El crecimiento está en el exterior

La presidenta de una multinacional con larga e importante presencia en España recordaba hace días ante otros empresarios los temores que le manifestaba el colega de una compañía española: "El 100% de lo que estoy facturando viene del exterior". La afirmación es desde luego la preocupante fotografía fija de la debilidad del mercado interior, con un paro galopante, el consumo bajo mínimos y una inversión pública y privada sometida a los rigores de durísimos ajustes. Esa es la parte gris de la historia. Pero también es la película de una poderosa virtud que las empresas españolas han adquirido los últimos lustros y que sería suicida ignorar: su potencia internacional. Es en ese campo donde la economía española, una de las más abiertas del planeta, se juega el futuro. Y lo está haciendo de modo solvente de la mano de empresas que han perdido el miedo a crecer por el mundo. Son muchos los campos en los que el sector exterior manifiesta su poderío, pero el de la construcción, la ingeniería y las concesiones se lleva la palma. Como ejemplo, el gigantesco contrato de AVE que se juega en California, y que supone la entrada por fin de la alta velocidad ferroviaria en EE UU, la primera economía del mundo. Allí están los grandes grupos españoles compitiendo, incluso entre sí, avalados por los más altos niveles tecnológicos.