Banco Mundial: Europa está haciendo demasiado poco y demasiado tarde
El presidente del Banco Mundial (BM), Robert Zoellick, pide reformas rápidas en la zona euro para hacer frente a la crisis de la deuda y critica que los políticos europeos siempre reaccionan demasiado tarde y haciendo demasiado poco, en una entrevista que adelanta la revista alemana Der Spiegel y que publicará el lunes.
"Los políticos europeos siempre reaccionan un día demasiado tarde y prometen siempre un euro menos de lo que hace falta", dice Zoellick.
Agrega que hay suficientes propuestas para afrontar la crisis y que lo decisivo no es cuál de esos modelos se asuma sino que la decisión se tome rápidamente.
"No importa tanto cuál sea el modelo que los europeos asuman, pero tienen que decidirse por uno y hacerlo rápidamente", señala Zoellick.
Hasta ahora, las inyecciones de liquidez del Banco Central Europeo (BCE) han logrado, según Zoellick, que en momentos críticos la presión baje, pero los problemas estructurales siguen sin resolverse.
Zoellick subraya que entiende las reservas que hay entre la población alemana frente a las medidas de ayuda para los países en crisis, pero advierte de que "para ningún otro país una Europa próspera tienen tanta importancia y tantas ventajas como para Alemania".
Con respecto a las fórmulas concretas para afrontar la crisis, Zoellick se pronuncia en contra de la emisión de eurobonos, pero destaca modelos alternativos como un posible pacto para la amortización de la deuda.
"Consideraría un error cubrir todas las necesidades financieras de la zona euro con eurobonos, eso reduciría el efecto disciplinador del mercado", explica Zoellick, quien recuerda el modelo del pacto de amortización propuesto en su momento por el Consejo Asesor de Economistas del Gobierno alemán, los llamados "cinco sabios".
El objetivo del pacto sería reducir la deuda de los países que participen en el mismo por debajo del 60% del PIB, contemplado como límite de referencia en el Pacto de Estabilidad.
Los países que participen en el pacto tendrían que fijar en su legislación nacional un freno a la deuda, similar al contemplado en las constituciones de Alemania y España, y establecer una senda vinculante de consolidación fiscal.
A cambio de ello, a los países se les abriría la posibilidad de financiar parte de su deuda a través de un fondo de amortización común que los miembros del pacto garantizarían conjuntamente.