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Un nuevo Tratado intentará garantizar la supervivencia el euro

La crisis abre el camino hacia Maastricht 2.0

Las cajas de ahorros españolas quizá se apunten un tanto descomunal (¿y póstumo?) en su obra social, en forma de una revolución política a nivel continental que intentará garantizar la supervivencia del euro. Gran parte del mérito se lo llevará Bankia, una entidad que al poner en peligro la estabilidad financiera de toda la Unión ha obligado a las instituciones europeas a acelerar los planes hacia una verdadera integración política, presupuestaria y bancaria de los 17 países que comparten moneda.

"La crisis", señaló el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, "ha cuestionado la creencia miope de que se podía continuar con una unión monetaria sin evolucionar hacia algo mucho más estrecho y vinculante". El presidente de la Comisión Europea (CE), José Manuel Durao Barroso, también se declara convencido de que "los socios actuales del euro tendrán que profundizar su integración hasta lograr una unión económica y monetaria completa". El enorme salto cualitativo en preparación ya se compara con el Tratado de Maastricht, que en 1992 sentó las bases para el nacimiento del euro y los criterios para acceder a la Unión Monetaria (3% como máximo de déficit y 60% de deuda).

La versión 2.0 de ese acuerdo podría incluir, según las tesis de Berlín, desde la elección directa de un presidente de la Comisión Europea a la creación de un verdadero fondo monetario para los socios del euro. Y llegar por esa vía, en línea con el Elíseo, hasta la emisión de eurobonos de deuda conjunta de todos los socios.

Todo ello con un triple objetivo: aumentar la legitimidad democrática de la Unión Monetaria, blindar la estabilidad financiera de los socios y dotarse de instrumentos presupuestarios para compensar los inevitables desequilibrios macroeconómicos en el seno de la zona euro. Los primeros pasos hacia esa nueva Unión Monetaria se esperan en la cumbre de finales de junio, cuando podría pactarse el método y calendario de trabajo así como, tal vez, la creación de un grupo de personas sabias que trace el camino a seguir.

Pero cualquier avance estará supeditado a un control estrecho y centralizado de los presupuestos nacionales, tal y como apoyó el sábado Mariano Rajoy. La canciller alemana, Angela Merkel, ya ha advertido que el reciente Tratado de Estabilidad del euro (que solo tolerará un déficit estructural del 0,5%) es "solo un pequeño paso en esa dirección".

Berlín quiere garantizar por ley un derecho de veto sobre ciertas decisiones presupuestarias que ahora se consideran competencia exclusiva de los Parlamentos nacionales. Y no oculta que el cambio requerirá una negociación al más alto nivel. "Habrá pasos en la integración que requerirán cambios en el Tratado", señaló la semana pasada Angela Merkel. "Todavía no hemos llegado a ese paso, pero lo afrontaremos sin tabúes".

El reto de Merkel podría asustar en Francia, país que rechazó en 2005 en referéndum el primer intento de dar el salto hacia una Constitución europea. El actual presidente, François Hollande, defendió entonces el sí. Pero en su Gabinete anidan algunos de los líderes más prominentes del no a la Constitución, como el ministro de Exteriores, Laurent Fabius.

Unión bancaria

Mas el camino hacia la federación económica y monetaria incluye muchos otros obstáculos. Entre ellos, los relativos a la creación de una verdadera "unión bancaria" para evitar que el posible deterioro del sector financiero amenace la solvencia de unos Estados que ya no disponen de un banco central propio para defenderse.

Esa unión bancaria, señalada como prioridad en la cumbre europea informal del pasado 23 de mayo, pasaría, entre otras cosas, por la creación de un supervisor financiero único, un fondo europeo de garantía de depósitos y un mecanismo europeo de liquidación de entidades insolventes.

Este mismo miércoles, la CE tiene previsto aprobar el proyecto para ese mecanismo, pero su entrada en vigor se antoja todavía lejana. De todos modos, Bruselas ya reconoce que solo hay una alternativa a estos avances: la desintegración del euro.

La cifra

55.000 millones de euros sería la dotación de un fondo europeo de garantía de depósitos para los 35 grandes bancos, según el think tank CEPS.

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