Viaje al corazón de la esencia centroeuropea
Gastronomía, actividades al aire libre, lugares históricos... Luxemburgo concentra múltiples atractivos
A pesar de ser uno de los países más pequeños de Europa, con poco más de medio millón de habitantes, el Gran Ducado de Luxemburgo ofrece al visitante gran variedad de paisajes y lugares históricos. Enclavado entre Bélgica, Francia y Alemania, su historia ha estado unida a la de sus vecinos. Desde el siglo X, Luxemburgo ha vivido bajo el dominio de muchos Estados y casas reinantes, pero ha constituido una unidad política propia, aunque no siempre autónoma. Hoy es un gran ducado hereditario con un sistema parlamentario unicameral.
Es un país que permite realizar en verano diversas actividades al aire libre, con cómodas rutas para hacer senderismo. En sus pueblos se pueden encontrar castillos y calles medievales, aún hoy en todo su esplendor, degustar una gran oferta culinaria, viajar a lo largo de valles, observar acantilados y montañas, formaciones rocosas únicas Y todo ello sin recorrer grandes distancias. Su extensión apenas supera los 82 kilómetros de largo por 57 kilómetros de ancho.
La zona de Las Ardenas, en el norte, es una de las más visitadas. Los espléndidos paisajes salpicados de cascadas, bosques de coníferas, montañas y castillos atraen a amantes de la naturaleza de toda Europa, que llenan los pocos hoteles de la zona, de ahí que sea necesario reservar con varios meses de antelación. Wiltz, la localidad más importante de la región, o Vianden son una buena base desde donde explorar esta región.
Cerca de las fronteras belga, alemana y francesa se sitúa la capital del país, atravesada por el río Alzette. A lo largo de su historia milenaria, la ciudad se ha convertido en una próspera metrópolis. Siglos de agitada historia se reflejan en su silueta, rodeada por los restos monumentales de la ciudad-fortaleza. Los primeros bastiones empezaron a surgir a partir de 963, cuando Sigfrido, conde de Lorena, levantó un castillo sobre el peñón del Bock, el Lucillinburhuc, del que más tarde el país tomaría el nombre.
Las potencias extranjeras que dominaron Luxemburgo durante los siguientes siglos reforzaron la fortaleza. Borgoñones, españoles, franceses, austriacos y prusianos construyeron, sucesivamente, unas potentes murallas.
Renombrados ingenieros, como Sébastien Le Prestre de Vauban, arquitecto de plazas fuertes de Luis XIV, modelaron el aspecto de Luxemburgo y la convirtieron en uno de los bastiones estratégicos más importantes del continente. Las construcciones más características son las casamatas subterráneas que datan del periodo de dominio español y austriaco. Estas galerías de defensa y aprovisionamiento constituyen en la actualidad una de las principales atracciones de la ciudad.
Aunque gran parte de la muralla fue derruida entre 1867 y 1883, los vestigios de la fortaleza son testigos de la agitada historia de la capital del Gran Ducado. Tanto los bastiones como el centro histórico de la ciudad vieja forman parte del patrimonio mundial de la Unesco desde 1994.
Doce estrellas Michelin
La gastronomía luxemburguesa se caracteriza por su amor a la tradición y por la búsqueda de productos de calidad, señala el cocinero luxemburgués Carlo Sauber, que recientemente ha estado en Madrid para dar a conocer el patrimonio gastronómico del país. El chef destaca la fusión con los países vecinos, con elementos de las cocinas alemana, francesa y belga."Esta migración de recetas de varios países ha hecho que muchos de los productos que forman parte de la cocina luxemburguesa sean conocidos en Bélgica, España, Países Bajos y Francia. Este último país inspira de forma especial las técnicas de cocina y los platos servidos en nuestros días en los restaurantes. La cazuela primaveral con habas, los callos empanados y fritos y otros platos son buenos testigos de esa migración. Pero a su vez, las adaptaciones hechas a lo largo del tiempo dan una identidad cultural y gastronómica a las recetas luxemburguesas", apunta Sauber.Un retorno a las fuentes, el interés y la búsqueda de sabores de la vieja cocina han empujado a los chefs modernos a retomar recetas en riesgo de desaparecer. Este movimiento ha hecho de la cocina tradicional una cocina gastronómica. Hoy, sus 12 estrellas Michelin y 16 restaurantes con nota sitúan a Luxemburgo en el podio, con la mayor tasa de restaurantes con estrella por habitante y superficie.¿Y los vinos? El valle del Mosela, que marca la frontera con Alemania, es región vinícola, una de las más septentrionales de Europa.