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Gonzalo Moliner Tamborero

El juez tranquilo

12 votos a favor, 5 en contra, 3 en blanco. Este magistrado de 68 años, con alta dosis de sentido común jurídico y práctico, es el nuevo presidente del CGPJ y del Supremo.

El juez tranquilo
El juez tranquilo

Es el sentido común andante. El nombramiento de Gonzalo Moliner esta semana como presidente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y del Tribunal Supremo ha descubierto al público muchas de sus capacidades; la esencial: su sentido común. "Es lo que llamaríamos un jurisprudente", comenta un amigo de su época docente en la Universidad de Valencia. Sentido común jurídico y práctico en altas dosis. "Sentencia con independencia de sus ideas. Es muy sereno, no se precipita", coinciden sus conocidos.

Ecuánime y calmado es una buena combinación para la responsabilidad que asume, aseguran. Si le dejan trabajar, añaden en referencia al momento actual de crisis social e institucional. Gonzalo Moliner -el pasado viernes sopló 68 velas- sustituye en el cargo a Carlos Dívar, quien dimitió el pasado 21 de junio a consecuencia del escándalo de los viajes a Marbella, denuncia que fue archivada por la fiscalía. Moliner deberá hacer frente a las reformas legales anunciadas por el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, entre ellas la que afecta al funcionamiento del CGPJ y que han suscitado la crítica de las asociaciones de jueces y fiscales de todos los sectores.

En este contexto, Moliner ha reunido apoyo de vocales del Poder Judicial de todos los colores. Tras su designación, afirmaba que afronta esta etapa con ilusión, pero con miedo por la responsabilidad que conlleva. Su confianza sigue intacta, pues es de la opinión de que todos los problemas se pueden arreglar. Hay quien le ha definido como un hombre gris, aunque los que le tratan prefieren referirse a él como discreto, "lo que debe ser un juez".

El máximo representante del tercer poder es hombre de buscar consensos, pero también alguien que acepta de buen grado las responsabilidades. Recuerdan cuando se puso al frente de la Dirección General de Justicia de la Generalitat Valenciana, en 1995, su única experiencia en un cargo político, aun sabiendo que era una misión de pocos meses.

Gonzalo Moliner no llega al Supremo después de haber dictado tres sentencias. Tiene 43 años de oficio y desde bien temprano destacó por su compromiso social, implicándose en la fundación de la asociación Jueces para la Democracia. Miembros de esta organización señalan el papel que jugó el magistrado durante la Transición, trabajando por la democracia y la instauración de un Estado de Derecho en España.

Ese compromiso le ha llevado a criticar la reforma laboral -que calificó de "tremenda" e incluso advirtió de la posibilidad de que se presentara alguna cuestión de inconstitucionalidad- en algunos foros. Uno de ellos, unas jornadas organizadas en marzo por el despacho Roca Junyent. Allí, analizó algunos puntos de la legislación, especialmente los referidos a las modificaciones de las condiciones de trabajo. "Fue una crítica estrictamente jurídica, no política, realizada a título personal, no como presidente de la Sala de lo Social del Tribunal Supremo", matiza Luis Enrique de la Villa, socio del Departamento Laboral de Roca Junyent y catedrático emérito de Derecho del Trabajo.

Este abogado destaca de Moliner su experiencia. Juez de primera instancia e instrucción en Mataró (Barcelona) y Alcira (Valencia), magistrado de trabajo en Ciudad Real, Castellón y Valencia y magistrado en el Tribunal Superior de Valencia, "una de las unidades judiciales más importantes del sistema español". En 1998 abandonó su comunidad natal (nació en Fuente La Reina, un pequeño pueblo de Castellón) tras ser designado magistrado del Tribunal Supremo. Desde entonces ha permanecido allí y hace cuatro años se convirtió en el presidente de la Sala de lo Social.

Carlos L. Alfonso Mellado, catedrático de Derecho del Trabajo y la Seguridad Social de la Universidad de Valencia, le considera un trabajador incansable, preocupado por la rapidez de los trámites judiciales y defensor del buen uso del dinero público.

Sus inquietudes no acaban en la función judicial. Gonzalo Moliner ha sido profesor de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad de Valencia -de la que fue alumno- todos los cursos escolares desde los años 1983-84 a 1992-1993. Han sido varios años transmitiendo a los estudiantes las experiencias de un juez.

Su labor como docente se inició como profesor de Derecho Penal y de Derecho Procesal de la UNED en Alcira. En los noventa ha sido profesor de Derecho Sindical en el CEU-San Pablo.

Preocupado por la actualidad y la enseñanza, ha firmado numerosos artículos y publicado varios libros coincidiendo con las grandes reformas del Derecho español. Entre los más importantes se encuentra Recurso laboral de suplicación, de 1990.

Hombre familiar, casado y con dos hijos que ya le han hecho abuelo, su gran pasión es caminar. Con Tomás Sala, catedrático de Derecho del Trabajo de la Universidad de Valencia, ya ha recorrido varios tramos del Camino de Santiago: Roncesvalles-Pamplona, Pamplona-Logroño y Logroño-Burgos, todas rutas del camino francés.

El próximo lunes tomará posesión de su cargo ante los plenos del Tribunal Supremo y del CGPJ. "Para presidir la organización judicial hay que tener mucho tiento y responsabilidad", dice Luis Enrique de la Villa. æpermil;l, como muchos compañeros, consideran que Gonzalo Moliner es el candidato ideal.

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