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El deterioro de las cuentas públicas

La troika se instala en Grecia para un rescate de una década

Los organismos internacionales temen sufrir una pérdida como la encajada por los banqueros

Se han acabado los trucos (....). Los europeos se juegan mucho dinero en Grecia y van a vigilar para poder recuperarlo". Palabras que reflejaban ayer la desconfianza entre Bruselas y Atenas. Pero que no fueron pronunciadas en la capital comunitaria (donde los ministros de Economía de la UE aprobaron el segundo rescate para evitar la quiebra del Estado griego), sino por Ghikas Hardouvelis, principal asesor económico de Lucas Papadimos, el tecnócrata que asumió el poder en Grecia a finales del año pasado tras la caída del socialista Yorgos Papandreu.

El ex primer ministro, uno de los políticos más baqueteados en la historia reciente de Europa, también se apuntaba ayer a la expiación de culpas. "Grecia no es un país pobre, sino mal gestionado", resume un contrito Papandreu durante un encuentro con prensa internacional, entre la que figura CincoDías, organizado por la delegación de la Comisión Europea en Atenas.

æscaron;ltimo acto para el líder que desencadenó o reveló (depende de los analistas) la mayor crisis de la historia de la zona euro. Esta misma semana será sustituido al frente del Pasok (partido socialista) por el actual ministro de Finanzas, Evangelos Venizelos. El nuevo líder, según los sondeos, perderá las elecciones (a finales de abril o primeros de mayo), pero podría lograr un resultado suficiente para mantener el Gobierno de coalición actual (con los conservadores de Nueva Democracia).

Pero las urnas parecen casi un mero trámite. Porque en Atenas cunde la sensación de que los viejos y malditos tiempos del clientelismo, la corrupción y el descontrol contable se han ido para siempre. "Ni este Gobierno ni el que le sustituya podrá seguir con los trucos", insiste Hardouvelis. "Los europeos tienen ahora un ejército de personal en Grecia, ven todo, leen la prensa local...".

Al frente de una de las columnas de ese ejército se encuentra Horst Reichenbach, cuyo nombre y apellido no dejan muchas dudas sobre su pasaporte alemán. "Mi nacionalidad no ha sido precisamente una ayuda", reconoce con gélido sentido del humor el presidente del grupo de expertos (Task Force en la belicista jerga comunitaria) creado por la Comisión Europea. "Pero he tratado de enfatizar mi currículum europeo", añade el antiguo secretario del BERD (el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo que tuteló la transición económica de los países del Este)

Las fuerzas de Reichenbach solo ascienden a 45 personas (30 en Bruselas y 15 sobre el terreno heleno). Pero pueden movilizar refuerzos procedentes de "casi una docena de países, que se han mostrado dispuestos a ayudar por esta vía a Grecia". Y con precisión científica (es economista y matemático) distribuye tareas: "Francia, por ejemplo, se ha ofrecido voluntaria para liderar la reforma de la Administración central".

Al Club de París

La ingente operación tiene un objetivo altruista: transformar un Estado fallido en una estructura, si no eficaz, al menos solvente. Y otro claramente ligado al destino del cuarto de billón de euros que la zona euro y el Fondo Monetario Internacional (FMI) han comprometido entre el desembarco de mayo de 2010 (110.000 millones de euros) y el aprobado ayer (130.000 millones).

No hay garantías de que todo ese dinero baste para resolver el problema y parece inviable, políticamente, aprobar un tercer rescate. La operación ha dejado a los organismos públicos, además, como principales acreedores (tras la pérdida encajada por el sector privado), por lo que no se descarta que Grecia acabe ante el Club de París, el foro donde se negocian las reestructuraciones de la deudas de unos países con otros. La próxima quita, si la hay, parece que la sufrirá el contribuyente europeo.

Mañana, de momento, el FMI tiene previsto concretar su nueva y menguante aportación (18.000 millones de euros que se suman a los 30.000 millones del primer rescate). Pero el organismo internacional con sede en Washington ya sabe que no tiene fácil retirarse del avispero griego. Y frente a las intervenciones de emergencia, que son su especialidad, el FMI espera revisar mañana los términos de sus préstamos a Grecia para concederle un plazo de reembolso de hasta 10 años.

Fuentes de la troika (CE, Banco Central Europeo y FMI) también reconocen que "se tardará al menos toda esta década en reestructurar Grecia". Un cálculo que incluso puede considerarse optimista porque está basado en precedentes en países tan desarrollados como Suecia (crisis financiera en los noventa) o Alemania (tras su reunificación).

En Grecia, en cambio, se dan todas las condiciones para que el plan de la troika fracase. "Este país es una suma de intereses creados, donde no existe un contrato social que sostenga la recaudación de impuestos y la redistribución de riqueza", lamenta uno de los encargados de supervisar la ejecución del rescate.

La élite local que asesora a Papademos, educada en EE UU, no es menos dura con su inmaculado inglés: "Los ciudadanos griegos percibían el Estado como un lugar donde colocar a sus hijos; y los políticos, como un sistema de reparto de prebendas. Nadie pensó nunca en el Estado en términos de gestión".

A pesar de todo, la clase política, financiera y empresarial asegura que la reestructuración de la deuda (con una quita de 100.000 millones) marca un antes y un después. "La recuperación podría ser mucho más rápida y potente de lo que se espera", cruza los dedos un banquero del país. El volcánico ministro de Protección Ciudadana (interior) y hasta hace unos días titular de Economía, Mychalis Chrysohoïdis, también apuesta por el futuro: "En cuestión de meses, Grecia será otro país". Pero la incógnita es saber si el nuevo país podrá tenerse en pie por sí solo.

"Europa lo ha hecho todo al revés"

El país más meridional de los Balcanes comparte con el resto de la península la pasión nacional(ista), el orgullo histórico y la afición a las teorías conspirativas. Por Atenas circulan versiones que atribuyen los males del país a tramas de los servicios secretos internacionales o a la inquina de los despiadados vecinos. Pero a medida que la recesión se alarga y profundiza, hasta un nivel desconocido desde hace medio siglo en un país occidental, muchos griegos se percatan de que tal vez el enemigo estaba dentro.La nueva y resignada actitud, según el Gobierno griego, ha permitido aprobar en cuestión de semanas profundas reformas (mercado laboral, pensiones, liberalización de ciertas profesiones, etc.) que llevaban décadas paralizadas. Y las protestas, aseguran, han sido mínimas, a pesar de la imagen distorsionada que, según el Gobierno, han dado los medios de comunicación internacionales."Los dos principales partidos socialistas y populares han comprendido que para poder seguir en la zona euro hace falta acometer las reformas que se nos piden", señala uno de los principales banqueros del país.Atenas acata y asume su parte de responsabilidad, pero no exculpa al resto de países europeos."En Europa, la gestión de la crisis se ha hecho al revés de como debería ser", señala el profesor Ghikas Hardouvelis, una de las voces más influyentes en el sanedrín que asesora al primer ministro griego, Lucas Papademos. "Todos los economistas del mundo, progresistas y conservadores, recomiendan que primero se resuelva la crisis y después se ataje el riesgo de fomentar la irresponsabilidad. Aquí se ha hecho lo opuesto", lamenta Hardouvelis. La presencia del FMI, con su historial de fracasos en Asia y Latinoamérica, también provoca suspicacias."El Fondo no tiene experiencia en países que pertenecen a una Unión Monetaria", advierte el ministro de Protección Ciudadana, Michalis Chrysohoïdis.

LAS CLAVES

La realidad de un país intervenidol Calificación: Fitch elevó ayer la nota de Grecia desde RD (impago parcial) a B-, lo que equivale a bono basura.l Sector exterior: Grecia, con el 6,7%, será uno de los países de la zona euro con mayor déficit corriente, solo superado por Chipre (7,6%). l Rescate: 250.000 millones suman los dos planes de ayuda destinados al país heleno.

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