Un hijo de Ruiz-Mateos afirma que su padre nunca "quiso engañar ni crear falsas expectativas"
Javier Ruiz-Mateos, uno de los hijos del empresario José María Ruiz-Mateos, ha afirmado hoy ante la jueza en relación a una supuesta estafa en la compra de un hotel que su padre fue quien llevó toda la operación, pero que "en ningún momento quiso engañar ni crear falsas expectativas" ni tampoco "estafar a nadie".
Así lo ha dicho durante su declaración, a la que ha tenido hoy acceso Efe, ante la jueza de instrucción 5 de Palma, Ana San José, en relación con una querella por estafa interpuesta por la familia Hoz, representada por Isabel Fluxá y que vendió en 2006 a los Ruiz-Mateos el Hotel Samoa, en la costa del municipio mallorquín de Manacor.
Hace unas semanas también atribuyó a su padre octogenario todas las negociaciones Álvaro Ruiz-Mateos, citado igualmente como imputado, ya que los seis hijos varones del empresario jerezano actuaron como avalistas en la compraventa junto con dos empresas del grupo.
La venta del hotel por 21 millones se hizo por un medio de pagarés, de los cuales los Ruiz-Mateos abonaron alrededor de 6 millones de euros hasta el año 2010 y luego dejaron de pagar.
Sobre la compraventa, el hijo del empresario ha dicho que no intervino en ella, ha explicado que figuró como avalista a petición expresa de los compradores y de su padre y ha afirmado que los vendedores "tenían pleno conocimiento de que los que avalaron la operación no tenían ningún bien a su nombre".
Ha agregado que él nunca tuvo nada a su nombre y que para los vendedores se trataba "más de un aval moral que económico", ya que confiaban en el patriarca de la familia.
Ha insistido en que su padre era quien negociaba todo personalmente y "tomaba las últimas decisiones". "Quien marcaba la pauta era mi padre", ha asegurado.
Meses después de la compra, los Ruiz-Mateos hipotecaron el hotel por 16 millones, dinero que, según Javier Ruiz-Mateos, se destinó en gran parte a mantener el establecimiento, ya que estaba en un estado "precario".
Respecto a por qué en 2010 se dejó de pagar, ha dicho que fue por la crisis y porque los bancos pararon de prestar dinero al grupo, pero ha agregado que su padre "en ningún momento quiso engañar y crear falsas expectativas".
"El afán de mi padre era cumplir y así lo ha demostrado durante 60 años de trabajo", ha relatado y luego ha apuntado que el hecho de que el grupo presentara un concurso de acreedores "no se hizo con ánimo de estafar a nadie".
Además de este imputado, también ha declarado Susana Álvarez Ampuero, considerada por la Agencia Tributaria uno de los principales testaferros de la familia Ruiz-Mateos y que era administradora de las dos empresas que actuaron como avalistas en la compraventa.
Según fuentes jurídicas, la imputada se ha desvinculado de la operación y ha sostenido que ella tan solo puso su firma a petición de José María Ruiz-Mateos.