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Por unos 714 millones de euros

Sony cede a Samsung su 50% en la filial conjunta de pantallas LCD

Sony y Samsung han llegado a un acuerdo para poner fin a su alianza en el negocio de las pantallas de cristal líquido (LCD). De esta manera, el grupo japonés va a vender su 50% en la sociedad compartida a la compañía surcoreana por cerca de 935 millones de dólares (unos 714 millones de euros).

La decisión de Sony viene poco tiempo después de admitir que su negocio de televisores va a registrar su octavo año consecutivo de pérdidas por el debilitamiento de la demanda. El grupo nipón precisó que ha invertido algo más de 1.400 millones de dólares en el proyecto, y añadió que contabilizará unas pérdidas extraordinarias de 846 millones en el trimestre que acaba el 31 de diciembre.

Al deshacerse de esta participación, Sony tendrá una mayor flexibilidad a la hora de adquirir pantallas de LCD para sus distintos equipos, según diversos analistas citados por Bloomberg. Es decir, podrá optar por productos con menores precios. La empresa, además, está acelerando su estrategia para concentrarse en negocio más rentables. Así, el consejero delegado de Sony, Howard Stringer, ha anunciado este año adquisiciones por un importe de 8.400 millones de dólares para mejorar la posición de la empresa en negocios como los móviles, los tablets y la música. Entre otros movimientos, Sony compró a Ericsson el 50% de su participación en el fabricante de móviles Sony Ericsson, por un importe cercano a 1.400 millones de dólares.

Las acciones de Sony subieron ayer un 1,6% en la Bolsa de Tokio. Ahora bien, el grupo todavía tiene mucho trabajo por delante para poder recuperar el favor de los mercados financieros. Y es que, desde enero, sus acciones han bajado un 52%, quedando su actual capitalización bursátil por encima de los 18.000 millones, muy lejos de los 100.000 millones de hace una década.

Rebaja de Fitch

Fitch rebajó recientemente el rating de la deuda a largo plazo de Sony desde BBB a BBB-, un escalón por encima del rango de bono basura. La agencia de calificación justificó la decisión en las dificultades de la empresa japonesa para rentabilizar el complicado negocio de televisores.

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