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Energía

La vida después de YPF

Repsol batalla en el frente legal para conseguir la indemnización por la expropiación argentina al tiempo que diseña un plan para crecer en exporación y producción de hidrocarburos

No por más temida y esperada, la expropiación de YPF ha dejado de ser el acontecimiento más relevante de los últimos meses en el panorama de la industria petrolera mundial y en el mapa empresarial español. Además de evidenciar los riesgos de las inversiones en determinadas áreas del mundo -una vía imprescindible para las empresas relacionadas con las materias primas-, la nacionalización ha puesto a Repsol bajo los focos de los gestores de fondos de inversión, de los competidores y de los analistas, que esperan con expectación los movimientos que deberá hacer el grupo que preside Antonio Brufau. Decisiones que tienen que dirigirse en varias direcciones: desde afrontar los procesos legales para lograr compensaciones económicas por la nacionalización del 51% de las acciones hasta la adopción de un plan estratégico, previsto para finales de mayo, en un ámbito marcado por la salida del grupo de la filial que le aportaba casi el 50% de sus reservas de hidrocarburos.

La compañía está abordando las dos cuestiones, intentando no descuidar ni una ni otra, desde el día después de la expulsión de Argentina. Y lo hace en un contexto difícil, con las acciones de Repsol desplomándose en Bolsa más que otros valores del Ibex y con las agencias de rating revisando las calificaciones de su deuda.

El grupo se enfrenta a varios escenarios que se perfilan en función de la cantidad que perciba como indemnización -si esta se basa solo en la derrumbada capitalización bursátil de YPF, es decir, menos de 6.000 millones de dólares, o si los tribunales aceptan las cifras barajadas por la empresa española (unos 18.000 millones)-. Y será muy relevante asimismo el tiempo que dure el conflicto, ya que, por los precedentes, apuntan a que podría alargarse mucho.

Con todo, algunos expertos creen que la nueva etapa puede tener elementos no tan negativos, aspecto que resumen en una cuestión: Repsol acabaría así con el riesgo que le ha supuesto a lo largo de los 13 últimos años tener una parte importante de sus activos en un país con una fuerte inseguridad jurídica, con una populista política de precios y, en los últimos meses, con un entorno de hostigamiento.

MEJOR QUE HACE 10 AçOS

Varios son los expertos de firmas internacionales especializadas en el petróleo que destacan que para el grupo hay vida más allá de YPF. Así lo percibe Neill Morton, de Berenberg Bank. "Repsol es ahora una compañía mucho mejor que hace 10 años", por lo que podría irle mejor caminando sola. Añade que Brufau ha trabajado con diligencia para reducir la participación en la filial argentina y, al mismo tiempo, para que creciese en el resto del mundo. En esa línea, alaba las apuestas realizadas por áreas de exploración y producción en países como Brasil.

Una clave que se apunta desde Berns­tein Research para mostrar que YPF no es tan imprescindible es que será capaz de cumplir sus compromisos de dividendos con el cash flow que genera sin la filial argentina. Mientras, se considera que "el core business (negocio central) permanece intacto" y que cuenta ahora con unos de los porfolios de exploración más atractivos, en zonas como Cuba, Alaska, Guayana y Brasil.

Jon Rigby, de UBS, opina que las dificultades son ciertas, pero cree que su crecimiento en el área del upstream (exploración y producción) podría ser excelente. Y se centra en analizar el panorama abierto por las diferentes valoraciones de YPF que marcan el conflicto legal con el Ejecutivo de Buenos Aires. Es una cuestión que puede obligar a Repsol a hacer provisiones por la exposición de la filial en los Estados financieros, que se elevaba a 5.664 millones de dólares a 31 de diciembre de 2011, con lo que impactaría en resultados y en su capacidad para asumir nuevas inversiones. No obstante, con los datos actuales, podrían repetirse en 2012 los resultados económicos del año precedente.

Para Rigby, Repsol planea usar como argumento a su favor en el contencioso haber recibido "dos o tres" ofertas por YPF, en las que se le daba un valor entre 15.000 a 18.000 millones, y que una de esas posibles compras iba en firme, pero que no fue aprobada por el Gobierno argentino. Además de referirse a las posibilidades de presión por parte de España y la Unión Europea, el segundo socio comercial de Argentina, el experto de UBS manifiesta que la industria del gas y el petróleo no es estática y que las disputas con Repsol podrían traducirse en restricciones en la aportación de capital y tecnología a Argentina.

Ahí reside otro factor determinante de esta batalla que libran Repsol y el Gobierno español, por un lado, y el Ejecutivo que preside Cristina Fernández de Kirchner, en el otro bando. Parece difícil que entre un socio en YPF para aportar fondos. El proceso legal en marcha, en el que están implicados los fondos de inversión accionistas de YPF, y la solicitud por Repsol de que el Ejecutivo lance una opa por el 100% dificultan esa vía. Pero se buscan desesperadamente socios para el desarrollo de proyectos clave, como el de Vaca Muerta, de gas no convencional.

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