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Entorno. Propuestas

De paseo por una central nuclear

Crecen las iniciativas de turismo industrial como alternativa de ocio. Parques eólicos, minas de carbón y reactores se abren a los visitantes

Puede resultar algo insólito como oferta turística, pero es eficaz como alternativa al ocio más convencional, y más ahora, en un momento en el que cualquier pista es bienvenida para generar riqueza. Pasear por el entorno de una central nuclear destruida como Chernóbil; recorrer los túneles de una antigua mina de carbón, como hacían los mineros en los años cincuenta, o dejarse llevar entre enormes aerogeneradores en medio de un parque eólico atraen cada año a miles de curiosos en los lugares más insospechados.

El accidente de la central nuclear japonesa de Fukushima ha despertado más que nunca el interés de muchos japoneses por la energía del átomo, muy compleja y cuya industria no se caracteriza precisamente por su transparencia frente a la opinión pública. Ante la imposibilidad de acercarse a la zona del desastre que aún tiene en vilo al país y al sector atómico, los nipones se empiezan a sumar a los miles de turistas que cada año visitan la que iba a ser la primera central nuclear del sudeste asiático en Filipinas.

La central de Bataan, en la bahía de Manila, nunca llegó a entrar en funcionamiento pese a quedar concluida en 1984 y recibir los primeros cargamentos de uranio procedentes de Estados Unidos en 1986. Ese año el desastre de Chernóbil frenó en seco los planes de la central filipina, que no llegó a producir un solo vatio de electricidad. Los propietarios de la planta decidieron transformarla en atracción turística a la que acuden visitantes locales y extranjeros, muchos de ellos ahora japoneses deseosos de aprender el funcionamiento y conocer los peligros de una planta nuclear de fuentes ajenas al Gobierno nipón, cuya credibilidad ha quedado lastrada tras las continuas contradicciones a raíz del accidente.

La principal planta atómica de Suecia recibe a 15.000 visitantes cada año

En Europa, Suecia es uno de los países pioneros en llevar de paseo a turistas por una central atómica. La empresa Vatenfall, propietaria de Forsmark, una de las tres centrales nucleares de Suecia y también almacén de residuos radiactivos, abrió sus puertas a los turistas hace 35 años. Equipados con un mono de seguridad y un contador con el que pueden comprobar el nivel cero de radiación, unos 15.000 visitantes se atreven cada año a pasear por las instalaciones de esta fortaleza.

Esta senda turística aún no se ha abierto con semejante estructura en España. El centro de residuos radiactivos de baja y media intensidad que la compañía pública Enresa gestiona en la sierra de El Cabril, en Córdoba, aún no se ha sumado a esta alternativa como fórmula de ocio. "Se planteó en algún momento, pero llegó la crisis. Recibimos muchas visitas, nuestras puertas están abiertas, pero la oferta turística no existe de forma reglada", explican desde la compañía.

La curiosidad por el pasado energético sí está despertando en España como una opción para el turismo. La eléctrica Endesa inauguró el pasado mes de mayo el lago artificial más grande de España en As Pontes, en la provincia de La Coruña, en un enorme agujero que fue la principal cantera de lignito a cielo abierto hasta 2007, cuando se abandonó su explotación por la mala calidad del carbón nacional y empezó a importarse mineral de Indonesia, más limpio y más barato.

El proyecto de la compañía, que incluye una playa de 30.000 metros cuadrados en la orilla más próxima a As Pontes, se inspiró en el modelo de Alemania, donde se han inundado más de 14.000 hectáreas de antiguas canteras que cerraron en los noventa en plena transformación industrial para convertirlos en lagos.

Ese mismo proceso de reconversión minera, que en España sufrieron las comarcas del norte en los años ochenta, se ha saldado con buenas ofertas de ocio para seguir los pasos de los mineros. Una de ellas es el pozo San Luis, en el valle asturiano de Samuño, donde se vivió uno de los procesos de reconversión industrial más traumáticos de España, aún latente. El desmantelamiento de esta industria intenta compensar de alguna forma su pasado abriendo a los turistas el único pozo de acceso a una mina de carbón que conserva intacta la maquinaria original de los años treinta.

El municipio de Langreo también prepara un tren turístico por ese mismo valle con una parte de su recorrido bajo tierra por una galería real. Los viajeros a bordo de esos vagones saldrán a la superficie dentro de una jaula que imita la que utilizaban los mineros de entonces.

También la industria de las energías renovables se ha sumado al turismo como fórmula para generar ingresos extras y acercar esta tecnología al público. El fabricante de aerogeneradores Gamesa abrió en 2009 en Cataluña una ruta verde de 20 kilómetros que discurre entre los parques eólicos Les Forques, Les Forques II, Montargul, Conesa I, Conesa II y Savallà, en la cuenca del Barberá. El recorrido atraviesa cinco términos municipales de Tarragona y puede realizarse a pie o en bicicleta. El camino cuenta con paneles explicativos sobre los aspectos más relevantes de la energía del viento y sobre el funcionamiento de un aerogenerador o la variada y extensa fauna y flora de la zona y el clima propio de este entorno rural.

Guía de turismo energético

Nuclear: el accidente de Chernóbil dejó desierta la zona cero, pero los curiosos por las consecuencias de un desastre de estas características han crecido desde el incendio de los reactores de la central japonesa de Fukushima. El Gobierno ucraniano se ha marcado como objetivo pasar de los 60.000 turistas actuales a un millón de visitas anuales. El día de visita a la zona devastada en 1986 cuesta 100 dólares y el precio incluye la comida en la cafetería de la central nuclear.Eólica: los operadores de parques empiezan a abrirse al turismo para mostrar otra forma de ocio rural. La compañía Gamesa abrió en 2009 una ruta verde en sus parques eólicos de Tarragona. El recorrido abarca 20 kilómetros a pie o en bicicleta por la cuenca del Barberá en la que los visitantes pasean entre aerogeneradores y paneles informativos sobre la energía eólica y la fauna y flora características de este entorno.Carbón: la compañía eléctrica Endesa inauguró a finales de mayo el lago artificial más grande de España en la cantera que hasta 2007 fue la mayor mina de lignito a cielo abierto en As Pontes, en la provincia de La Coruña. La reconversión de la zona, de 2.000 hectáreas de extensión, se completa con una zona de bosques de 600 especies autóctonas. El lago cuenta con una playa de 30.000 metros cuadrados en la orilla más próxima a As Pontes pendiente de abrir al público. Los curiosos por el pasado de la industria minera en España también pueden visitar el pozo de San Luis, en Asturias.

Las cifras

14.00 hectáreas de antiguas canteras mineras ha transformado Alemania en lagos artificiales.20 kilómetros es el recorrido de la ruta verde que el fabricante de aerogeneradores Gamesa abrió en 2009 entre molinos eólicos en Cataluña.

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