Aguas que curan el estrés desde hace 2.000 años
El Balneario de Alange afronta la crisis del termalismo incorporando nuevas posibilidades de turismo de aventura en la sierra y el embalse.
Cuando en 1863 el médico titular de Alange Abdón Berbén Blanco compró en subasta el balneario de la localidad, amparado en la desamortización de Madoz, sabía muy bien lo que se hacía. No tuvo que inventar nada. Ya los romanos que poblaban 2.000 años antes la vecina Emérita Augusta conocían las propiedades curativas de sus aguas, únicas en España, de enfermedades nerviosas, gracias a su radiactividad natural (32 nanocurios por litro) y la presencia de CO2 y radón disueltos.
Comenzaba así la segunda edad de oro de la estación termal extremeña. La primera tuvo lugar en el siglo III, cuando el pretor Licinio Sereno escuchaba hablar de las propiedades mágicas del manantial y llevaba a su hija Varinia Serena, aquejada de problemas mentales, a tomar las aguas, constatando una gran mejoría. El pretor levantó entonces unas magníficas termas y estancias auxiliares, parte de las cuales aún se conservan. Con las invasiones bárbaras, el balneario cayó en el olvido.
A partir de finales del siglo XIX la estación termal va resurgiendo de la mano de las distintas generaciones de la familia Berbén Blanco, situación que se mantiene hasta hoy, cuando el balneario es propiedad de una sociedad, pero su director es Fernando Fernández-Chiralt, que representa a la quinta generación de los primitivos propietarios.
A partir de ese renacimiento, el balneario, superando crisis y modas, se ha ido consolidando, especialmente en los años setenta del siglo pasado, cuando se acomete un plan de modernización y ampliación de instalaciones. En esos años se ejecutó también un programa de rehabilitación de las termas romanas, porque parte del diseño primitivo aún está oculto.
Dentro de este plan, y para responder a la creciente demanda, se restaura una casa señorial anexa y se convierte en el Hotel Varinia Serena, de tres estrellas y 35 habitaciones. Como quiera que el termalismo -gracias en parte al programa del Imserso- vuelve a ponerse de moda, los responsables del balneario amplían tanto los servicios y terapias como, en una apuesta muy fuerte, la oferta de alojamiento, acometiendo la construcción del Hotel Acualange, de cuatro estrellas y 86 habitaciones, con una inversión de 6 millones de euros, el cual abre sus puertas en 2006.
La estación termal llega así al momento actual en el que, según su director Fernando Fernández-Chiralt, se vive una doble crisis: una coyuntural, la que vive toda la economía, y otra estructural. "Esta última se deriva, por un lado, de la crisis de identidad de los balnearios en general, que optan por imitar a los spa, cuando lo nuestro es otra cosa. Nuestro valor es un recurso natural limitado: el agua y sus propiedades, porque nadie va a viajar 500 kilómetros para bañarse con burbujas de agua de grifo, y por otro, del programa del Imserso, que fue bueno porque dio continuidad a la actividad y el empleo, pasando de tres meses abiertos a diez, pero luego se distorsionó y dejó de ser termalismo social para convertirse en termalismo barato, en el que entraba cualquiera independientemente de su nivel de renta, y eso va en perjuicio de la calidad", apunta.
Hoy día estos programas del Imserso constituyen la mayor parte del negocio, lo que hace difícil amortizar la inversión, y han provocado una caída de la facturación desde los 4,5 millones de las épocas buenas a los 3,4 millones de ahora. Por eso, el balneario de Alange está empeñado en reinventarse, sin perder nunca de vista que su principal valor es el agua medicinal. Así, se intenta atraer una clientela joven afectada por los males de la sociedad moderna como el estrés o la depresión, "para cuyo tratamiento nuestras aguas cuentan con el aval científico", y ampliar la oferta con actividades alternativas.
De este modo, se llegó a un acuerdo con el grupo Alcor para ofrecer turismo de aventura, con senderismo y escalada en la vecina Sierra del Castillo o navegación en el embalse de Alange, que cuenta con 34 kilómetros de costa.
"Se trata de dar opciones de turismo activo y de aprovechar las posibilidades de ocio en contacto con la naturaleza, aunque nos falta que la Administración sea un poquito más sensible y nos deje aprovechar estos recursos, en lugar de establecer tanta limitación", señala Fernández-Chiralt.
Datos básicos
Empleo y facturación. El Balneario de Alange, y los hoteles que forman parte del complejo termal, dan empleo a 83 personas actualmente, aunque han llegado a contar con 120 trabajadores. Al igual que la cifra de empleos, también ha caído la de facturación, en un 25%, quedando ahora en 3,4 millones de euros.
Programas médicos. La empresa cuenta con programas médicos avalados científicamente y que son aplicados por médicos para enfermedades del sistema nervioso, patologías cardiovasculares y reuma, con tratamientos supervisados que oscilan entre los 5 y los 14 días de duración.
Salud y belleza. Ofrecen planes de salud, relajación, belleza y recuperación, que van desde un día hasta una semana, normalmente en paquetes específicos para un fin de semana como media.
Termas romanas. La parte más importante de la actividad se realiza utilizando las propias termas construidas por los romanos y que han sido rehabilitadas, a las que se han ido sumando la piscina manantial, ducha escocesa, pilas de agua medicinal caliente, baño turco, piscina de hidromasaje y zona de oxigenoterapia e inhalación de agua medicinal. También hay una zona seca de masajes con aceites esenciales y parafangos.
Patrimonio mundial sin saberlo
En 1993, la Unesco declaraba Patrimonio de la Humanidad los restos de Emérita Augusta, pero alguien olvidó comunicar a los propietarios del balneario que estas termas estaban incluidas en la declaración. No fue hasta hace unos pocos meses que Fernández-Chiralt se enteró "casi por casualidad" y ahora, indignado, exige responsabilidades "porque nos han privado durante dos décadas de ayudas y promoción que nos correspondían". Fue la gota que colmó el vaso, ya que según el director de la estación termal, "parece que a la Administración le da igual que los balnearios atraigan el 14% del total de pernoctaciones de turistas en Extremadura o supongan el 17% del empleo en este sector".A su juicio, estas instalaciones deberían ser mimadas "porque, por ejemplo, un hotel junto a un parque natural aprovecha un recurso que se mantiene con dinero público, mientras nosotros somos el propio recurso y cargamos con el coste de su conservación". No ocurre así. Al contrario, "ni siquiera acceden a poner un indicador en la autovía (A-66) que diga que estamos aquí".