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Innovación internacional

Un instituto de bachillerato para futuros científicos

La Academia de Artes y Ciencias de Israel reúne en un internado a los mejores estudiantes.

En los pasillos del instituto nada parece indicar que sus alumnos tengan algo especial. Chavales en pantalón corto, chicas con chanclas, bromas entre ellos, alguna carrera para llegar a clase cuando se termina el tiempo del recreo. Pero quienes habitan este centro de bachillerato sí tienen algo especial. Son los adolescentes más brillantes en ciencias de todo Israel y estudian y viven en esta escuela.

El instituto de bachillerato Israel Arts and Science Academy (Academia de Artes y Ciencias de Israel) se creó en 1990 en Jerusalén para formar a los mejores estudiantes de las escuelas de todo el país. Surgió por iniciativa de un judío residente en EE UU y de un profesor israelí. Y gracias a la contribución de judíos de EE UU y Canadá se pudo poner en marcha esta singular experiencia. Para entrar al internado deben pasar unas duras pruebas de selección. Primero, un examen psicotécnico; después, otro de pensamiento matemático, de comprensión lectora y, finalmente, una entrevista personal. "Buscamos chicos especiales. No el que más nota tenga de su clase ni el de mejor cociente intelectual. Queremos gente que tenga pasión por estudiar. No en vano, van a pasarse tres años con 70 horas de clase y estudio a la semana", explica Hanan Feinstein, profesor del centro. Pero tener pasión por lo que se hace también sirve.

El profesor Feinstein cuenta que un chico, hace unos años, hizo un primer examen horroroso. Escribió una carta diciendo que la dirección se equivocaba si le rechazaba. Se le dio una nueva oportunidad. La siguiente prueba fue igual de mal. Escribió otra carta. Y así sucesivamente, hasta que le permitieron llegar a la entrevista, que fue un desastre. Una misiva más y el centro finalmente le aceptó. Y no se equivocaron. Un póster científico con uno de sus trabajos está expuesto en el pasillo. Su nivel era más que el de un buen universitario.

Ya en los pasillos, se descubre precisamente con los pósteres científicos las diferencias con un instituto convencional. El 60% de los alumnos hace sus propias investigaciones. La forma de trabajar también es diferente. Cada uno queda adscrito a un departamento: física, química, artes, humanidades, música (estos últimos son de más reciente creación), y trabajan bastante autónomamente. Se les enseña lo básico de cada departamento y luego lo desarrollan.

El coste de la matrícula es de 9.000 euros. Un 25% lo paga el estudiante y el resto se cubre a través de becas. Un precio no demasiado elevado teniendo en cuenta que también viven allí. El coste real es tres veces superior y lo asume el Ejecutivo israelí, además de donaciones del Gobierno y ciudadanos de EE UU. Todos ellos están obligados a realizar voluntariado durante los tres cursos. "Si tú recibes algo, debes devolverlo a la sociedad", explica el profesor.

Cuando acaban el bachillerato, explica el profesor Feinstein, la mayoría acuden a las mejores universidades de EE UU y de Israel. En 22 años de experiencia ya han salido de sus aulas profesores, investigadores y empresarios.

Una forma diferente de estudiar

Al entrar en el laboratorio de física, se ve a los estudiantes desarrollando sus experimentos en pareja, siempre con la ayuda de un docente, que también suelen ser investigadores y profesores universitarios. Pero no solo de ciencia vive el instituto. De allí han salido en las dos últimas décadas destacados músicos israelíes. Tienen sus propios lugares de ensayo y un gran teatro donde actuar.La clase de artes también muestra las enormes diferencias con un instituto de bachillerato convencional. Los chicos sentados en sofás y sillas informalmente, con tazas de bebida en la mano, rodean al profesor y mantienen un debate. A su alrededor, una sala llena de óleos excelentes pintados por los alumnos.El departamento de humanidades tampoco trabaja de la forma habitual. Las mesas forman un círculo, donde se sienta el maestro. Lo que se fomenta es el debate entre ellos. Una vía heredada del antiguo judaísmo y de la antigua Grecia.Pero los chavales no están aislados del mundo. Tienen libertad en sus dormitorios, se busca que también sepan desenvolverse socialmente y en las paredes de esa parte más privada muestran su interés por la política en los tablones.

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