualmente ocupado por la Administración pública e incrementando descaradamente la presión fiscal. Solo así sería posible consolidar las cuentas de las administraciones públicas, que cerrarán este año con un desequilibrio del 6,3% (7,4% contabilizando el socorro mutuo a la banca), y que deben minimizarlo hasta el 4,5% en 2013.
Al contrario que los Presupuestos tradicionales de los Gobiernos liberales, intervencionistas por omisión, los elaborados por Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda, este año y el que viene son intervencionistas por acción, con ajuste a partes iguales en el gasto y en los ingresos, y condicionados por una hipoteca de 900.000 millones de euros de deuda, cuya carga de intereses es una camisa de fuerza de 38.600 millones de euros que limita las políticas de gasto. Con estas cuentas el Estado no es ni social ni industrial ni inversor; es un Estado deudor. La factura a pagar a los acreedores es el primer capítulo de gasto, salvo las pensiones, y al contrario que éstas, cuyo pago acorde con la ley está de nuevo en entredicho, aquella es ineludible. Y lo es porque así funcionan los compromisos financieros, y porque si se titubea en las obligaciones habrá problemas muy serios para captar cerca de un cuarto de billón de euros (207.000 millones) que España pedirá a los mercados en 2013 para cubrir su déficit y los vencimientos de la deuda que ya está en circulación. Por currículo histórico y por la alta sensibilidad del mercado, España está en el punto de mira de los señores del dinero, que ya han advertido sobradamente que la empujarán al rescate de sus socios si no devuelve sus finanzas a valores razonables, financiables, confiables.
El ministro de Hacienda hace especial hincapié en que las cuentas de 2012 y las de 2103, y después las de 2014 y 2105, están "única y exclusivamente encaminadas a recuperar la financiación del Estado y de la economía", porque "los valores a los que cotizan los bonos españoles no es admisible en la Unión Europea; nosotros no hemos entrado en la Unión Europea y en el euro para esto".
A su juicio, cuando España tenga cuentas creíbles, recuperará costes de financiación tales que comenzará a moverse el crédito y la demanda, y el propio crecimiento económico ayudará a estabilizar las cuentas públicas, "garantía primera para recuperar el crecimiento de la actividad", a juicio de Montoro.
Por ello los Presupuestos elaborados por el Gobierno de Rajoy, los segundos que diseña en nueve meses y para los que no tendrá más apoyo parlamentario que la mayoría absoluta del Partido Popular, van encaminados a rescatar la economía, rescatar el crecimiento; son una especie de autorrescate para evitar el rescate por parte de otros, para evitar esa amenaza de los mercados financieros y que en buena parte consideran que será la mejor solución para la economía española y Europea.
Seguramente España ha llegado ya al punto de no retorno y el rescate, la ayuda financiera, será inevitable, como inevitable ha sido el rescate bancario aunque todo parecía indicar que un coste de 40.000 millones, como al final han determinado las auditorías de Oliver Wyman, sería asumible por España. No lo ha sido, y la fuerza centrífuga de los mercados empuja cada día al Gobierno de Madrid a solicitar auxilio para estabilizar el coste de financiación de su Estado, de su banca y de sus empresas.
Los Presupuestos de 2013 son un pilar más del edificio en construcción, junto con la ayuda europea, la reestructuración radical de la banca y el sinfín de reformas estructurales que ha aprobado y tiene en proyecto el Gobierno de Rajoy. Aunque unas tienen calendario cerrado, otras caminan con la lentitud europea propia de los cangrejos, que dan tres pasos adelante y dos atrás, pero de la que España es subsidiaria por haber caído en la trampa de una crisis bancaria y fiscal sin precedentes.
Aunque el papel lo aguanta todo, los Presupuestos están basados en fundamentos más creíbles que en el pasado. Admite el Gobierno que la economía mantendrá la atonía, con recesión aún en 2013, y que persistirá la caída de la renta disponible, del consumo, y por tanto, de las bases imposibles. Basa, por ello, el avance de los ingresos únicamente en las subidas de los impuestos, especialmente en el IVA, que aportará un 13% más, y en Sociedades e IRPF, cuyos ajustes neutralizan al menos la pérdida de pulso de la actividad económica.
El 60% del ajuste, en los gastos
Pero Hacienda asegura que no serán precisas nuevas modificaciones tributarias, nuevas subidas de impuestos. En los últimos nueve meses han sido especialmente intensas, pero "ahora hay que dejarlas madurar", asegura Cristóbal Montoro. La apuesta por la reducción del gasto no ha sido menor. En las cuentas del año próximo casi un 60% del ajuste corre por cuenta de los gastos, que se concentran, además de las reducciones de un 9% en el disponible de los ministerios, con un ajuste muy fuerte en la inversión, en los programas de control del gasto sanitario y farmacéutico, y en el educativo, ambos en manos de las comunidades autónomas. Las comunidades autónomas, responsables de gastar y no de ingresar, al menos hasta ahora, han perdido la hegemonía en sus políticas por el simple hecho de que están en un "default aparente", rescatadas por el Gobierno de Madrid, que atiende los vencimientos de sus deudas y los pagos a sus proveedores.
Con esta política continuada de recortes de los gastos, el Gobierno asegura que ha hecho una reducción del déficit estructural de casi tres puntos en el bienio 2012-2013.
Pese al tono realista que tienen las cuentas, el anclaje macroeconómico sigue suscitando dudas. Mientras que los analistas y expertos han corregido en los últimos meses el desempeño de la economía española hasta un descenso del PIB del 1,5% el año que viene, el Gobierno limita la caída al 0,5%, con un avance nominal (los impuestos y los gastos se mueven en valores nominales) del 1,2%. El consumo mantendrá la contracción (1,4%), y el de carácter público lo hace de forma dramática (8,2%), mientras que la inversión sigue en valores negativos (2,1%) porque sigue sin concluir el desapalancamiento de las empresas y los hogares, y por las dudas que generan las expectativas negativas de la actividad económica. El escaso crecimiento queda en manos del sector exterior, con un avance de las exportaciones del 6%, mientras se mantiene la caída de las compras. Así, el sector exterior proporciona una contribución al crecimiento del 2,3%, y la economía española entra en financiación positiva, en superávit corriente, por vez primera en este siglo. Por tanto, la mitad del camino del ajuste de la economía agregada está hecho.
El empleo seguirá cayendo, pero estará muy cerca de la estabilización. De hecho, la tasa de desempleo cederá unas décimas, según el cuadro macro del Gobierno, como consecuencia del ajuste en la población activa. El gasto en desempleo, cuyas cotizaciones solo cubrirán dos de cada tres euros de coste, se reducirá notablemente, más por las medidas de reducción de la prestación aprobadas en julio que por la evolución de la ocupación.
El Ejecutivo es cauto en las variables del ambiente, las externas que impactan directamente en la economía. Así, prevé una relajación ligera de los tipos de interés a corto plazo, y también de los largos, con una media del bono español en el 5% (un punto menos que ahora), lo que de alguna forma indica que no contempla el escenario del rescate, que estaría en primer lugar destinado a rebajar sensiblemente la prima de riesgo. Prevé también un debilitamiento del euro frente al dólar y un abaratamiento de un 10% en el precio del petróleo.
En todo caso, la mejor base para que el presupuesto de 2013 sea creíble y sirva para estabilizar las cuentas y relanzar la economía es el vero cumplimiento este año. El Gobierno jura que se cumplirá con holgura, incluso en los ingresos, gracias a las subidas del IVA en septiembre. Como detalle, Montoro aseguró que los datos disponibles ya de septiembre apuntan en la dirección positiva de recuperación de los ingresos pese a la recesión de la actividad.
Falta de equidad tributaria
Cristóbal Montoro lanzó el sábado pasado un sonoro lamento sobre el mal cumplimiento de las obligaciones fiscales. "Fui responsable de Hacienda desde 1996 a 2004, y lo soy ahora de nuevo; han cambiado los orígenes de las bases tributarias; pero no han cambiado los que pagan y los que no. La equidad tributaria en España está bastante perjudicada; trabajamos para cambiarla y recomponerla", comentó.