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Ante el Parlamento

Barroso reclama que el BCE supervise a la banca europea

El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, ha asegurado hoy ante el Parlamentro Europeo que el BCE ha de supervisar a toda la banca europea, y no solo a las grandes entidades, tal y como reclama Alemania. El mandatario portugués ha vuelto a reclamar una mayor unión fiscal y política en la UE.

El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, criticó hoy -sin nombrarlos- a los líderes europeos que tratan las cumbres como "un combate de boxeo", al tomar primero decisiones importantes y socavarlas al día siguiente, criticando los procesos o el contenido de las mismas.

"Es inaceptable presentar las cumbres como un combate de boxeo", señaló ante el Pleno del Parlamento Europeo en Estrasburgo en su esperado discurso del estado de la Unión, en ela que criticó que ese comportamiento -reclamar victoria o un "KO sobre un rival"- genera más problemas de credibilidad de la UE y falta de confianza en la misma y en su determinación de salir conjuntamente de la crisis.

Durante los últimos cuatro años la UE ha tomado "decisiones inteligentes" para hacer frente a la crisis, pero los líderes no han conseguido convencer a los ciudadanos, inversores o socios internacionales, porque una y otra vez ha permitido que se extiendan dudas, apuntaló.

Dudas sobre la capacidad de responder de los Estados miembros y de cumplir sus compromisos y dudas sobre si los 27 "realmente se respaldan" y muestran solidaridad para que el euro y el proyecto europeo "sea irreversible", explicó.

Y eso se debe en parte porque "primero se toman importantísimas decisiones en cumbres y al día siguiente las mismísimas personas las socavan", lamentó, provocando un problema de credibilidad y de confianza y minimizando la respuesta europea a la crisis.

Barroso recalcó que todo esto revela una crisis política, porque, indicó, si los políticos no pueden cumplir lo que han decidido entonces no podrán convencer a los demás de que van a resolver conjuntamente la crisis, sostuvo.

"Una crisis de confianza es una crisis política. La buena noticia es que en democracia no hay ningún problema para el que no podamos encontrar una solución política", agregó.

Pero para ello, "Europa necesita una nueva dirección, una que no esté basada en viejas ideas sino en nuevas", pidió. En este sentido se encuadra la petición de la CE de que el BCE se ocupe de la supervisión bancaria en Europa.

El reglamento que maneja el organismo que preside el portugués prevé que el BCE asuma gradualmente la supervisión de las entidades financieras. En los primeros seis meses, de las que hayan recibido ayudas públicas o en las que el emisor detecte un riesgo sistémico. Y un año después de la entrada en vigor de la norma, las 6.000 entidades que operan en la zona euro habrán quedado bajo la tutela de Fráncfort.

Esa omnipotencia del BCE constituye uno de los puntos más polémicos del reglamento. Alemania, en concreto, se opone tajantemente a transferir la supervisión de todos sus bancos al organismo presidido por Mario Draghi. El Gobierno de Merkel quiere que el BCE solo vigile a las entidades más grandes, lo que dejaría fuera de su escrutinio a los bancos públicos de las regiones alemanas, cuya salud financiera genera muchas dudas entre inversores y analistas.

Bruselas ha optado por hacer frente a la resistencia de Berlín tras constatar que el riesgo sistémico de una entidad no depende solo de su volumen de negocio o su expansión territorial. La CE considera, además, que una supervisión a dos niveles (europea y nacional) generaría inestabilidad y movimientos de los ahorradores o inversores hacia las entidades de uno u otro segmento.

El choque entre Bruselas y Berlín augura una complicada negociación, aunque la CE aspira a que el reglamento entre en vigor el próximo 1 de enero.

España es uno de los países más interesados en que la tramitación sea lo más rápida posible, porque la creación de un supervisor único es condición imprescindible para que el fondo de rescate pueda inyectar capital directamente en las entidades financieras.

De esa manera, el erario público español se libraría de la factura de hasta 100.000 millones de euros que asumirá con el fondo a partir del próximo mes con el fin de completar la recapitalización o desmantelamiento de las entidades en dificultades.

Disputas y calendario aparte, parece claro que la nueva norma inicia el camino hacia la unión bancaria, la mayor transformación económica de la Unión Europea desde el nacimiento del euro. Y una vez completada, desaparecerá la etiqueta de "banco nacional" y será sustituida por la de "banco europeo".

Como primer paso, el BCE se convertirá en la máxima autoridad financiera del continente que los expertos del Comité Lamfalussy (del que formó parte el fallecido Luis Ángel Rojo) pergeñaron en 2001 pero no se atrevieron todavía a proponer. Alexandre Lamfalussy confesaba poco después a CincoDías, con motivo del nacimiento físico del euro, su convencimiento de que la figura del supervisor único acabaría resultando imprescindible. La visión del respetado profesor belga (nacido en Hungría) parece a punto de hacerse realidad una década después de aquella entrevista.

Sin embargo, el supervisor único no nacerá del llamado comité Lamfalussy, convertido a raíz de la crisis en la Autoridad Bancaria Europea (ABE). El BCE ha arrebatado ese honor a la ABE, un órgano con sede en Londres que seguirá limitándose a la actividad normativa y la mediación entre reguladores nacionales en caso de conflicto.

La centralización en Fráncfort provoca resquemor en el Gobierno de David Cameron, temeroso de las consecuencias para la City londinense. Y la aparición de un supervisor único inquieta también a los países de Europa Central y del Este, que todavía tienen su propia moneda pero cuyo sector financiero es en gran parte una mera filial de entidades de la zona euro. El reglamento tiene que ser aprobado por unanimidad de los 27 socios de la UE, lo que abre la posibilidad de 10 vetos fuera de la zona euro.

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