Saab se declara en quiebra
Nada ha funcionado. Después de meses (años) de luchar para seguir en pie y de búsqueda de inversores, la automovilística Saab ha tirado la toalla y ha formalizado su entrada en concurso ante un tribunal sueco.
Swedish Automobile (Swan), matriz de Saab, ha solicitado ante el Tribunal de Distrito de Vanersborg la declaración de suspensión de pagos del fabricante sueco de automóviles, al no fructificar las negociaciones para que la empresa china Youngman adquiriera la compañía.
Youngman ha trasladado a Saab que no puede concluir la transacción de fondos para completar la reorganización de la empresa, como consecuencia de la posición de General Motors, antigua propietaria de la firma escandinava, que se opone a la transacción por cuestiones de derechos de propiedad intelectual sobre su tecnología.
Saab admite que no tiene otras formas de obtener financiación adicional, lo que le convierte en una empresa insolvente. El consejo de la firma ha decidido pedir la suspensión de pagos, al considerar que es lo mejor para sus acreedores.
La compañía espera que el juez apruebe la petición de suspensión de pagos a la mayor brevedad posible y que nombre a los administradores para la gestión de la empresa, que cuenta con una plantilla de unos 1.600 trabajadores en Suecia.
La decisión tiene ramificaciones en España, donde Saab tiene una filial. Se trata de la distribuidora de los vehículos de la automovilística en territorio nacional, que asegura que "no es insolvente" y que sus concesionarios "siguen operando con normalidad tanto en el ámbito de la venta como de la posventa", según ha afirmado un portavoz de la empresa.
El portavoz aclaró que Saab Automobile Spain, que cuenta con una plantilla formada por doce personas, es una empresa "independiente" que está a la espera de ver cómo se desarrollan los acontecimientos en Suecia, donde los administradores designados por el juez deben adoptar las decisiones correspondientes.
Asimismo, indicó que los 45 concesionarios que conforman la red comercial en España siguen operando con normalidad, toda vez que las actividades de posventa no se ven afectadas y de que existe stock suficiente para seguir adelante con las operaciones de venta.
Años de agonía
La quiebra de Saab llega después de más de dos años de lenta agonía, una vez que General Motors anunció en 2009 su intención de vender o liquidar su filial sueca. La multinacional estadounidense no encontró comprador y anunció el cierre de Saab para finales de aquel año.
No obstante, el fabricante sueco de coches deportivos Spyker (actual Swan) logró convencer finalmente a General Motors y adquirió Saab, para la que proyectó un plan de negocio que contemplaba la vuelta a la rentabilidad y el lanzamiento de una nueva generación de productos.
Con todo, la empresa ha adolecido desde entonces de problemas de liquidez, especialmente graves en el corto plazo. Estas dificultades se agravaron antes del verano, cuando Saab se vio obligada a suspender la producción en su planta de Trollhättan por falta de suministro, provocado por las deudas que arrastraba con sus proveedores.
Esta situación llevó a la empresa a solicitar a principios de septiembre la reorganización voluntaria, figura equivalente al concurso voluntario de acreedores, para obtener la protección judicial y ganar tiempo para poder encontrar un inversor.
Los gestores de Saab iniciaron negociaciones en distintos frentes para obtener liquidez y, a pesar de tener detenida la producción durante meses, consiguieron cerrar un principio de acuerdo con las empresas chinas PangDa y Youngman, que preveían adquirir la empresa por cien millones de euros.
Finalmente, las negociaciones se centraron en Youngman, pero la oposición de General Motors por cuestiones relacionadas con la propiedad intelectual de determinados desarrollos tecnológicos ha dado al traste con el acuerdo.