Guía para no perderse con las preferentes
¿Cómo afectará la reforma financiera a los ahorradores que compraron participaciones preferentes? Seis claves que explican su situación y las salidas con las que cuentan.
En realidad, el problema no es nuevo, aunque los inversores han tomado conciencia de él en los últimos tiempos, coincidiendo con la crisis de deuda y las exigencias adicionales que deberá afrontar la banca española.
Los ahorradores que compraron preferentes tentados por las promesas de una elevada rentabilidad se encuentran ahora en un laberinto. En algunos casos, las entidades se las vendieron como si fueran depósitos, pero la realidad es muy diferente. Las preferentes son instrumentos de capital con elevados peligros para el comprador, debido a su carácter perpetuo y a su mínima liquidez.
La avalancha de preferentes colocadas entre minoritarios tuvo lugar en 2009, pero la banca lleva comercializándolas desde 1999. Las alarmas comienzan a encenderse por los problemas que afrontan cuando los tenedores de este instrumento pretenden recuperar el dinero invertido. A continuación, se exponen las principales claves de este producto y las opciones de los inversores.
¿Qué son las participaciones preferentes?
La principal peculiaridad de las preferentes radica en que mejoran las ratios de solvencia del emisor, gracias a su capacidad de absorber pérdidas. Y, precisamente por esta razón, tienen una serie de características desfavorables para los compradores. Primera, son perpetuas; es decir, no tienen vencimiento conocido, su eventual rescate queda a la exclusiva voluntad del emisor. Segunda, en caso de graves problemas de solvencia, la empresa puede liquidarlas por debajo del precio de emisión. Y, tercera, el pago de la remuneración está condicionado a que el emisor tenga beneficios.
¿Por qué saltan ahora las alarmas entre los inversores?
Antes de que estallaran todos los problemas con los activos de deuda, los pequeños ahorradores que necesitaban liquidez acudían a su oficina habitual, donde los comerciales se ocupaban de revender esas preferentes a otros clientes al mismo precio al que fueron colocadas. El vendedor recuperaba así su dinero de forma íntegra y sin problemas.
Pero, en realidad, esas transacciones se producían a un precio ficticio, al margen de la situación de mercado y que solía beneficiar al vendedor. En medio de este panorama, la CNMV decidió tomar cartas en el asunto y en el verano de 2010 advirtió a los emisores de preferentes que estas debían cotizar en algún mercado de renta fija, con el objetivo de que los precios de compraventa fueran los más transparentes y justos posibles. Y más recientemente, a finales del año pasado, el supervisor volvió a apretar las tuercas a las entidades, exigiéndoles que informen a sus clientes del precio real de las participaciones.
La realidad es que las minusvalías latentes del precio de algunas preferentes se sitúan, en el peor de los casos, hasta en el 60% del valor de colocación, según los datos de AIAF, el mercado de renta fija privada propiedad de BME.
Lo lógico es que el precio de emisiones colocadas en 1998 y que pagan el euríbor a tres meses -que ayer cerró en el 1,07%- más un diferencial de, por ejemplo, 0,06 puntos porcentuales haya caído sustancialmente. Y es que también han sufrido una fuerte corrección otros activos de renta fija, como los bonos soberanos españoles o las cédulas hipotecarias de entidades nacionales. Esta última es la renta fija más segura que emite la banca, puesto que está respaldada por las carteras hipotecaria. Por el contrario, las preferentes se sitúan en el furgón de cola del ranking de calidad de la deuda.
¿De qué manera afecta a los titulares de preferentes la reforma financiera?
Excepcionalmente, el Ejecutivo ha abierto la puerta a que las entidades que incurran en pérdidas debido a las nuevas exigencias difieran el pago de la remuneración durante 12 meses y lo abonen después, siempre y cuando dispongan de beneficios suficientes. Por regla general, si no se abona el rendimiento debido a las pérdidas, el pago no se acumula de un año para otro.
Algunas entidades han propuesto canjes. ¿Es interesante acudir?
En los últimos tiempos, varias entidades han propuesto canjes de preferentes por acciones, bonos necesariamente convertibles u otro tipo de deuda subordinada. Son los casos de Santander, Sabadell, BBVA y La Caixa. Así refuerzan el ratio de capital Core Tier 1, el que vigila con lupa la Autoridad Bancaria Europea (ABE) y, de paso, proporcionan liquidez a los propietarios de las preferentes. Banca Cívica y Bankia también estudian presentar ofertas de canje para algunas de sus emisiones de preferentes.
En la mayoría de los casos, las participaciones se valoran al 100% de su valor nominal -es decir, el precio al que fueron vendidas-, de manera que los expertos aconsejan acudir a los canjes. Los inversores obtienen liquidez y no tienen por qué vincularse a la evolución en Bolsa de la entidad, ya que pueden vender las acciones en cuanto las reciban.
Los inversores siempre tienen la opción de no canjear las preferentes, si bien corren el riesgo de quedarse con un activo cuya liquidez se verá aún más mermada.
¿Y si la entidad no ofrece ninguna posibilidad de canje?
De entrada, solo las entidades cotizadas podrán ofrecer acciones a cambio de preferentes. Las que no estén en Bolsa y quieran reforzar su capital pueden recomprar las preferentes por debajo del nominal. La mala noticia es que las plusvalías de la entidad son minusvalías para los inversores. En todo caso, este tipo de recompras se ha ofrecido, al menos hasta el momento, a inversores institucionales.
Los tenedores que necesiten la liquidez deben ir a negociar directamente con la entidad. Esta podría llegar a un acuerdo privado de recompra con el cliente o buscar una fórmula alternativa para darle liquidez, como un préstamo al 0% de interés.
En todo caso, los expertos advierten que estos instrumentos están condenados a desaparecer, al menos en el caso de la banca. No solo no computan como recursos de capital según los criterios de la ABE, sino que perderán peso en los fondos propios a partir del próximo año y serán considerados deuda normal y corriente en 2022. Así, es de esperar que tarde o temprano las entidades amorticen las emisiones, y para que así sea deben pagar el 100% del nominal.
¿Se puede reclamar a la entidad financiera por no explicar los riesgos?
La CNMV niega problemas de transparencia -toda la información sobre el riesgo aparece reflejada en los folletos de emisión-, pero sí reconoce que la comercialización ha podido ser inapropiada en algunos casos. Así, el supervisor ha abierto seis expedientes sobre esto desde 2011, según reveló su presidente, Julio Segura. El procedimiento sería reclamar primero a la entidad -al servicio de atención de reclamaciones o al defensor del cliente- y después a la CNMV.