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El BCE busca opciones no convencionales para calmar el incendio

La nueva pócima mágica de Draghi para vencer la crisis

Hay una nueva esperanza bajo el sol de los países azotados por la crisis: la compra de bonos a corto plazo. Parece que el BCE está de acuerdo con ella y que los inversores (salvo los alemanes y finlandeses, principalmente) le dan la bienvenida. ¿Por qué? ¿Servirá para algo esta vez?

¿Qué pasa con las medidas convencionales?

Hasta Draghi ha reconocido que no funcionan. El BCE ha bajado el tipo de interés hasta el 0,75%, pero la realidad es que una pyme alemana no tiene problema alguno para financiarse y conseguir un crédito mientras que una española no puede hacerlo. Eso significa que la política monetaria del BCE no se está transmitiendo correctamente.

De ahí que para la reunión de este jueves se espere algo más que medidas convencionales. Hay muchos analistas que creen que habrá rebaja de tipos, hasta el 0,5%. Otros piensan que se rebajará la rentabilidad de la facilidad de depósito hasta números negativos. Es decir, que el BCE les cobrará a los bancos por dejar el dinero en la caja fuerte del supervisor.

Otros analistas, en cambio, creen que no hará nada de eso. Primero, porque otra bajada de tipos no tendría efecto, como no lo han tenido las anteriores. Segundo, porque los bancos siempre tendrán la cuenta corriente del BCE, donde se deposita el coeficiente de caja, que remunera el exceso al 0% y donde establecer un tipo negativo haría prácticamente imposible para las instituciones financieras gestionar estos fondos. Al final, si los bancos no quieren mover su dinero, no lo harán.

¿Qué trucos se guarda en la chistera?

El mercado espera una batería de medidas no convencionales y una hoja de ruta de auxilio para los países del arco mediterráneo, incapaces de financiarse a tipos razonables mientras que Alemania y otros países hasta hacen caja por recibir dinero de los inversores a corto plazo. Y Draghi, pese a la oposición del Bundesbank, parece dispuesto a tomar cartas en el asunto. El BCE actuará, eso sí, una vez que los países interesados ­es decir, España e Italia­ acudan al fondo de rescate (FEEF) y soliciten formalmente auxilio financiero. A comienzos del mes pasado, Draghi aseguró que la hoja de ruta de actuación se tomaría en las próximas semanas. En

Los expertos tampoco descartan otras medidas que tengan un efecto sinérgico con las compras de deuda. La rebaja de las exigencias de los colaterales para dar liquidez a la banca es una de ellas.

Más megasubastas de liquidez. Los manguerazos de dinero que llegaron a la banca europea en diciembre de 2011 y el pasado febrero, por más de un billón de euros, impidieron el colapso del sistema financiero de la zona euro. Abrir la mano en esta cuestión sería otro balón de oxígeno para la banca, especialmente la española, asfixiada con los sucesivos requerimientos que les han exigido las tres reformas financieras pergeñadas por Luis de Guindos.

Nuevos programas de compra de activos. El acceso de las entidades financieras del sur de Europa sigue vedado a los mercados mayoristas de deuda. Desde noviembre del año pasado, el BCE tiene en vigor un programa de compra de cédulas que termina ahora en octubre. De momento, lo ha utilizado poco: hasta ayer había gastado 15.324 millones de euros, cuando el importe máximo estaba en 40.000 millones.

P¿Por qué Draghi dice que sus planes no violan su mandato?

La misión del BCE es mantener la estabilidad de precios, pero también asegurarse de que la política monetaria se transmite de forma adecuada. El Banco Central fija el tipo de intervención de corto plazo ­el conocido como precio del dinero­, ahora en el 0,75%. Pero a partir del tipo de interés de corto plazo, teóricamente debería formarse una curva de tipos normal, con una subida de las rentabilidades a medida que avanza el plazo. Sin embargo, las curvas en España e Italia han llegado a romperse: se exigía más rentabilidad por la deuda a 10 años que por los bonos a tres. Esta aberración debe ser corregida por el BCE, según entiende Mario Draghi. Draghi ha fijado la línea roja en los tres años. Así conseguirá que la financiación llegue a la economía real en condiciones más próximas a los deseos del BCE, pues la mayor parte de los créditos concedidos a familias y empresas está ligada a referencias de corto y medio plazo.

¿Funcionará la nueva arma de Draghi?

El historial del BCE en la crisis de la deuda soberana no es demasiado lucido. Sus bajadas de tipos han tenido poco efecto y se sacó de la manga un plan de compra de deuda que al menos bajó las primas de riesgo de los países con problemas mientras fue usado, pero que generó tal tensión entre los socios del euro que se ha utilizado de forma intermitente y poco contundente.

Aunque parezca una formalidad, es importante que Draghi pueda argumentar que la compra de bonos a plazos cortos no viola el mandato del BCE. Se trataría de una victoria moral sobre el ala dura alemana y le permitiría desarrollar su plan con la tranquilidad de tener un plazo largo para ello con fondos ilimitados y de no realizar una afrenta a uno de los socios (el más importante) cada vez que desembolsa un euro.

La potencia de tiro del BCE es, por sí sola, un arma importante, porque se basta para disuadir a los inversores. A eso se uniría el ventanal que se abre para los países asfixiados, que podrán emitir libremente y a precios bajos aunque sea a corto plazo. Tendrían sin ningún problema financiación para los próximos dos o tres años. Pero eso abre otro interrogante: ¿es solo una patada hasta adelante? ¿Se está posponiendo la crisis tres años?

La idea es que las naciones con problemas deben usar esos meses de gracia para consensuar y poner en marcha reformas estructurales con resultados a medio plazo. Sin la espada en su garganta, las decisiones serán menos cortoplacistas y desesperadas y más centradas en una salida viable a la crisis.

Por supuesto, tampoco se le oculta a nadie que el BCE seguirá teniendo la sartén por el mango con compras en plazos tan cortos. La financiación que consigan los Estados es tan limitada en el tiempo que no pueden permitirse que el BCE les corte el grifo.

Luego está la esperanza de que la compra de bonos en los plazos cortos sirva para reducir las rentabilidades en la parte larga. Draghi es un convencido. "El esfuerzo se centrará en la parte corta de la curva de tipos, lo que introducirá disciplina también en la parte larga". Eso fue lo que dijo tras la última reunión del BCE, pero no hay ninguna certeza sobre eso.

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