La montaña rusa de los mercados
Ante la incertidumbre actual es prioritario adoptar estrategias con diversas alternativas de inversión
La construcción de carteras de inversión es un arte que está al alcance de muy pocos. El análisis y el asesoramiento es una actividad que requiere especialización y recursos suficientes para elaborar aquella cartera de inversión más adecuada teniendo en cuenta las restricciones del entorno económico y las particularidades del inversor particular.
El entorno económico delimita el campo de juego y las características del inversor definen las reglas de juego. Por ello, existen muchos escenarios en los que medir la evolución del patrimonio invertido y los logros alcanzados con respecto a otros que se encuentran en posición de partida similar. Si tuviéramos como restricción económica el campo jugado durante la última década y la política de inversión definida en renta variable global, el resultado de nuestra inversión tendría que estar próxima al 18% y supondría un rendimiento anual aproximado de un 1,67%. Estos rendimientos pueden comprobarse en la gráfica adjunta, en la que se observa una evolución del índice MSCI World Free en un rango de rendimiento entre un máximo y un mínimo de entre el 20% y el 40%. Aquel ahorrador que invirtiera en 2002 y se haya mantenido invertido conforme a los activos que recoge el índice habrá experimentado una montaña rusa en el que, en estos momentos, se encontrará accediendo a una nueva cota similar a la ya vivida en 2007. Y se podría pensar que ante el aturdimiento de las bajadas y subidas habrá perdido la noción de la posición actual de su cartera. ¿Sabrá aprovechar esta segunda oportunidad y bajarse en marcha? Se dice que el hombre es el único animal en tropezar dos veces en la misma piedra, así que la respuesta sería simplemente no, nuestro ahorrador no recogerá los pocos beneficios alcanzados. Creo que, esta vez, este comportamiento no responderá a la ilusión de verse escalando altas cotas sino al desconcierto en el que este se encuentra.
Una propuesta que debería estudiar sería contemplar la existencia de otras maneras y formas de participar en el juego. Existen varias reglas fáciles de entender: una ellas es no seguir una única estrategia de inversión, otra consiste en formar criterio para saber evaluar las alternativas de inversión, otra tercera es no buscar más rendimiento de lo que razonablemente puede obtenerse en el tiempo y una última es pagar para obtener calidad.
El inversor debe tener claro que hay que pagar para obtener calidad
Configurar una cartera de inversión con una única estrategia de inversión es análogo a subirse al tren sin ninguna parada. En realidad, no se sabe dónde vamos ni dónde nos podremos bajar. Lo normal es que finalmente el tren se estrelle por descarrilamiento. Cada escenario macroeconómico tiene variables con una evolución cíclica, detectable con una probabilidad razonable y en relación con otras con evolución similar o contracíclica. En paralelo, existe multitud de fondos de inversión con políticas específicas de inversión que recogen estos movimientos y que, por ello, ofrecen un rendimiento positivo cuando otras estrategias o políticas están en declive. El abanico es enorme y por tanto el criterio para definir las variables relevantes, los gestores adecuados y la combinación idónea de políticas de inversión se torna en decisión determinante para el éxito de la inversión. Para bajarse del tren, el olfato y, por ello, la capacidad para detectar un rendimiento razonable para la política de inversión realizada es esencial. Muchas veces tienen que ver no tanto con la evolución ofrecida por la estrategia en cuestión, sino por la evolución de otras estrategias en cartera que ponen en descubierto el buen o el mal comportamiento relativo de cada una de ellas. Y finalmente y, como todo en la vida, no hay nada que consiga altas dosis de calidad sin que haya mediado para su consecución un claro esfuerzo. Contrastar las estrategias y realizar un seguimiento continuo debe efectuarse mediante la realización de un trabajo disciplinado y responsable.
Tendría sentido considerar que nuestro inversor de referencia continuará desconcertado por un tiempo más, sobre todo cuando este observe que se encuentra de nuevo en una rampa descendente, en velocidad creciente, sin parada a la vista y sin alternativas para realizar una salida honrosa del tren.
Javier Kessler Sainz. EAFI Kessler & Casadevall Asesoramiento Financiero