La exclusividad manda en el 'Orient Express' español
El Transcantábrico Gran Lujo invita a redescubrir los viajes en los que el trayecto importa más que la meta.
El apaciguador traqueteo del tren, siempre y cuando vaya a una velocidad razonable, tiene un efecto casi hipnótico sobre el pasajero. El efecto se multiplica gracias a la inmensidad de los paisajes norteños que surca el convoy, y desde luego no están de más las atenciones dignas de aristócrata decimonónico con que se obsequia a quien se sube al Transcantábrico Gran Lujo.
Hay locomotoras capaces de cubrir los 600 km que separan Madrid de Barcelona en dos horas y media. El más glamuroso de los trenes de FEVE (Ferrocarriles Españoles de Vía Estrecha) busca exactamente lo contrario: que los pasajeros se recreen con el trayecto en sí. Sin prisas. Contemplando una puesta de sol tomando una copa en uno de los salones del convoy. O degustando un desayuno a la carta mientras se atraviesan verdes valles vizcaínos poblados de vacas y aldeas de piedra.
El viaje, que dura ocho días y siete noches, cubre el trayecto San Sebastián-Santiago de Compostela, y viceversa, haciendo varias paradas para visitas culturales y gastronómicas. El Transcantábrico Gran Lujo, operativo desde el año pasado, es una versión premium del clásico, que lleva en funcionamiento desde 1983. La versión mejorada no escatima en detalles y brinda a sus pasajeros todo aquello a lo que podrían aspirar en un hotel de cinco estrellas. Tras unas reformas valoradas en 2,5 millones de euros, se adaptaron salones panorámicos con grandes ventanales y, sobre todo, se transformaron sus vagones, dotándolos de habitaciones mucho más amplias: dispone de 14 suites con una capacidad máxima de 28 pasajeros, la mitad que la versión anterior del tren. La publicación especializada Expreso considera tras la puesta a punto que el Transcantábrico es el tren más lujoso del mundo.
La exclusividad y las atenciones proporcionadas por sus tripulantes (prensa nacional e internacional todos los días, servicio de lavandería, etcétera) se reflejan en los precios del viaje. Este puede costar 3.900 euros por persona en las suites dobles o 7.800 en las individuales, con descuentos si se reserva con meses de antelación. La buena acogida por parte de los clientes (la ocupación en lo que va de año asciende al 94%, según la empresa) ha provocado que FEVE haya ampliado su programa con dos nuevas salidas en noviembre, una desde Santiago y otra desde San Sebastián.
Cada vagón suite consta de cuatro compartimentos, cada uno de ellos con cama de matrimonio (o dos lechos individuales), un amplio salón con sofá transformable en cama abatible y un cuarto de baño. Cada estancia está equipada con armario ropero, dos televisores, videoconsola, equipo de música, doble climatización, ordenador con conexión gratuita a internet, teléfono inalámbrico y minibar. Una puerta separa la sala de estar de la ducha con hidromasaje, la sauna y el jacuzzi con que están pertrechados todos los camarotes.
Los vagones están comunicados entre sí, conectando además con las zonas comunes. Además del coche restaurante, hay un vagón pub con pista de baile incluida, una sala de té y dos salones panorámicos con biblioteca y videoteca. Aburrirse es complicado en el Transcantábrico Gran Lujo.
Congresos y viajes en grupo
El Transcantábrico Gran Lujo es el escenario ideal para eventos que busquen fomentar la relación entre los 28 pasajeros. Después de todo, nadie se baja de un tren en marcha. FEVE ofrece la posibilidad de contratar el convoy entero en marzo, abril, mayo, octubre, noviembre y diciembre, incluyendo la posibilidad de realizar un viaje de fin de año. Viajes de negocios, congresos, incentivos, presentaciones de productos o también eventos familiares copan los chárteres del Transcantábrico.