La Rioja Alta refuerza su consejo e incorpora a Íñigo Meirás
La Rioja Alta ha encontrado un colaborador solvente para apoyar su internacionalización. El grupo vitivínicola ha incorporado a su consejo, hasta ahora de carácter familiar, a Íñigo Meirás, consejero delegado de Ferrovial y un defensor de los vinos españoles.
Marcas como Viña Ardanza, Aster, Barón de Oña o Lagar de Cervera, todas ellas del grupo La Rioja Alta, ya tienen un nuevo embajador. La incorporación, "a nivel personal", de Íñigo Meirás a su máximo órgano de gobierno, puede suponer a la bodega con sede en Haro (La Rioja) un mayor impulso empresarial, según coinciden en señalar tanto los propietarios de La Rioja Alta como el alto ejecutivo de Ferrovial.
La apuesta por Íñigo Meirás es clara tras una estrecha relación con el grupo vitivínicola, hasta ahora más cercana a lo lúdico que a lo empresarial. Defensor de los vinos españoles, Meirás no dudó en aceptar su nombramiento. "Me llamó Guillermo Aranzabal, presidente de la compañía, para que me incorporara a su consejo como independiente", señala Meirás a CincoDías.
Su entrada supone abrir a gestores profesionales un órgano hasta ahora cerrado a sus accionistas, muchos de ellos hijos de los fundadores de una compañía con más de 122 años de historia. Esta estrategia de apertura se prevé que tenga continuidad este mismo ejercicio o a lo largo del próximo año.
Meirás asegura que su aportación a la Rioja Alta, una firma que tradicionalmente ha reinvertido sus beneficios para ir creciendo poco a poco, es su experiencia internacional. No en vano buena parte de su vida profesional se ha desarrollado en países como Chile y el Reino Unido. Este último es uno de los grandes mercados a donde se dirigen las exportaciones de la empresa liderada por Aranzabal.
Los mercados exteriores han sido una de las grandes apuestas de la Rioja Alta. En 2011, las exportaciones supusieron un 40% de sus ventas, con un aumento del 70% sobre el ejercicio anterior. En lo que va de año, su facturación fuera de España se ha incrementado un 65%. Estos resultados le han permitido amortiguar y compensar al alza la caída de sus ingresos en España.
Evolución creciente
La Rioja Alta ha experimentado un crecimiento sostenido. En los últimos 15 años ha invertido 150 millones de euros en la compra de viñedos, la construcción de una nueva bodega en Labastida (Álava) y en mejorar sus instalaciones para mantener precios y mejorar la calidad de sus caldos, según Aranzabal.
Este mismo año ha destinado más de dos millones de euros a la ampliación y mejora de sus instalaciones de Lagar de Cervera, en la zona de O Rosal, donde elabora vinos con denominación de origen Albariño. Esta bodega, tras su reestructuración, está preparada para recibir y procesar hasta 900.000 toneladas de uva.
El grupo riojano, controlado por un grupo de familias cuyos orígenes se sitúan en la industria, tiene intereses en las denominaciones de origen Rioja, Ribera del Duero y Albariño, donde posee diversas bodegas. Con una plantilla de 260 personas, de los cuales 140 trabajan en los viñedos y el resto en sus bodegas, cerró 2011 con una facturación de unos 30 millones de euros.
Su futuro, en principio, está asegurado. Con una sólida posición financiera, cuenta con unas existencias en bodega de ocho años y una red comercial que le ha llevado a comprar su distribuidora en Madrid y a reforzar su red comercial en el exterior, lo que le ha supuesto incrementar su plantilla.
Las cifras
30 millones fue la facturación del grupo La Rioja Alta en 2011.
3 son las denominaciones de origen (Albariño, Rioja y Ribera del Duero) donde tiene bodegas.
260 personas trabajan en sus instalaciones.
Un grupo comprometido con la solidaridad
El compromiso con la solidaridad ha calado en el grupo La Rioja Alta más allá de los códigos de responsabilidad social corporativa. Cuando casi todos los Gobiernos, como consecuencia de la crisis, han replanteado todas sus estrategias en este campo, la compañía vitivinícola mantiene su política de destinar el 0,7% de sus beneficios a planes sociales. Sus primeros proyectos, alentados a mediados de 2000 por Maite Aranzabal, integrante de una de las familias accionistas de referencia, se sitúan en Burkina Fasso y otro en Camboya. Su objetivo es apoyar a la formación de los campesinos del lugar para que puedan mejorar la explotación de sus cultivos.La apuesta de la compañía también se extiende a la sostenibilidad. Así, mantiene inversiones en el negocio eólico que superan en diez veces el consumo energético anual de todo el grupo y evitar la emisión de 15.000 toneladas anuales de CO2. Esta inversión se une al sistema de reciclaje y depuración integral de las aguas utilizadas en sus bodegas y de aguas pluviales que le han permitido "casi al 100%, suprimir los vertidos, incluso los limpios, a los cauces de los ríos o al alcantarillado, ya que las aguas, una vez depuradas, se emplean en el riego de nuestros jardines", asegura Guillermo Aranzabal.La innovación también se encuentra en su ideario. En la actualidad tiene en marcha un plan de I+D+i, avalado por el CDTI, que le supondrá una inversión de 1,4 millones y que tiene tres líneas de actuación. La primera incide en la mecanización de la trasiega de sus caldos. La segunda afecta al área vitivinícola con la instalación de mecanismos que puedan detectar posibles plagas que afecten a los cultivos. Y, la tercera, se centra en la instalación de sensores en depósitos y barricas para evaluar la bondad o no de sus procesos.