Combatir el paro, el examen más difícil y urgente de todos
"Necesito que me eches una mano en el partido". Fátima Báñez (San Juan del Puerto, Huelva, 1967) jamás pensó que esta petición de ayuda, formulada por otra diputada popular, Soraya Sáenz de Santamaría, en 2004, sería el inicio de una fulgurante carrera en el PP que le ha llevado a dirigir un ministerio. Aunque en el reparto de carteras le haya tocado el caramelo más envenenado de todos: el Departamento de Empleo y Seguridad Social, desde el que tendrá que frenar la hemorragia del desempleo que, según los datos que maneja el nuevo Gobierno, afecta a 5,4 millones de personas.
Gracias a su formación como economista y abogada asesoró a Sáenz de Santamaría sobre los diversos estatutos de autonomía. En esa fecha no sabía que su compañera sería la mano derecha de Rajoy y que este ganaría las elecciones.
Durante estos años se ha forjado la confianza de ambos, gracias en gran medida al apoyo sin fisuras del presidente andaluz del PP y exministro de Trabajo, Javier Arenas, de quien fue fiel escudera y mano derecha. Seguro que no le faltarán sus consejos para lidiar con patronos y sindicatos, después de que él consiguiera que CC OO y UGT firmaran un abaratamiento del despido en 1997.
El trabajo al lado de Sáenz de Santamaría le sirvió para convertirse en la legislatura socialista que acaba de terminar en portavoz adjunta en el Congreso y coordinadora del área económica del PP. Desde esa posición se ha encargado, tutelada por Cristóbal Montoro, de elaborar las enmiendas a los Presupuestos Generales del Estado. Gracias a esta labor conoce en profundidad los mecanismos presupuestarios, lo que le será sumamente útil para gestionar el mayor capítulo de gasto público: las pensiones. En esta materia, Báñez hereda una reforma de la Seguridad Social recién hecha y compartida por su partido. Pero quedan flecos importantes sobre los que deberá tomar decisiones. El primero será hacer malabares para que la Seguridad Social no se instale en los números rojos. O trabajar sobre el compromiso de Rajoy de poner coto a las prejubilaciones, un asunto espinoso y legalmente difícil de abordar.
La primera mujer al frente de este departamento deberá acreditar también un talante sumamente dialogante para lidiar con unas posturas, aún muy distantes, entre patronal y sindicatos para llevar a cabo una reforma laboral inminente y que le puede llevar a tomar decisiones "ingratas", en palabras de Rajoy. Lo que es seguro es que nadie podrá decirle ahora lo que ella espetó un día a Pedro Solbes: "¡Despierte!"; porque la tarea que le espera no le va a dejar dormir mucho tiempo.