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El PIB no avanza y los precios escalan al 6%

La elevada inflación agrava el estancamiento de la economía brasileña

La economía brasileña tiene un problema. Al estancamiento económico registrado en el tercer trimestre se une una elevada inflación que avanza a ritmos del 6%. Los expertos coinciden en que la crisis de deuda que sufre Europa y la debilidad de la economía de EE UU ya afectan al gigante de América Latina.

Ante la magnitud de la crisis de deuda y de confianza que azota la zona euro, los problemas económicos de Brasil parecen menores. Sin embargo, el gran país emergente de América Latina tiene motivos para estar inquieto. En el tercer trimestre, su economía se estancó tras dos años de aumentos ininterrumpidos de la actividad. Y, si ello no fuera bastante, ayer se conoció que la inflación acumulada en los once primeros meses del año fue del 6%, superior al incremento de precios registrado en todo 2010. Así, Brasil se enfrente a la temida estanflación, definida como un periodo de nulo o débil crecimiento económico acompañado de importantes incrementos de precios.

Ante esta situación, todas las miradas se dirigen al Banco Central de Brasil, que suele tomar sus decisiones en función de la evolución de precios. Actualmente, los tipos de interés se encuentran en el 11%. Desde el año 2009, el regulador brasileño elevó paulatinamente el precio oficial del dinero desde el 8,75% hasta alcanzar el 12,5% en julio de 2011. Esta política restrictiva no impidió que la economía brasileña creciera un 7,5% en 2010. Sin embargo, a mitad de este año, la política monetaria empezó a recibir fuertes críticas ante la evidencia de que la actividad se desaceleraba.

El Banco brasileño sorprendió en agosto al rebajar los tipos, la primera medida en este sentido que adoptó desde la investidura de la presidenta Dolma Rousseff a principios de año. Sin embargo, ello no se tradujo en una reactivación de la economía. Así, el regulador volvió a rebajar el precio oficial del dinero otro medio punto hasta el 11% actual. Los expertos reclaman que se continúe por el mismo camino y, si bien prevén que los tipos bajen hasta el 10% en 2012, temen que ello resulte insuficiente.

Cuando falta un mes para terminar el año, el IPC ya supera en 1,5 puntos porcentuales el objetivo del Gobierno, que es del 4,5%. Una situación que, según la ortodoxia económica, desaconseja mantener una política monetaria expansiva. En este punto, es el Gobierno de Rousseff quien ha decidido tomar la iniciativa y empezará a aplicar incentivos fiscales para estimular la demanda. La situación de las finanzas públicas de Brasil es relativamente estable, con un déficit fiscal en torno al 3% del PIB.

Aun así, el Ejecutivo de Rousseff teme los efectos negativos de las medidas de austeridad que está aplicando la UE. "Nuestra experiencia muestra que ajustes fiscales extremadamente recesivos solo empeoraron el proceso de estancamiento, pérdida de oportunidades y desempleo", señaló la presidenta brasileña en una reciente visita a Europa. A pesar de estas palabras, Rousseff inició su mandato con un drástico recorte presupuestario con el objetivo de frenar la inflación y permitir que el banco central brasileño pudiera mantener un política monetaria más expansiva.

Por otra parte, ante la debilidad de las economías desarrolladas, Brasil se ha lanzado a estrechar los lazos comerciales con los países de su entorno. En este sentido, existen negociaciones muy avanzadas con México -otra de las grandes economías de América Latina- para firmar un "Acuerdo Estratégico de Integración Económica". Si bien ya existen importantes relaciones entre ambos países, este pacto va más allá. Incluye a todos los sectores económicos, facilitará el acceso a los mercados y plantea mecanismos de solución de conflictos. "Aborda todos los temas que entran en una negociación de libre comercio", defiende el ministro de Exteriores de Brasil, Antonio Patriota.

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