Calderilla en el móvil
La economía moderna tiene una deuda eterna con Oriente Próximo. Allí es donde se dejó atrás el trueque y se utilizaron por vez primera piezas de metal como medio de pago para comerciar. Las primeras monedas fueron acuñadas en el siglo VII a. C. en el reino de Lidia, ubicado en el oeste de la península de Anatolia. Hoy, 2.700 años después, se repite jugada y escenario. Turquía ha dado un paso al frente en los pagos electrónicos de última generación. El país se ha convertido en el tubo de ensayo de las tecnologías llamadas a plantar cara al efectivo en las operaciones cotidianas. Y formando parte de este movimiento figura Mastercard. La firma de los dos soles ha definido tres campos de actuación en ese país: las compras sin contacto con tarjeta y por móvil, las órdenes financieras con celular y los plásticos de prepago.
Turquía cuenta con un rosario de ventajas para acoger iniciativas de este tipo. Es un país con una población amplia (78 millones de personas) y joven. La mitad de sus ciudadanos tiene menos de 25 años y eso les hace muy permeables a nuevos gadgets y aplicaciones tecnológicas. Unos 35 millones de turcos son usuarios de internet. Y hay otro factor que es a un tiempo un desafío y una oportunidad: 26 millones de personas, la mitad de los adultos del país, están sin bancarizar. ¿Cómo introducirles en el sistema financiero?
Mete Guney, director general de Mastercard en Turquía, lo tiene claro. "A través del teléfono móvil puedes acceder fácilmente a la gente y lograr que reciba más servicios de la industria bancaria". La evidencia está en la calle: la penetración de la telefonía celular en Turquía es absoluta. Existen 62 millones de usuarios. Todo el mundo menos los niños.
La multinacional estadounidense permite, por un lado, efectuar pagos sin contacto a través del móvil. Ya ofrece servicios con Garanti Bank y AkBank, y su intención es colaborar a partir de 2012 con tres grupos financieros más. Para habilitar el teléfono basta con ser cliente de una de estas entidades y disponer de una tarjeta SIM adecuada. De esta forma da igual que el usuario cambie de terminal en el futuro. Sus datos permanecen en el chip. La otra alternativa de pago sin contacto es la tarjeta Paypass.
Actualmente, hay en Turquía 50.000 comercios cuyos terminales aceptan la tecnología NFC (Near Field Communication), entre los que figuran Carrefour y Starbucks. En Mastercard subrayan que las operaciones son rápidas y seguras. Si la compra es inferior a las 35 liras (14 euros) no exige identificarse. Para pagos superiores, hay que teclear el pin.
Otro servicio que desarrolla la multinacional americana y sus socios turcos es el monedero móvil. Un ejemplo es Cep-T. Esta aplicación ha sido desarrollada junto a Turkcell, el mayor operador de telefonía del país, y permite a una persona realizar una transferencia a otra desde el celular. Si el beneficiario es cliente de la operadora, recibirá una recarga de dinero en su terminal. Y en caso contrario, un código que le permitirá retirar el efectivo de un cajero automático.
Con el fin de que el poder adquisitivo no actúe como un cuello de botella a la hora de abrazar la operativa por móvil, Turkcell ha desarrollado una gama de smartphones de bajo coste (T10 y T20). Y funciona. En cuatro meses, se han vendido 100.000 unidades del T20.
Los móviles con tarjetas de pago incorporadas ejercerán en un futuro próximo de abono transporte o de canal de promociones. Este último es uno de los ganchos con el que los bancos tratan de convencer a los comerciantes -a menudo reacios a aceptar tarjetas- para que se adapten a las últimas tendencias. Afirman que su clientela aumentará gracias al envío de SMS a clientes asiduos (fidelización), aleatorios (cupones), o físicamente cercanos al establecimiento (ofertas por proximidad).
El teléfono sirve de monedero
El último campo de acción que potencia Mastercard en Turquía son las tarjetas prepago. De momento, solo las emite Garanti Bank, el banco turco participado por BBVA. Estos plásticos cuestan dos euros, no tienen un titular ni cuenta corriente asociada, son recargables (hasta 2.000 euros al año) y permiten a la población sin bancarizar acceder a pagos electrónicos. En cuatro meses, se han puesto en circulación 110.000 unidades.
El dinero electrónico empieza así a arrebatar terreno al efectivo. Desde verano se han efectuado dos millones de pagos con tarjetas sin contacto de Garanti Bank (0,3%). Esta entidad aspira a que sean el 3% de todas sus transacciones con dinero de plástico en 2012. Y es que, el sector financiero también cree en utopías. Como resume Mehmet Sezgin, consejero delegado de Garanti Payment Systems, "queremos convertirnos en una sociedad sin efectivo en 2023, coincidiendo con el centenario de la fundación de la República de Turquía".